Salud por gimnastas que revelaron las verdaderas desnudeces
Señora directora: Asombra la decisión
de la Federación Rumana de Gimnasia al haber sancionado a tres ex
campeonas, filmadas cuando hacían ejercicios desnudas en Japón
Los defensores de la decencia en el país oriental se comunicaron
con los defensores de la decencia en Rumania y éstos inhabilitaron
por cinco años a las atletas que "empañaron la imagen de
la gimnasia".
Más allá del voyerismo reprobable de quien
filmó a las gimnastas y desató el escándalo, sorprende
la rapidez con que las federaciones de ambos países se enlazaron
para castigar a quienes, en un entrenamiento privado, no se avergonzaron
de su cuerpo. Así, los castos y castas de todo el mundo se pueden
sentir satisfechos de lo que han de considerar un escarmiento.
Lástima que las verdaderas indecencias de este
mundo, como la corrupción de la política, las inequidades
económicas (como la deuda externa impagable) y la pobreza, carezcan
de mecanismos tan expeditos para sancionarse y resolverse. Millones de
niños andan desnudos en este mundo y padecen hambre por falta de
recursos y desde luego son filmados, pero eso sólo es folclor o
un mal inevitable a juicio de los guardianes de la decencia, quienes se
espantan ante la desnudez de un cuerpo atlético, pero soslayan la
desnudez infantil provocada por la voracidad y la miseria de la conciencia.
Qué fácil se les empaña la imagen
a los castos, y más mientras su visión es más corta.
Cinco años tardarán en desempañarla, siempre y cuando
se empeñen en ese santo oficio de manera febril. Salud por las gimnastas
rumanas que con su desnudez revelaron las verdaderas desnudeces.
Eduardo del Castillo V.
Piden a las autoridades informen sobre el caso CNI-Tv
Azteca
Señora directora: Ante los acontecimientos
sucedidos en el cerro del Chiquihuite entre dos televisoras, como ciudadanos
hacemos una petición de información al respecto a las autoridades
correspondientes, para normar juicios del estado de derecho.
Promotores y defensores de derechos humanos del STUNAM:
Francisco Castro Meléndez, Adrián Pedrozo C., Alicia Andrade
Rodríguez, Mariano Flores Nieto y varias firmas más
Se queja de mala atención en institución
pública de salud
Señora directora: Mucho agradeceré
la publicación de la presente, dirigida al secretario de Salud,
Julio Frenk; a la Conamed, a la Comisión de Derechos Humanos del
DF y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
El 29 de diciembre, alrededor de las 14:30 horas, me presenté
en urgencias del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía,
ubicado en Insurgentes Sur 3877, con una crisis de dolor por neurología
del trigémino (el médico que me había atendido y diagnosticado
el 21 de diciembre, en el mismo instituto, me indicó que ante cualquier
síntoma o dolor regresara).
Al llegar no había recepcionista que nos atendiera
(a mí y a otro paciente); familiares del otro paciente comentaron
que llevaban una hora y nadie salía; como diez minutos después
salió una mujer que dijo ser la recepcionista, sin uniforme, sin
gafete de identificación, comentó que no había ningún
médico que nos atendiera.
A los familiares del otro paciente les mencionó
que no estaba la doctora que lo atendía y que le iba hablar por
teléfono para ver que hacían. A mí sólo me
dijo: "no la vamos a atender aquí", pero no por qué, no dio
otra opción; le pregunté: ¿qué hago entonces,
dónde sí me atienden? Contestó: no la vamos a atender
aquí, no podemos.
Alrededor de quince minutos más tarde apareció
la doctora María Eugenia Mancilla Echegoyen (encargada del área,
según otros trabajadores), y canalizó al otro paciente al
Hospital General sin haberlo valorado siquiera, a mí simplemente
me comunicó que no me podía atender; pregunté por
qué, "¡no, a usted no la vamos a atender, simplemente!", dijo.
Contestamos que entonces se nos negaba el servicio y que
cualquier cosa que nos pasara iba a ser responsabilidad de ella. La doctora
comentó que no aceptaría amenazas, que en todo caso esperáramos
a que terminaran de atender la "otra área" (podría ser media
hora, una hora o dos horas, que esperáramos). Solicitamos ser inscritos
en la lista de atención a pacientes, anotaron al enfermo que estaba
antes que yo y después le di mi nombre a la recepcionista y no lo
apuntó (me negó el servicio). Solicité hablar con
la doctora y en su lugar salió la trabajadora social Ana María
Velázquez (única que portaba el uniforme y gafete a la vista).
