Francisco López Bárcenas
El campo no aguanta más
Tienen razón los productores mexicanos: el campo no aguanta más. En congruencia con esa visión es correcta la demanda de moratoria y renegociación del apartado agropecuario y forestal del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, así como la creación de un programa emergente para el presente año y estructural a 2020, reforma al órgano de gobierno para el financiamiento rural con verdadera representación de los grupos rurales, integración de un presupuesto rural cualitativo desde una visión humana y acorde con las necesidades y características de la población rural mexicana, y un programa que prevea la accesibilidad de alimentos con calidad para la población mexicana.
A pesar de la importancia de esta demanda, debe reconocerse que es estrecha y coyuntural, porque no atiende todo el problema del campo que necesita una revaloración de fondo. Los mismos productores agrícolas deben ser conscientes de esto, ya que junto con sus demandas colocaron el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés que dan reconocimiento a los derechos de los pueblos indígenas de México, mismos que todos los gobiernos que han ocupado el poder han incumplido desde que se firmaron, dando pie a que los pueblos indígenas ahora anden instaurando autonomías de hecho, como puede ver cualquiera que quiera echar un ojo al rumbo que los pueblos indígenas han dado a sus planteamientos en varias partes del país.
Cumplir con los acuerdos de San Andrés ya no sólo significa exigir que se reforme el orden jurídico mexicano, sino que se respeten los gobiernos autonómicos. ƑEstarán conscientes de esto los impulsores del movimiento El campo no aguanta más? Y, lo más importante, Ƒestarán dispuestos a apoyar estas luchas? Sin embargo, hay otros aspectos.
Uno bastante importante es el referido a los conflictos agrarios en que permanentemente viven ejidos y comunidades campesinas a causa de las políticas agrarias aplicadas durante los pasados gobiernos, situación que en muchos casos se ha convertido en motivo de inestabilidad y violencia social, y que también necesita un cambio de rumbo si no queremos que se convierta en fuente de factor de ingobernabilidad.
Otro aspecto a considerar es que el campo no sólo sirve para sembrar productos para el mercado o el consumo doméstico, sino que de él proviene el agua que tomamos y el aire que respiramos. Asimismo, es fuente de biodiversidad, espacio donde se encuentran las diversas especies biológicas, cuya extinción alteraría de manera insospechada los ecosistemas de la Tierra, lo que a su vez cambiaría drásticamente nuestra actual forma de vida. Este problema requiere atención porque las mismas trasnacionales que quieren acabar con la producción agrícola mexicana, buscan apropiarse, mediante la piratería, no nada más sus productos, sino del conocimiento que han conservado los pueblos indígenas; pero de esto nada dicen nuestras autoridades.
En síntesis, si aceptamos que el campo no aguanta más coyunturalmente podemos revisar las condiciones en que se da el comercio agrícola entre nuestro país y sus socios del norte, los instrumentos de financiamiento nacional para el campo y las políticas rurales del actual gobierno, pero esto no resolverá el problema de fondo y por lo tanto es insuficiente como política estratégica.
Para construir una auténtica estrategia necesitamos pensar propuestas que dejen de ver el campo como productor de mano de obra barata y que valoren los servicios que brinda a la humanidad. Necesitamos repensar las relaciones del campo con la ciudad. Sin duda se trata de una tarea muy compleja para los productores agrícolas en la que todos tenemos responsabilidad.
