Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 5 de febrero de 2003
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Política

Pablo Gómez Alvarez

Marcos no quiere tener amigos

No es la primera vez que Marcos ataca al PRD. Lo ha hecho en otras ocasiones, desde aquel día de 1994 en que Cuauhtémoc Cárdenas visitó Guadalupe El Tepeyac como candidato a presidente de la República. Pero las críticas del jefe político-militar del EZLN nunca han sido profundas, sino que se han quedado en lo anecdótico, circunstancial o meramente chismoso.

Claro que el voto de los senadores perredistas en favor del dictamen que reformó la Constitución en materia indígena fue un error, como el propio PRD lo ha reconocido. Pero también fue un error la firma del EZLN, en San Andrés, de un documento que no incluyó la autonomía de los pueblos indios a través de la creación de instancias de gobierno regional con atribuciones amplias. La diferencia es que mientras el PRD admitió el error de sus senadores, Marcos no admite que él renunció a la defensa de la reivindicación política más importante del movimiento indígena mexicano: la autonomía regional.

La única forma de dejar atrás el proceso iniciado en 1521, cuando se negó a través de la violencia a los habitantes originales de estas tierras el acceso al poder político, es mediante la creación de órganos de poder local que correspondan con los pueblos indios subsistentes, los cuales han sido oprimidos durante casi 500 años. Ninguno de los derechos culturales que tanto se mencionan en los acuerdos de San Andrés y, ahora, en la Constitución, podrá ser una realidad plena sin que los pueblos indios de México adquieran el derecho de contar con sus propios órganos de gobierno y su propia representación política en las instancias colegiadas del poder nacional.

Dice el PRD en su programa vigente: "Los pueblos indios tendrán derecho a construir sus propias instancias de gobierno en los territorios donde habitan, por voluntad mayoritaria de la ciudadanía de esas regiones, las cuales gozarán de autonomía, en el marco de las constituciones de los estados y de la general de la República". Esto fue lo que no se firmó en San Andrés, a pesar de que el movimiento indígena lo había planteado unos días antes en su reunión de San Cristóbal. Dice también el PRD en su plataforma legislativa para 2003-2006: "Los pueblos indios tendrán derecho a contar con autoridades propias en los territorios en que habitan con la participación de todos los habitantes de los mismos, bajo el sistema de autonomía en el marco de los estados de la Unión. La autonomía regional podrá abarcar varios municipios, sin detrimento de las funciones de los ayuntamientos. En cada región autónoma habrá un consejo democráticamente elegido. La Federación y los estados tendrán obligaciones presupuestales con las entidades autónomas, las cuales contarán, además, con capacidades jurídicas en diversas materias, entre las cuales figurarán las agrarias y del agua, medioambientales, educativas y culturales, de seguridad pública y de obras públicas". Y agrega: "En la conformación de los distritos electorales locales y federales se tomarán en cuenta los territorios de los pueblos indios, con el propósito de dotar a éstos de representación propia en los órganos legislativos con relativa independencia del número de habitantes".

En San Andrés se pactó solamente la capacidad de los municipios indígenas para asociarse con otros, lo cual ya estaba en el artículo 115 constitucional para todos los municipios del país, pero se eludió la creación de órganos regionales autónomos.

Si Marcos estuviera de acuerdo con el programa y la plataforma legislativa del PRD en materia indígena, eso querría decir que ya tiene un amigo, aunque sólo fuera en este tema. Pero sigue en la actitud de no querer tener amigos, en el sentido político, sino solamente subordinados. Como es obvio, los amigos del EZLN no son integrantes del mismo, sino personas en lo individual u organizaciones diferentes que tienen sus propios programas y, también, sus propios problemas.

