Alejandro Nadal
Historia de dos foros
El Foro Económico Mundial (FEM) de Davos nunca
se ha caracterizado por el rigor analítico. Pero este año
los organizadores se excedieron. El tema central de la reunión fue
el restablecimiento de la confianza. Pero, ¿confianza en qué?
¿En el modelo de la globalización neoliberal?
Hace cerca de 30 años la economía mundial
dio un viraje radical al derrumbarse el sistema de Bretton Woods. El nuevo
mundo de tasas de cambio flexibles abrió grandes espacios a la rentabilidad
del capital financiero. Las fluctuaciones cambiarias y los diferenciales
de tasas de interés ofrecieron desde 1973 amplias oportunidades
para la especulación y las ganancias del capital financiero. Pero
para poder lucrar con esta falta de coordinación entre tipos de
cambio, se necesitaba eliminar las barreras a la libre movilidad del capital.
Se dijo que la libre movilidad de capital era fundamental
para la economía mundial y para impulsar el desarrollo. De ese modo,
el ahorro de los países ricos fluiría a los pobres, lo que
provocaría una baja en las tasas de interés, así como
un aumento en la inversión productiva. Caería el desempleo
y la productividad se incrementaría.
Pero algo salió mal. Las tasas de crecimiento de
la economía mundial han caído desde entonces. Las tasas de
interés se incrementaron, la inversión y la productividad
cayeron y el desempleo creció. En pocas palabras, el modelo de liberalización
financiera, motor de la globalización neoliberal, arroja un saldo
negativo. Y ese resultado se rencuentra tanto a escala global, como por
regiones, en países ricos y pobres. Hay que agregar la amarga experiencia
de un sinnúmero de crisis financieras de primera magnitud con su
saldo de bancarrotas y quiebras de sistemas bancarios completos.
Hoy los indicadores no mejoran. En diciembre pasado la
economía estadunidense perdió 101 mil empleos, caída
que se concentró en los sectores de ventas al menudeo y las manufacturas.
Este es el trigésimo mes con pérdidas de empleo en Estados
Unidos, y el peor en 10 meses. Es una mala señal. Revela que los
consumidores no pueden ser el factor de crecimiento de la economía
y que la política de reducción de tasas de interés
de la Reserva Federal no ha funcionado. Decididamente, la recuperación
en Estados Unidos no parece estar a la vuelta de la esquina.
Hoy la economía mundial se encuentra al borde de
una recesión y estamos en vísperas de una guerra en Irak.
Pero en Davos, en lugar de un análisis serio, se propuso un ritual:
"si nos tomamos todos de las manos y repetimos que todo va a salir bien,
podremos recuperar la confianza". La experiencia es más estéril
que un lago salado.
Simultáneamente al de Davos, desde hace tres años
se lleva a cabo el Foro Social Mundial en Porto Alegre. Este se define
como un espacio de discusión democrática, intercambio de
experiencias y articulación de movimientos sociales que buscan un
desarrollo socialmente responsable. Los temas tratados en Porto Alegre
incluyen la recuperación de la soberanía económica,
la igualdad, la gestión de los recursos naturales y los derechos
humanos.
Si hay una confrontación entre los foros de Davos
y Porto Alegre, ¿quién tiene la razón?
Los datos fríos le dan la razón al Foro
Social Mundial (FSM). El modelo de globalización neoliberal está
en bancarrota y es necesario aplicar alternativas que conjuguen la responsabilidad
social con la sustentabilidad ambiental, el crecimiento con equidad y la
estabilidad macroeconómica. No sólo la razón ética
está del lado del foro de Porto Alegre; la racionalidad económica
es la suya.
En el pasado, los enemigos del foro social difundieron
la especie de que en Porto Alegre sólo hay buenos deseos sin un
buen tratamiento de las cuestiones técnicas. Eso es falso. La discusión
en Porto Alegre es rica y profunda, sólo que la búsqueda
es por canales y métodos innovadores.
Lo que sí es cierto es que hay timidez para abordar
los temas de la política macroeconómica. El tema brilla por
su ausencia en los programas del foro, que apenas han alcanzado a delinear
medidas en materia de deuda externa de los países pobres y en el
terreno de los flujos de capital. El FSM debe enfrentar las cuestiones
políticas más sustantivas, y muchas habitan en la macroeconomía
y la esfera financiera.
Cuando se escriba la historia de los dos foros, la descripción
del de Davos hará referencia a su atmósfera color gris solemne
y la mediocridad de sus deliberaciones. El de Porto Alegre será
reconocido como precursor y vanguardia de la lucha por un mundo mejor.