El comité ciudadano encabezado por Carlos Slim recibirá en comodato el edificio
Convertirán en foro audiovisual la antigua capilla de Corpus Christi
Costará 14.5 millones de pesos y el proyecto es parte medular de la Plaza Juárez
LAURA GOMEZ FLORES
Tras 15 años de abandono y de funcionar algunos de éstos como bar clandestino, mañana el jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, anunciará el proyecto de restauración de la capilla de Corpus Christi, con un costo de 14.5 millones de pesos y una duración de un año, para convertirla en un museo y parte medular de la denominada Plaza Juárez.
Actualmente, el edificio es propiedad inalienable del Instituto Nacional de Antropología e Historia y podría cederse en comodato al comité ciudadano de 120 personas encabezado por el empresario Carlos Slim, como parte de las acciones de rescate que se llevan a cabo en el primer cuadro de la ciudad, que comprende un total de 40 manzanas y 80 mil metros cuadrados.
El edificio será rehabilitado para que funja como foro permanente de una exposición audiovisual en donde se presentarán en pantallas gigantes los grandes momentos del urbanismo y la arquitectura mexicana.
La directora del Fideicomiso del Centro Histórico, Ana Lilia Cepeda, explicó que la cimentación, conservación y aprovechamiento del templo y ex convento de monjas fundado en los albores del siglo XVII, correrá a cargo del gobierno capitalino y el INAH, los que erogarán 10 y 4.5 millones de pesos, respectivamente, cuya distribución y avance de obras estará bajo la supervisión de un comité técnico integrado por personal de ambas instancias.
Se trata, dijo, de mantener el anexo de este monumento nacional como basamento de las nuevas edificaciones que se construirán en la zona, como oficinas de la Secretaría de Relaciones Exteriores y del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, así como áreas para despachos de abogados, una plaza comercial, un conjunto habitacional y cajones de estacionamiento para más de 10 mil vehículos.
Hasta el momento existe mucho interés por parte de empresarios nacionales de invertir en el desarrollo de la Plaza Juárez, por lo que sus propuestas son analizadas por el gobierno capitalino, mientras éste concluyó la compra de los terrenos que ocupaban los hoteles Princess y Alameda, con un valor de 50 millones de pesos, y negocia con una sucursal bancaria la demolición de algunos de sus pisos.
La idea es mantener una altura máxima de 12 metros, que tiene el templo de Corpus Christi, y convertir todo el proyecto en autofinanciable -mediante la venta de predios al sector privado- con la plusvalía que otorgará la concreción de la Plaza, cuyo valor por metro cuadrado, de acuerdo con las proyecciones del mandatario capitalino, podría ser de 35 mil pesos, comentó.
El inmueble quedó dañado con los sismos de 1985, cuando fungía como Museo Nacional de Artes Populares, lo cual motivó que se colocaran cimbras de madera en sus bóvedas, fuera abandonado y utilizado, algunos años, como bar clandestino los fines de semanas, según cuentan algunos vecinos del lugar.
La situación, dijeron, fue del conocimiento de las autoridades delegacionales pero nunca se hizo nada, por lo que era común el ruido y las carcajadas de los parroquianos que asistían con regularidad a este sitio, casi siempre los mismos, pues "sus puertas no estaban abiertas a cualquiera y quien lo intentaba, sin invitación previa, era rechazado. Sin embargo, nunca vimos que asistieran funcionarios o gente importante".
En su mayoría, los asistentes eran de clase media y llegaban en autos comunes y corrientes que se estacionaban en las calles de Marroquí y Dolores. "No era gente conflictiva, porque nunca tuvimos golpes o balazos, aunque sí escuchamos, alguna vez, una discusión. Eso provocó que dejáramos el asunto en paz y tiempo después se acabara el barullo en el lugar", señalaron los vecinos, que omitieron dar su nombre.
Sin embargo, el policía asignado para resguardar la integridad del servicio desde hace dos años negó esta situación, así como los comerciantes que venden su mercancía a las afueras del lugar desde hace una década, aunque, expresaron, "pudo haber sido después de los sismos cuando la gente estaba enfrascada en solucionar otros problemas, pero lo que sí nos hemos percatado es que las sombras de niños y hombres vagan por sus pasillos haciendo de las suyas".