El PRD tiene muchos defectos y su construcción no se ha llevado a cabo al margen de la realidad política del país. Pero cuando un líder de izquierda como Marcos afirma que el PRD no es un partido de izquierda, suceden dos cosas: el tal líder se arroga la capacidad de otorgar certificados de izquierda y ese mismo tal líder está diciendo que solamente su organización es de izquierda o que no existe ningún partido político nacional que sea de izquierda. Pero como el EZLN es un partido que no admite concurrir a las elecciones, sino que postula otras formas de lucha, entonces en este país puede no haber izquierda electoral y que viva el bipartidismo entre los dos partidos que representan los intereses de los grandes ricos y poderosos.

Marcos es magnánimo al reconocer que el PRD alguna vez fue un partido de izquierda -quizá cuando Marcos así lo decidió, pero nadie lo recuerda- y al decir que en el PRD "hay mucha gente honesta y consecuente... Pero no es ella la que decide el rumbo y el perfil de ese instituto político". Quiere decir entonces que la gente honesta del PRD es tonta al formar parte de un partido incompatible con su propia honestidad. Y eso de "instituto político" no es más que terminología priísta muy difundida, pues los partidos no son institutos, es decir, no están creados por ley. Por lo demás, eso de otorgar certificados de honestidad no expresa más que la autoproclamación moral de un título apropiado y una elemental e inservible maniobra para dividir a la humanidad entre honestos y deshonestos.

Las diferencias entre el PRD y el EZLN siempre han estado a la vista. Aunque los zapatistas no combatieron más que unos cuantos días de enero de 1994 (se han cumplido ya nueve años), sus formas de lucha comprenden las armas, mientras que el PRD es un partido que no plantea la lucha armada. Pero la más profunda diferencia no es sobre las formas de lucha, sino sobre la lucha por tomar el poder del Estado. Marcos no admite que el EZLN busque el poder, mientras que el PRD considera que su programa no será llevado a cabo más que a través del poder del Estado. Esta es una vieja discusión entre las izquierdas, la cual había dejado de tener actualidad pero en México regresó a partir del postulado del EZLN. En la visión oficial de éste, no se sabe cómo se podrá lograr la aplicación de un programa de izquierda si no es mediante la lucha política para que el poder del Estado pase de unas manos a otras, pues los actuales gobernantes del país aplican su propio programa que es, evidentemente, de derecha. Pero, además, el PRD no espera asumir el Poder Ejecutivo y la mayoría del Poder Legislativo sin dar la lucha política cotidiana, pues es también evidente que así no sería posible. Ese partido está presente en cámaras legislativas, ayuntamientos y gobiernos estatales por decisión de los electores y defiende muchas veces ahí su programa, aunque con evidentes errores que luego se discuten o no. El PRI y el PAN coinciden en que el PRD es un partido que propone soluciones sociales inaceptables bajo la zahiriente acusación de populista. En realidad, el debate principal de fondo no está entre el PRI y el PAN, sino entre éstos junto con varias otras organizaciones formadas por los grandes ricos de este país, de una parte, y la izquierda, de la otra. Y, aunque Marcos se arrogue ahora la función de extender certificados de autenticidad dentro y fuera del país, el PRD y el EZLN no están del lado de los opresores, aunque las formas para alcanzar sus objetivos sean diferentes y sus problemas internos también lo sean.

El PRD, como partido, nunca condenó el pronunciamiento armado del primero de enero de 1994, a pesar de que por aquellos días muchos intelectuales de la hipocresía se le fueron encima. Ni siquiera ha criticado alguna vez al EZLN por la sencilla razón de que no quiere dar armas a los enemigos de los zapatistas y porque sería imposible alcanzar en tal sentido un acuerdo interno suficiente. Esta actitud podría ser a su vez criticada, pues evade el debate en la izquierda, pero hay que tener en cuenta que el EZLN sigue estando en situación de arrinconamiento físico y que sería también equivocado atribuir a toda esa organización los desatinos discursivos de su principal dirigente.

Si Marcos y algunos otros no quieren tener amigos es asunto de ellos, pero los demás zapatistas tienen muchos amigos y compañeros de lucha, sencillamente porque no son sectarios. Ya se ha visto.

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