Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 28 de enero de 2003
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Política

José Blanco

Hegemonía de la selva

Gramsci construyó su concepto de hegemonía al estudiar la dominación del capital a través de la compleja mediación del Estado moderno capitalista, con base en la dupla: coerción y violencia, más consenso.

Después del derrumbe de la Unión Soviética, en el marco de la macropolítica internacional, ya no hay un enfrentamiento ideológico que cuestione orgánicamente la dominación mundial estadunidense, de modo que la formación del consenso en las sociedades capitalistas, por medio de la educación, la ideología, las organizaciones de la sociedad civil, las iglesias, los medios de comunicación, etcétera, parecen pasar a un claro segundo plano. No es, en la estructura de la economía y del poder mundial, momento del consenso. Es momento de la coerción y la violencia. La supremacía tecnológica y por ende militar de Estados Unidos es incontrastable y es la base material omnipotente de este momento de coerción y violencia, de política de sumisión del mundo por la fuerza de las armas.

Al término de la Segunda Guerra Mundial emerge en definitiva Estados Unidos como la mayor potencia de Occidente. Pero en los vastos territorios de la URSS se construye una sociedad sui generis cuya economía crece a ritmo acelerado, que se piensa a sí misma "socialista", y que crea desde el Estado condiciones seguras de vida para el conjunto de su población; que es capaz, además, de producir armamento tan poderoso como el de Estados Unidos y que había comenzado en punta la carrera espacial. Después conoceríamos su degeneración y su historia repugnantes.

En la posguerra, Estados Unidos adaptó como eje de su política exterior una máxima de Churchill, deleznable para las relaciones humanas, pero eficaz para la política de los imperios: "Ni amigos, ni enemigos permanentes; sólo intereses permanentes''.

John Foster Dulles, sobrino y nieto de secretarios de Estado, abogado "ilustre" de Nueva York antes de convertirse en acaudalado hombre de negocios, presidió las fundaciones Rockefeller y Carnegie, así como el Consejo Federal de las Iglesias; se afilió al Partido Republicano y elaboró con Dewey y Vandenberg el programa internacional de ese partido. Al llegar Eisenhower a la Presidencia, lo designó secretario de Estado en 1953. Desde este cargo, Dulles protagonizó un activo papel en el desarrollo de la guerra fría, formuló la estrategia de represalia masiva frente a los soviéticos y patrocinó un sistema de pactos militares que cubrían todo el flanco meridional del bloque socialista. Su anticomunismo enloquecido lo llevó a intervenir en la política interior de varios países (Irán, Guatemala, Líbano), pero no pudo hacer retroceder el área de influencia de la URSS. El radicalizó la máxima churchilliana como: "Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses".

Cada vez que lo juzgó necesario, Estados Unidos puso en acto el momento de la violencia y la coerción en el plano internacional. Pero es innegable también la hegemonía cultural que ejerció este país en el mundo -el momento del consenso- con su american way of life. Incluida la URSS, la humanidad pensó el futuro en términos del consumo y el confort gringos.

Al inicio de los 70, la economía mundial se adentraba en una crisis económica de época. El perfil tecnológico nacido con la Revolución Industrial a fines del xviii llegaba a término. A mediados de la década de los 70, con Carter en la Presidencia y por medio de la Comisión Trilateral, Estados Unidos pareció dispuesto a admitir un mundo multipolar. Pero en los años siguientes, produce una nueva revolución tecnológica que aún está en curso, quizá en los prolegómenos, y escapa hacia adelante dejando atrás, muy atrás, tecnológicamente, al resto del planeta. Por eso un cowboy cuasi analfabeto gobierna el planeta, importándole un comino el consenso. Sin ley y sin freno, Bush aplastará a quien sea.

Del mundo del mal, hoy Bush se dispone a aplastar a Irak. Seguirá con otros. Quizá Corea. Pero es probable que los estrategas estadunidenses tengan en la mira principalmente a China. El mundo dice que China puede ser la potencia del futuro. Por tanto, Estados Unidos hará todo para impedirlo, incluido el uso de las armas. Lo hará pese a la oposición de Europa, que sabe que la masacre en Irak es el prolegómeno de otras masacres.

Un mundo de salvajes dominantes por la tecnología está inscrito en las probabilidades del futuro. A menos que algo ocurra en la sociedad estadunidense. Por hoy, el Foro de Porto Alegre se ha movido, lúcidamente, desde la posición contra la globalización, hacia la posición contra esta globalización. Este movimiento crecerá en el futuro, pero no podrá hacer frente a las armas del salvaje tecnologizado.

Entre tanto, México no tiene proyecto alguno frente a ese mundo. El pensamiento estratégico, planetario, estructural, de largo plazo, es en nuestro país inexistente. Ni siquiera hemos pensado en una educación de altura, abarcante, para pensar en la hegemonía de la selva y qué haremos frente a ella.

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