José Blanco
Canal 40: silencio intimidante
Escribo este artículo antes del mitin de protesta que llevaría a cabo el día de ayer, en sus instalaciones del cerro del Chiquihuite, el personal que trabaja(ba) en Canal 40. Al escribir ignoro qué ocurrió, cuáles fueron los efectos y repercusiones de la concentración de condena a lo ocurrido y de reclamo de devolución de sus instalaciones.
Es necesario insistir: la situación ha pasado del asombro que provocó hasta ahora el silencio de la autoridad correspondiente, a convertirse en un silencio oficial francamente intimidante para la sociedad toda.
Ominoso silencio del gobierno, del PRI y del PAN (con excepción del diputado Javier Corral); leve referencia del PRD, algunas tibias voces sueltas del Senado de la República. A nadie parece importarle la violación flagrante de la legalidad con la que actuaron a modo de pandilla de delincuentes los dueños de TV Azteca, y dueños, por lo visto, del poder de decidir, sobre la autoridad judicial, lo que les venga en gana.
Nada dice la PGR, nada dice la Secretaría de Comunicaciones, nada dice Gobernación. Es decir, con su silencio y su indiferencia avalan, apoyan, protegen, alientan y de todos estos modos patrocinan un acto de obvia violación de la ley. Y esto lo hace un gobierno que ha hablado sin parar, desde el primer día de su ejercicio, del imperio de la ley y del estado de derecho.
Que el gobierno de Fox no se atreve a aplicar la ley en múltiples circunstancias ha sido un asunto que ha estado a la luz del día. Como ocurrió siempre con los gobiernos priístas, los intereses políticos han estado por encima de la ley. Ello ha sido así, invariablemente, cuando masas enardecidas han hecho reclamos -muchas veces justificados-, pero por medios que pasaron por encima de la ley.
La lista de casos es larga y en muchos de ellos los delitos cometidos seguramente no fueron graves. Pero hay casos ejemplares, como el de San Salvador Atenco. No sólo se consintió la comisión permanente de delitos, sino que con ello los actores involucrados lograron cancelar un proyecto de primera magnitud, como era el del nuevo aeropuerto de la ciudad de México.
La sospecha de la aplicación de la ley dirigida por la consideración política está también a la vista en el caso de la persecución de delitos cometidos por priístas durante su largo gobierno. Los actos de corrupción, que serían perseguidos sin tregua según el discurso oficial, parecen sometidos a un calendario políticamente conveniente.
Los ciudadanos comunes no sabemos si en el asunto legal de fondo lleva la razón TV Azteca o Canal 40. Pero la ejecución, hecha a mano propia por parte de TV Azteca, de un laudo supuestamente a su favor, es ilegal sans phrases. ƑEs posible que el silencio protector del gobierno le resulte políticamente conveniente?
Canal 40, sobre todo en su informativo cotidiano con Ciro Gómez Leyva y Denise Maerker, era una aproximación a los hechos cotidianos de nuestra vida social y política, distinta de las televisoras dominantes. Ahí podían decirse y oírse cosas y verse imágenes inexistentes para Televisa y TV Azteca. Eso permitía a la ciudadanía interesada tener más elementos de aproximación a los hechos efectivos, casi imposible de ver y oír en los gritos de Hechos, o verlos con su típico enfoque policiaco en el noticiario de López Dóriga. ƑCancelar esa opción de CNI es el propósito de la indiferencia de las instancias de gobierno que ya debieron actuar?
Y no es que Gómez Leyva y Maerker fueran la perfección; en el género de la entrevista, más que entrevistadores, po-dían ser acusadores e inquisidores hasta la vesania. Con frecuencia los entrevistados, más que interrogados, parecían sometidos a la exhibición y la tortura.
De otra parte, muchos de los novísimos programas del 40, aunque en otro estilo, padecían del mismo kitsch insufrible del zafio gusto con el que TV Azteca y Televisa educan cotidianamente al pueblo mexicano. Pero el derecho de la sociedad mexicana a ver otra perspectiva de la vida política y social mexicana que podía verse en CNI ha quedado cancelado a partir de un despojo cometido contra la ley, solapado por las autoridades correspondientes. Parece que el poder está transfiriéndose, desde las instituciones políticas, a las dos televisoras de siempre. Ese despojo, a todas luces intimidante para todos, parece tener el propósito expreso de acallar, de tapar la boca a muchas voces y ocultar lo que las otras televisoras por su propio interés callan y ocultan.
La gravedad de la situación es inmensurable en la medida en que la mayoría de la población apenas si lee la prensa escrita y se entera de la vida social principalmente a partir de lo que le cuenta el duopolio de las televisoras dominantes. Es más que evidente que la pluralidad que es hoy la sociedad mexicana está muy lejos de expresarse en los medios televisivos. La propia sociedad tiene que poner un remedio drástico a esta situación inadmisible.