Los alemanes lo tocaron en agradecimiento al
apoyo recibido en nuestro país
Haggard inundó al Circo Volador de acordes medievales
y metaleros
Con el Himno Nacional mexicano prendió
a los asistentes al foro de La Viga
GABRIEL LEON ZARAGOZA
En su segundo encuentro con el público mexicano,
los metaleros germanos de Haggard ofrecieron un concierto de escalofriantes
juegos de voces y coléricas interpretaciones instrumentales que
transformaron la densa oscuridad del Circo Volador en una velada de apocalípticas
visiones.
El
escenario natural, que ofreció una tétrica luna rodeada de
negras nubes, se iluminó con melódicas interpretaciones en
un atiborrado e insuficiente inmueble para dar cabida a los seguidores
de 21 hechiceros alemanes representantes de la música underground
de su país.
La grandeza que puede alcanzar el rock alternativo se
hizo presente para miles de jóvenes metaleros y darketos durante
100 minutos de concierto, donde Haggard acabó con la noche, su noche,
al interpretar temas ya conocidos por sus fans y una pieza inédita
para el público de México.
Además, en agradecimiento a sus miles de seguidores,
que les han brindado su apoyo incondicional al adoptarlos como propios
y cuya acogida musical no tienen en Alemania (como ellos reconocieron),
la banda interpretó fastuosamente el Himno Nacional Mexicano.
Todos de pie y cerveza en la mano, les hicieron el coro. Ensordecedor.
Ese tipo de detalles de los músicos y la buena
factura de sus interpretaciones propiciaron que una gama diversa de melómanos,
como pocas veces, coincidieran en un sitio para escuchar fusiones magistrales
de death metal con música clásica, folclor centro europeo
y entonaciones medievales.
Acorde con la atmósfera misteriosa, oscura y envuelta
en relatos de catástrofes que ambiguamente se detallan en los cuartetos
rimados de las Centurias Astrológicas de Nostradamus, un
variopinto de vestimentas se hizo presente. El vestido de la concurrencia
oscilaba entre los tradicionales jeans oscuros y camiseta que portan los
amantes del rock hasta los densos conjuntos de gala nocturna, aderezados
de toscos y sólidos calzados que usualmente portan los seguidores
de la corriente gótica.
La
sesión de cantigas (término medieval de canción)
de Haggard versó entre ensordecedores gritos y ovaciones del público
roquero hasta las vertiginosas interpretaciones instrumentales acompañadas
de potentes conjuntos corales del grupo.
A decir de una parte de la concurrencia, el concierto
de Haggard fue una síntesis del pasado y presente del gran legado
artístico que Alemania ha aportado al mundo y que seguramente seguirá
influenciando a nuevas generaciones de músicos.
Lo cierto, es que la segunda presentación de los
germanos en el país guardó un buen equilibrio entre la forma
y el contenido musical del death metal con la música por siempre
clásica.