RESPUESTA TARDIA Y FACCIOSA
Ayer,
cuando se cumplieron diez días de la toma de las instalaciones de
CNI Canal 40 por lo que fue descrito como un comando armado de Tv Azteca,
el gabinete encabezado por Vicente Fox no tuvo más remedio que regresar
de vacaciones y enterarse de un conflicto que representa una grave interrupción
de la legalidad, una severa violación del derecho a la información
y de la libertad de expresión, así como un episodio de impunidad
que agravia el más elemental sentido de la ética empresarial,
periodística y ciudadana.
La insólita y deplorable respuesta presidencial
("¿Yo por qué?") a las peticiones de reporteros de que abordara
un asunto de evidente interés nacional; los diez días de
autismo gubernamental ante el conflicto; los intentos de última
hora por aparentar que las autoridades no se habían olvidado del
todo de hacer respetar la ley, y la decisión parcial y tramposa
anunciada anoche por el vocero de Los Pinos, Rodolfo Elizondo, son expresiones
de desgobierno, de caos y, en último análisis, de tolerancia
y complicidad para quienes cuentan con los medios económicos necesarios
para hacerse justicia o injusticia por propia mano.
La determinación divulgada por Elizondo en el sentido
de presionar a las dos partes en pugna para que lleguen a un acuerdo, con
la amenaza de que en caso contrario el gobierno federal procederá
a la requisa del bien en disputa, constituye una abdicación demagógica
de la obligación gubernamental de preservar el estado de derecho
y es, para todo efecto, una aberrante injusticia que favorece al agresor
y perjudica a la víctima.
Independientemente de cuál de las dos empresas
tenga razón en los procesos legales que las enfrentan, es de elemental
sentido común que las resoluciones judiciales correspondientes tendrían
que ser ejecutadas por una autoridad competente y no por un grupo paramilitar
privado, como el que envió Tv Azteca a allanar las instalaciones
de transmisión de CNI Canal 40 en el cerro del Chiquihuite.
La ocupación resultante aparece, en consecuencia,
como un ilícito cuya flagrancia tendría que haber sido corregida
desde un inicio por el Ejecutivo federal. El hecho de que éste se
niegue a restituir la posesión de esos activos a la corporación
de Javier Moreno Valle y la obligue en cambio a sentarse a negociar con
Tv Azteca es tan insólito como si un policía preventivo atestiguara
un asalto y conminara a la víctima a dialogar con su atacante para
esclarecer la propiedad del objeto sustraído.
La actual administración debe enterarse de una
vez por todas de que la preservación de la legalidad es su tarea
central, fundamental e irrenunciable.
En el caso específico de la disputa por la señal
de Canal 40, debe rectificar de inmediato y restablecer el estado de cosas
que prevalecía hasta antes del 27 de diciembre del año recién
pasado, a la espera de que las instancias judiciales correspondientes resuelvan
en definitiva el diferendo y emitan los mandatos para que las autoridades
públicas -y no grupos armados irregulares- establezcan el imperio
de la legalidad.
Si no lo hace así, estará enviando a la
opinión pública una señal inequívoca de ineficiencia
e irresponsabilidad, un gesto de aliento a la impunidad, un guiño
de complacencia y connivencia a Tv Azteca y un mensaje amenazante a los
proyectos informativos independientes del Estado y del duopolio que hegemoniza
el ámbito televisivo nacional.