Néstor de Buen
Una policía que sí funciona
Lo primero que me dijo Nona fue que habían pasado
cosas increíbles en la casa de Carlos y Alejandra, pero que estaban
perfectamente bien lo mismo que nuestros nietos. Era sábado por
la tarde y me había ido al club con Néstor, el mayor de mis
hijos. Nona no había considerado prudente hablarme y le reconozco
que tiene que haber pasado un rato muy desagradable hasta que pudo desahogarse...
y ahogarme.
Me cuenta Carlos que alrededor de las 12 del día,
cinco o seis sujetos, dos de ellos menores evidentes, después de
romper la puerta, se metieron en su casa pistola en mano. Evidentemente
que no cabía resistencia alguna. Hubo que abrirles la caja fuerte,
entregar lo que pedían y de inmediato empezaron a coleccionar joyas,
aparatos de televisión, computadoras, dinero en efectivo: por lo
visto no mucho y la llave de la camioneta familiar que habría sido
el transporte para escapar con toda la carga.
Alejandra, mi nuera, tiene un claro sentido del humor.
Cuando agarraron sus joyas le pidió a uno de los asaltantes que
le devolviera su anillo de compromiso y un viejo reloj. Lo más curioso
es que se lo devolvieron. Después los encerraron en un cuarto del
piso de arriba.
Carlos oyó poco después un ruido mayor.
Les pidió a todos que se metieran al cuarto de baño. Por
la puerta entreabierta se dio cuenta de que la policía había
llegado. Nadie en la casa la había requerido y la conclusión
es que algún vecino de los grandes edificios colindantes habría
dado el aviso. Tres patrullas de la delegación de Cuajimalpa y otras
tres de la Miguel Hidalgo, se presentaron y sus tripulantes, también
pistola en mano, afortunadamente sin necesidad de disparar, detuvieron
a cinco de los ladrones que acabaron obviamente ante el Ministerio Público.
Alguno de los agentes preventivos subió a avisar que ya se podía
bajar.
Cuatro fueron detenidos allí mismo. Otro más,
en la azotea. Podría haber habido otro delincuente, pero no hay
la certeza.
No sabemos quién dio el aviso. Sí que tiene
que haber sido alguien que desde un piso alto se dio cuenta de las cosas.
Nunca se lo podremos agradecer bastante.
Una primera consideración de elemental justicia:
¡espléndida actuación de la policía! Para callarnos
la boca en nuestra permanente crítica. Se la jugaron, ciertamente
y cumplieron con un deber francamente difícil. Y de ello hay que
felicitar a nuestro secretario de Seguridad Pública, Marcelo Ebrard,
que está teniendo resultados excepcionales; al subsecretario Raymundo
Collins, que tuvo una intervención personalísima y eficaz
y al delegado de Cuajimalpa, Francisco de Souza, también merecedor
de todos los elogios.
Pero hay que ver otros ángulos del tema. Tanto
Carlos como Alejandra, que pasaron por todas las solemnidades del levantamiento
de las actas: se retiraron después de declarar y acudir a su casa
para la reconstrucción de los hechos, cerca de las 3 de la madrugada,
lo primero que nos han dicho es que no fueron los ladrones frustrados tan
malas personas. No hubo ninguna clase de violencia ni amenazas de secuestro,
como se ha dicho. El detalle del anillo de compromiso que fue devuelto
con gentileza fue excelente puntada.
Para Alejandra y Carlos hay ahora, curiosamente, cierto
sentimiento de pena por estos chicos (uno, el de más edad, al parecer,
con antecedentes penales) pero los otros francamente jóvenes y dos
menores. Con el pelo teñido de amarillo, que es la moda.
Es evidente que la delincuencia ha crecido de manera alarmante.
Igualmente el desempleo. No creo exagerar si menciono, no soy el único
que lo hace, que alrededor de 50 por ciento de la población económicamente
activa (PEA) hace economía informal. Que tal vez sea, en muchos
casos, una economía formal disimulada, pero sin reconocimiento de
derecho laboral alguno. Habría que investigar a las compañías
que distribuyen los productos que ellos supuestamente venden. Sin olvidar
los robados en carreteras y los del contrabando. La economía informal
y la delincuencia no viven lejos.
Veo la foto de los detenidos. Me duele su juventud. Me
angustia su porvenir. Pero eso no quita el mérito indiscutible de
esos policías que se la jugaron. Y el del vecino o vecina que se
dio cuenta y avisó a la policía que llegó con una
celeridad notable.
Quizá también hay muchos agentes de seguridad
pública que hacen honor a su responsabilidad. Obviamente en ello
influyen los mandos superiores. Mi respeto para Marcelo Ebrard, Raymundo
Collins y Francisco de Souza.
¿Saben ustedes lo que es una angustia retroactiva?