La memoria viva los rescata de su extravío en la historia oficial de ambos países
El exilio español en Francia, la gran aportación a la resistencia al nazismo
Superaron la doble tragedia de huir de Franco y encontrarse con la ocupación
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 4 de febrero. En el primer lustro de los años 40 del siglo pasado, Francia se convirtió en un país ocupado por el régimen nazi de Adolfo Hitler que, con sus escuadrones de la muerte, sus campos de exterminio y su sistema de espionaje, propagó, como nunca antes en este país, el miedo y la desolación. El día en que París se liberó de las tropas invasoras, en 1944, los primeros tanques blindados del ejército aliado que entraron a la capital gala se llamaban Madrid, Teruel, Gernika y Guadiana. Este dato refleja la importancia del colectivo de exiliados republicanos españoles en aquellos años aciagos, en los que encabezaron la resistencia contra el fascismo alemán, una gesta heroica que, a pesar de que costó muchas vidas y muchas horas de trabajos forzados, fue condenada al olvido de la historia, tanto en Francia como en el resto del mundo.
En las jornadas de debate en torno a la diáspora que provocó la Guerra Civil española (1936-1939), Espacios y protagonistas del exilio, organizada por la Fundación Pablo Iglesias, se retomó un asunto olvidado por los responsables de confeccionar la historia oficial. Pero si en España el drama del exilio, que oscila entre el medio millón y el millón de personas, se pretende rescatar de los archivos polvorientos del olvido; en Francia sucede algo similar con relación a lo que sucedió en aquellos tiempos en los que en París ondeaba la esvástica nazi.
Geneviève Dreyfus-Armand, académica dedicada desde hace 30 años a la investigación de la presencia del exilio republicano español en Francia, ofreció datos que, si bien son estremecedores, también son un homenaje -en muchos casos, póstumo- a tantos anarquistas, comunistas, republicanos y socialistas españoles que "resistieron" a la ocupación alemana.
Esos exiliados españoles sufrieron una doble tragedia: tras huir de la metralla y las ejecuciones sumarias del ejército sublevado en torno a Franco, decidieron cruzar a pie, la mayoría en 1939, los Pirineos y así llegar a Francia, "el país de los derechos humanos". Sin embargo, una vez que pisaron suelo francés fueron recluidos en infrahumanos y severos campos de concentración y, muchos de ellos condenados a realizar trabajos forzados. Después de la ocupación nazi, los exiliados españoles iniciaron su nueva cruzada -que era la misma por la que habían luchado contra sus propios paisanos-, desterrar el fascismo de Europa.
Ni la historia oficial francesa ni, por obvias razones la española, han reconocido con vehemencia la aportación de esos exiliados a la "resistencia" contra el nazismo; pero la memoria viva y los archivos históricos de aquel episodio confirman que el exilio español en Francia fue la vanguardia de esa lucha, ya sea mediante la guerrilla urbana -que en 1944 superaba los 10 mil hombres y se organizaba en torno al Partido Comunista Español-, los sabotajes o la experiencia que aportaron a la lucha armada.
Estos exiliados, todavía desgarrados por la guerra civil, se convirtieron a su vez en el primer objetivo a aniquilar del régimen de Vichy que, como castigo por pertenecer al movimiento de resistencia, envió a varios miles a los "campos de la muerte" alemanes: Buchenwald, Mattaüsen, Auschwitz, etcétera.
Muchos murieron ahí, pero otros, como Neus Catalá, José Antonio Alonso y José Martínez, sobrevivieron no por humanidad, sino porque su trabajo "forzado" era crucial para sostener la producción de granito o la construcción de sus propios "campos de la muerte".