OBISPOS, EN FAVOR DE INMIGRANTES
Debe
saludarse el llamado de atención a los gobiernos de México
y Estados Unidos que formularon ayer obispos católicos de ambos
países para intensificar las negociaciones para establecer mecanismos
que protejan a quienes forman parte de los flujos migratorios entre ambos
países.
En el documento, que fue entregado al titular de la Secretaría
de Gobernación, Santiago Creel Miranda, por el presidente y el secretario
general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Luis Morales Reyes
y Abelardo Alvarado, respectivamente, se señala también que
los poderes legislativos de México y de la nación vecina
deben involucrarse en la revisión de las leyes migratorias vigentes
y en el establecimiento de un sistema binacional que legalice los flujos
migratorios existentes, y garantice la dignidad y los derechos humanos
de los trabajadores que se trasladan de un país a otro. Se destaca,
asimismo, la necesidad de despenalizar los cruces fronterizos, reforzar
las acciones contra el tráfico de indocumentados y perseguir de
manera eficaz las violaciones a los derechos humanos que sufren los migrantes
de terceras naciones que usan el territorio mexicano como ruta de tránsito
hacia Estados Unidos.
Los señalamientos de los religiosos católicos
resultan particularmente oportunos en la circunstancia actual, cuando el
gobierno de George W. Bush, obsesionado y fascinado con su guerra contra
los fantasmas del "terrorismo internacional", ha borrado de su agenda de
política exterior el tema de la migración, cuando la que
va de México a Estados Unidos se intensificará, debido a
la catástrofe que provocará en nuestro campo la reciente
entrada en vigor del capítulo agrario del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte, y cuando empieza a funcionar -hoy- en el vecino
país, el Departamento de Seguridad Interna, que coordinará
el accionar del Servicio de Inmigración y Naturalización
(SIN, la tristemente célebre migra), la Guardia Costera y
el Servicio Secreto, entre otras dependencias a las que se ha encargado
"combatir el terrorismo" en el frente interno.
Las circunstancias referidas hacen prever que los ciudadanos
mexicanos y de otras nacionalidades que se internan en territorio estadunidense
en busca de trabajo habrán de enfrentar un recrudecimiento de la
persecución en su contra, de los abusos policiales y laborales de
que son víctimas, de la discriminación y la sospecha social.
Finalmente, el documento de los obispos ofrece al gobierno
de México una oportunidad para ir más allá de sus
quejas habituales y exigir la reposición de las negociaciones sobre
migración en los encuentros oficiales bilaterales. Ojalá
que la aproveche.