Carlos Bonfil
Regreso a Oliveira
La Filmoteca dela UNAM presenta del 9 al 31 de enero, en el Salón Cinematográfico Fósforo, un estupendo ciclo dedicado a la obra reciente del realizador portugués Manoel de Oliveira. La retrospectiva incluye seis películas, desde Regreso a casa (Je rentre a la maison, 2001), hasta El valle de Abraham (Vale Abraao, de 1993), sin duda su obra maestra, y Palabra y utopía (2000), La carta (1999), Viaje al principio del mundo (1997) y El convento (1995). Para completar lo realizado por Oliveira en ese periodo de ocho años faltarían sólo tres películas más, y para una retrospectiva completa del autor, otros 23 títulos. Si por fortuna se conoce en México la mayor parte de su obra reciente, se desconoce casi por completo su trabajo de documentalista entre la década de los treinta y los setenta, y sus primeras obras de ficción. Sería una excelente labor de rescate procurarse, mediante préstamos de cinetecas latinoamericanas y europeas, sus cintas ya clásicas, Una canción de Lisboa (1933), Amor de perdición (1978), Francisca (1981), o su primer documental, Douro Faina Fluvial, de 1931, sin olvidar su adaptación de la obra teatral La zapatilla de satín, de Paul Claudel, que en 1985 causó polémica y fascinación por sus siete horas de duración y por las correspondencias visuales con que Oliveira presentó las obsesiones del escritor católico.
Esa obsesiones no son, estrictamente, muy distintas de las que hasta hoy muestra el cineasta de 95 años: la gracia en la revelación amorosa y la devoción afectiva como un dique frente a la mezquindad moral y el cálculo de las pasiones. El cine de Oliveira es insistentemente literario, desde sus adaptaciones de autores portugueses, Castelo Branco y Agustina Bessa Luis, hasta sus variaciones de obras de Flaubert (El valle de Abraham y su heroína bovaryana) o de Madame de La Fayette (La carta, versión muy libre de La princesa de Cleves). Un rostro de belleza insondable, el de Leonor Silveira, actriz predilecta, resume la visión romántica, muy paseísta, que cultiva el director de la mujer y sus misterios, misma que fractura, sin embargo, en El convento con la maliciosa ambigüedad de su protagonista Helene (Catherine Deneuve), debatiéndose entre las seducciones del mal y las peregrinas gratificaciones de la bondad humana. Conflictos muy similares se apoderan también del padre jesuita Vieira, quien en Palabra y utopía resiste con su oratoria barroca a la prepotencia colonial y al desprecio racista en el Brasil del siglo diecisiete, o del propio Manoel (Marcello Mastroianni, alter ego del cineasta), en su nostálgica trayectoria a sus primeras vivencias en Viaje al principio del mundo.
A esos dos retratos de ancianos, a estas reflexiones sobre la vanidad y el paso del tiempo, se añade el retrato patriarcal más emotivo, el que conjuga la lucidez octogenaria con la sensibilidad artística: Regreso a casa, nuevo itinerario sentimental de un actor veterano (Michel Piccoli), quien en un mismo momento pierde a su familia en un accidente y la confianza en su propia solvencia histriónica. El presentimiento de la muerte, atizado por las pérdidas familiares, y la sensación de no tener ya vínculos creíbles con un teatro y un cine de modernidad empecinada (John Malkovich, prototipo del realizador de vanguardia), derrumban las últimas ilusiones del actor Gilbert Valence, alejado ya de la eficacia en boga, emocionalmente paralizado.
Esta descripción, en las tres últimas cintas mencionadas, de la soledad de un hombre viejo frente a la inutilidad de sus recuerdos y la incomprensión de su entorno, sugiere, ya en la evocación histórica, ya en el relato intimista, un mismo malestar frente a la insensibilidad de la organización social contemporánea, frente a la exclusión y la cancelación de oportunidades. Algo parecido a lo que muestra el portugués José Saramago en sus novelas, pudiéndose incluso soñar una adaptación fílmica de La caverna por su ilustre coterráneo. Las respuestas finales de Oliveira --en sus dramas pasionales, en sus disquisiciones filosóficas, en sus itinerarios alucinados al interior de una conciencia envejecida--son, como sus heroínas románticas, igualmente luminosas. Tres cintas sobre la mujer y la complejidad amorosa; otras tres sobre la vejez y sus penurias y bondades, tal es este pequeño ciclo redondo que ofrece este mes la Filmoteca de la UNAM.