Norberto Rivera critica difusión de escándalos
La Iglesia buscará ampliar nexos con comunicadores
El nuevo plan evangelizador incluye "valerse de profesionales
creyentes que estén en medios"
ALMA E. MUÑOZ
El cardenal Norberto Rivera reconoció que es necesario
adquirir en este 2003 una nueva actitud y práctica evangelizadora
para hacer frente al dinamismo de la vida urbana y responder así
al crecimiento poblacional que se produce en la capital del país.
La mecánica a seguir por la arquidiócesis de México,
además de fomentar la formación de laicos, incluye exaltar
la relación con los comunicadores creyentes.
En
la peregrinación anual de la arquidiócesis de México
a la Basílica de Guadalupe y frente a miles de feligreses, consideró
indispensable contar con una propuesta concreta sobre los valores católicos
para hacer frente a aquellas debilidades que son consideradas lacras sociales,
sobre todo por los medios informativos, los cuales "tienen el poder de
orientar o confundir al ciudadano en la búsqueda de la verdad".
Los males a que hizo referencia el arzobispo primado de
la ciudad de México son, entre otros, "recias" ataduras de ignorancia,
desprecio a la dignidad humana y sus derechos, pobreza y lejanía
de Dios que "les impiden una vida digna, acorde a su condición de
hijos".
Para el prelado, la ciudad tiene un lenguaje variado,
y así lo plasmó en su plan pastoral para el presente año.
En contraste con centros de investigación y enseñanza sostiene,
por ejemplo, que este lenguaje posee expresiones "ruidosas y sensacionalistas"
que difunden los medios de comunicación para hacer del escándalo
su fuente segura de noticias.
A esa saturación de lenguaje simbólico e
imágenes, sin definirse acerca de ellas, debemos, añadió,
hacer frente con "toda la riqueza que ofrecen los recursos del espíritu
que inspiró las santas escrituras y valiéndonos de los profesionales
creyentes que se mueven en los medios de comunicación".
Enfrentar el desafío que impone la ciudad a la
Iglesia católica requiere, según el cardenal Rivera, "de
flexibilidad pastoral", y por ello determinó la movilidad de los
laicos más allá de los límites territoriales citadinos,
incluso fuera del país.
Para la ceremonia litúrgica fue necesario colocar
sillas en el atrio del templo por la incapacidad del recinto para albergar
al número de feligreses convocados a la peregrinación que
partió de la ex glorieta de Peralvillo.
El arzobispo primado estuvo acompañado por los
responsables de las ocho vicarías que integran la arquidiócesis
de México y por el rector de la Basílica, Diego Monroy.