Ejemplo de ecoturismo
Baru, Costa Rica. La esperanza de conocer la danta
no muere. Se trata de un mamífero que la población de este
lugar dejó de ver hace medio siglo, pero aún confía
en que exista en algún lugar de Punta Barú. Es una especie
en extinción.
Este país en sus 51 mil 100 kilometros cuadrados
contiene más variedades de aves que las existentes en Canadá
y Estados Unidos. Tan sólo en Barú, que tiene 330 hectáreas,
la biodiversidad está catalogada entre las mayores de la nación,
ya que es residencia de 212 variedades de aves de las 849 registradas a
escala nacional. Entre otras especies, se pueden observar, pelícanos
pardos, patos aguja, patos chancho, tijeretas de mar y garcetas azules.
Los 10 mil residentes de la región conviven cotidianamente
con este paisaje y lo han aprovechado para impulsar actividades turísticas
y además pugnan por la conservación de esta área,
que forma parte del Corredor Biológico Mesoamericano.
En medio del hábitat de osos hormigueros, perezosos,
monos carablanca, venados y coyotes, se levanta el Refugio Barú,
centro ecoturístico con participación privada, estatal y
comunitaria.
Juan, que lleva 15 años trabajando ahí,
detalla que entre las ofertas que se hacen a los 4 mil visitantes anuales
-la mayoría europeos y estadunidenses- están la observación
de la lucha entre los caimanes y las aves por la sobrevivencia en los manglares;
subir a los árboles "canapis" para observar las orquídeas
y aves que sólo ahí se encuentran; ver el vuelo del tucán,
especie en riesgo de extinción, y la caminata nocturna en busca
de tarántulas y serpientes.
ANGELICA ENCISO L.