Me comentó que no se me otorgaría el servicio porque no había
personal (en un área de urgencias se supone que siempre hay alguien
para atender) y que la doctora argumentó que la habíamos
amenazado. Le comenté que sólo le mencionamos lo que dicen
los carteles de la Conamed que están pegados en la recepción:
el paciente tiene derecho a un trato digno, a ser informado de manera clara
y a no negarle el servicio, argumentó que no me atenderían
porque yo estaba a muy alterada y por su seguridad no lo haría.
La trabajadora social habló con la doctora, minutos
después señores de vigilancia me informaron que no me atenderían
porque no había personal, les comenté que yo esperaría
hasta 20 horas; insistieron en que no me atenderían por indicación
de la trabajadora social y la doctora. Otro pretexto fue que no iba acompañada
de un familiar; llamé a mis hermanos, quienes llegaron en cinco
minutos. Ya eran las 16:30 horas cuando quisimos pagar la consulta pero
no había nadie en la caja hasta las 17 horas. Entré en un
consultorio, donde de muy mala manera la doctora Mancilla me atendió
y me canalizó al Hospital General, sin embargo el médico
que me atendió el 21 de diciembre me dijo que toda la atención
me la daría en el Instituto y que no fuera a otro lugar.
Siempre he estado consciente de las condiciones en que
los médicos trabajan en las clínicas, hospitales e institutos
de salud pública de nuestro país; los bajos salarios, las
cargas de trabajo, la falta de material y de presupuesto para que operen
como debería de ser, pero también creo que el trato que se
le otorga a un paciente debe ser digno y el personal que trabaja en estas
instituciones debería estar consciente de ello y hacerlo, ningún
servidor público puede negarle el servicio a ninguna persona y mucho
menos maltratarla.
Claudia L. Cruz Santiago
México, sin esperanzas de correción,
considera
Señora directora: En los primeros días
de este mes se cumplen tres años del cruel, inaudito e inesperado
secuestro y asesinato de mi sobrina Lourdes Diaque L. Su desconocido asesino
transita con toda libertad merced a la intolerable impunidad que la ineficiencia
policial les confiere a los delincuentes. Lourdes era una mujer hermosa
física y espiritualmente y vivió su juventud colmada de afectos
y agradecimientos.
Su desaparición transformó desfavorablemente
muchas vidas y las sumió en sentimientos de tristeza e inconformidad
muy difíciles de superar. Solamente la fe en la justicia divina
nos ha ayudado a mitigar en parte estas penas.
Infortunadamente Lourdes se agrega a la interminable lista
de personas asesinadas y que continúan alargando las filas de homicidios
impunes. ¡Qué tristeza nuestra falta de progreso en un supuesto
estado de derecho!
Nuestro cariñoso recuerdo para Lourdes y para su
inconsolable madre y hermanos e invocamos la misericordia infinita y la
bondad de Dios para que descanse en paz. ¡Qué México
tan desordenado e indeseable nos está tocando vivir y sin esperanzas
de corrección!
Raúl Fernández Doblado
Precisiones de la fundación Nuevo Milenio
Señora directora: En relación con
la nota del periodista Enrique Méndez, publicada el jueves 26 de
diciembre en la página 13, me permito precisar que la noche de recaudación
a la que se refiere es organizada y promovida por la fundación Nuevo
Milenio, AC.
El Instituto de Capacitación y Desarrollo Político
AC (Icadep) nos ha brindado su apoyo para promocionar esta noche de recaudación
en diferentes instituciones, entre ellas el Partido Revolucionario Institucional;
sin embargo, podemos asegurarle que no corresponde a la realidad la afirmación
de que personal y militantes del PRI fueron presionados para comprar las
entradas.
Asimismo, me permito informarle que el evento no fue cancelado,
sino pospuesto para el mes de febrero de 2003, decisión que fue
informada oportunamente a todas las personas que habían recibido
una invitación, y se puso a disposición de quienes así
lo solicitaran la cantidad correspondiente al donativo que previamente
nos habían otorgado.
Debo decirle que quienes nos solicitaron la devolución
de su donativo lo recibieron el día en que nos fue requerido.
Por lo antes expuesto, solicito sea publicada la presente
carta en la sección El Correo Ilustrado, con la finalidad de hacer
llegar nuestra aclaración a sus amables lectores.
Rafael Calvillo Mendoza, de la fundación Nuevo
Milenio