Leonardo García Tsao
El nacimiento de las calles peligrosas
Ya he dicho en varias ocasiones que Martin Scorsese es,
quizás, el único director estadunidense de su generación
que se ha mantenido fiel y riguroso a su pasión por el cine, sin
ceder nunca a las exigencias de la taquilla o la chamba. En consecuencia,
es un realizador con una filmografía libre de petardos, pero también
uno que enfrenta muchos obstáculos para llevar a cabos sus proyectos.
Pandillas de Nueva York, según se sabe, había sido
planeada por Scorsese por casi tres décadas; cuando finalmente pudo
conseguir los recursos necesarios, se vio obligado -tras más de
dos años de producción- a negociar con Harvey Weinstein (la
nueva versión del productor mercachifle con pretensiones),
y limitar el metraje de la película a menos de tres horas de duración.
Quizá
algún día veamos -en video- la versión completa del
director. Aún en su forma truncada, Pandillas de Nueva York
es un vibrante recordatorio de las extraordinarias virtudes de su autor.
Por lo general desinteresado en desarrollar una narrativa tradicional,
Scorsese apuesta aquí por el fresco histórico para contar
el turbulento origen de su ciudad natal. Situada a mediados del siglo XIX,
la historia inicia en el barrio conocido como Five Points, al sur de Manhattan,
con un sangriento combate entre dos pandillas rivales: los llamados Conejos
Muertos, inmigrantes irlandeses liderados por el capitán Vallon
(Liam Neeson), y los Nativos, protestantes xenofóbicos que comanda
Bill El Carnicero Cutting (Daniel Day-Lewis). Al final de la brutal
contienda, la muerte de Vallon a manos de Cutting es vista por el pequeño
hijo del primero. Dieciséis años después, el huérfano
-que se hace llamar Amsterdam (Leonardo DiCaprio)- vuelve al lugar para
vengar el asesinato de su padre.
Ese propósito no es el único eje dramático
de la cinta. A diferencia de sus anteriores obras, Scorsese no busca situarnos
en la mente atormentada de su protagonista. Amsterdam será más
bien el testigo unificador de los diversos elementos de la trama, que aspiran
a explicar cómo el famoso crisol neoyorquino se forjó a sangre
y fuego. De hecho, el verdadero protagonista es Bill Cutting, quien encarna
la naturaleza despiadada e implacable de quienes convirtieron a la ciudad
en un símbolo de poderío. (Cabe elogiar el inspirado histrionismo
de Day-Lewis, en un registro entre pícaro y villano, que incluso
ensaya una hipotética versión primigenia del acento neoyorquino).
De un modo vehemente y a veces disperso, el cineasta más
neoyorquino del mundo -ni Woody Allen ha retratado a su ciudad como un
estado de ánimo tan vívido- expone que ese lugar recreado
por él mismo como el infierno en la Tierra (Taxi Driver, Vidas
al límite), habitado por sociópatas (El rey de la
comedia, Después de hora), o personajes en una permanente guerra
tribal (Calles peligrosas, Buenos muchachos), fue parido de una
mezcla de racismo, corrupción política y una violencia a
flor de piel. Para rematar esa concepción, Scorsese escenifica un
hecho histórico poco conocido, los feroces motines provocados en
1863 por ciudadanos que se negaban a ser reclutados para pelear en la Guerra
Civil. La película concluye que el riego de sangre fue definitivo
para que la Gran Manzana pudiera crecer.
En toda realización de Scorsese no deja de advertirse
su vocación de cinéfilo. Pandillas de Nueva York podría
resumirse como Los guerreros cruzada con El nacimiento de una
nación, filtrada por el sentido operístico de Visconti
(el de El Gatopardo, en particular), con toques de espagueti
western y una pizca de Erase una vez en América... y
aún así nos quedaríamos cortos porque el cineasta
es sobre todo coherente con su propia visión. Scorsese ha sabido
explorar sus obsesiones buscando narrativas diversas y estirando los límites
de la clasificación genérica.
Tal vez Pandillas de Nueva York no alcance a ser
una obra maestra. La primera hora es dispareja, el romance entre Amsterdam
y el muy desdibujado personaje de Cameron Díaz se pierde en lo convencional,
y lo que ocurre en el fondo es a veces más llamativo que la acción
en primer plano. Sin embargo, una primera mirada suele no hacerle justicia
a la compleja maestría de Scorsese. Este es un título que
muy probablemente crecerá con el tiempo y las subsecuentes revisiones.
PANDILLAS DE NUEVA YORK
(Gangs of New York)
D: Martin Scorsese/ G: Jay Cocks, Steven Zaillian,
Kenneth Lonergan, basado en un argumento de Jay Cocks/ F. en C: Michael
Ballhaus/ M: Howard Shore/ Ed: Thelma Schoonmaker/ I: Leonardo DiCaprio,
Daniel Day-Lewis, Cameron Díaz, Jim Broadbent, John C. Reilly, Liam
Neeson/ P: Cappa Production, Miramax, P.E.A. Films, ILC, IEG, Q&Q Medien,
Splendid Medien. EU-G. Bretaña-Italia-Alemania. 2002.