Los conflictos están relacionados con la hegemonía de dos fuertes grupos, dicen
En Chamula, más que la tradición india se defiende el poder local: investigadores
El actual antagonismo data de 1969, cuando expulsan a sacerdotes, y de 1974, en que se firma el acuerdo que rechaza "otras religiones" diferentes de la católica, señalan en un estudio
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
San Cristóbal de Las Casas, Chis., 7 de febrero. La gravedad de los hechos en la comunidad de Tres Cruces, en San Juan Chamula, que ha provocado siete muertes y una serie de efectos colaterales que mucho deben a las interpretaciones simplistas o interesadas en la desestabilización y el endurecimiento contra los pueblos indios, demandan un esclarecimiento, sí, pero también un esfuerzo de comprensión.
De acuerdo con los investigadores Arturo Lomelí (Facultad de Ciencias Sociales de la universidad estatal) y Dolores Camacho (Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Mesoamérica y el Sureste de la UNAM), "en los alrededores de San Cristóbal y en el vecino municipio de San Juan Chamula se encuentra una de las regiones más conflictivas de la entidad y tal vez del país. Sus conflictos están relacionados con el crecimiento y el ascendente poder de dos fuertes grupos que en distintos momentos de los pasados 20 años han suscitado un alto grado de violencia".
En esto, prosiguen los estudiosos, concurren el crecimiento demográfico, la falta de desarrollo y opciones de empleo e infraestructura ocupacional, el agravamiento de las condiciones de vida en la región y los procesos políticos y electorales.
Otra vertiente de conflictos es la magnitud de la población y su relación con los recursos disponibles. "De ser una comunidad campesina con una industria artesanal y de manufactura, su población ha desbordado el espacio municipal. En la actualidad existen unos 100 mil habitantes dentro de su territorio, y cerca de 150 mil dispersos en la geografía estatal". Hay chamulas, agregan, de ya varias generaciones en la selva y las montañas de la Sierra Madre, principalmente en Jaltenango, La Concordia y Villa Corzo. En Teopisca, la población chamula creció hasta ser mayoría absoluta en el municipio, controlado históricamente por ladinos. En la frontera con Guatemala hay numerosas comunidades y en la región de los Chimalapas existen 46 localidades del mismo origen.
"Esta diáspora chamula tiene una de sus más interesantes expresiones en San Cristóbal, ciudad que hereda de la Colonia el dominio económico, político y administrativo de las regiones indígenas de Chiapas. La ciudad, en 20 años, ha pasado de 25 a más de 200 mil habitantes, debido la migración campesina". Hoy, San Cristóbal es una ciudad indígena.
En Chamula, la población ejerce presión sobre la tierra (700 habitantes por kilómetro cuadrado), por lo que cada vez más familias o jóvenes van a San Cristóbal y Tuxtla Gutiérrez. Ahora, también a Estados Unidos, lo cual originó un nuevo factor de poder: la industria de los polleros.
En un estudio reciente, Lomelí y Camacho apuntan que la situación que se ha generado entre los grupos antagónicos data de la expulsión de los sacerdotes de la diócesis de San Cristóbal, en 1969, y del acuerdo firmado en 1974 por los representantes de todos los parajes de San Juan Chamula, en el que se asentó que no se permitiría la presencia de "otras religiones" diferentes a la "tradición" católica. "Este acuerdo sentó las bases para los procedimientos en las expulsiones y la verificación en todos los parajes para que no se practique alguna religión protestante. Cada nuevo Ayuntamiento Constitucional, adquiere el compromiso de defender el acuerdo. Cuando se observa una debilidad en su cumplimiento, el cabildo es destituido."
En 1974 se inaugura la época de las expulsiones, cuando las autoridades obligaron a abandonar sus parajes a más de 200 familias.
Después se realizaron expulsiones en diversos municipios de los Altos: Chamula, Chalchihuitán, Mitontic, Chenalhó y Pantelhó. "En los tres primeros de manera reiterativa y violenta, dándose incluso asesinatos y enfrentamientos como los de Chamula, en agosto de 1976, donde fueron expulsados 600 protestantes y católicos". Luego de huir a la ciudad coleta, fueron golpeados y recluidos en la perrera municipal, donde estuvieron vigilados por soldados. Sus casas y ermitas fueron quemadas. En Chalchihuitán sucedió la matanza de Taquiukum, el 23 de marzo de 1983. "Estas expulsiones no son religiosas, sino una estrategia usada por los del poder para deshacerse de los inconformes y agrandar su dominio", señalan los investigadores.
En Mitontic, casi 400 personas fueron expulsadas de Chalam, Zaklum y Suyaló, por negarse a participar con los tradicionalistas. "Abandonaron sus lugares en camiones del ayuntamiento municipal y se refugiaron en la iglesia de La Hormiga. Estos expulsados no retornaron a sus lugares de origen y se integraron en las diferentes organizaciones de expulsados. El actual dirigente de la importante organización Vaxakmen es uno de éstos".
En Chenalhó y Pantelhó, "debido a la mayor apertura allí a diversas costumbres, el conflicto no fue tan crítico, sino que se dialogó y se tomaron acuerdos".
Entre las razones por las que en Chamula el conflicto ha llegado a extremos tan peligrosos, consideran Camacho y Lomelí, "se debe a que es un municipio de tradiciones muy fuertes y arraigadas, donde el pueblo se ha identificado por su negativa a aceptar las costumbres ladinas y a los partidos de oposición. De hecho, para que el PRI fuera aceptado tuvieron que pasar muchos años. Después este instituto político pasó a formar parte de la 'tradición'. Queda claro que no sólo se defiende la tradición india, sino el poder local".