Si la presentamos con poses nos va a ganar el
cine, el teatro o la tv, alerta Florescano
''La historia se lee si se escribe bien''
Historia de las historias de la nación mexicana,
reciente volumen del estudioso
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La historia es uno de los temas más apasionantes
e interesantes para los mexicanos, quienes van a seguirla leyendo ''si
los historiadores la escribimos bien, pero si continuamos presentándola
en jeroglíficos, con jerga, con poses de sabios, nos va a ganar
el cine, el teatro o la televisión, como está pasando", afirma
el historiador Enrique Florescano, quien habla a La Jornada de su
nuevo libro Historia de las historias de la nación mexicana
(Taurus).
En este texto, el coordinador nacional de proyectos históricos
del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes da cuenta de los cánones
que han regido el estudio del pasado. "Lo más interesante de este
libro es que es un nuevo enfoque de la tradición historiográfica
mexicana. Cuando se trataba de interpretar o de considerar cómo
se veía el pasado se revisaba la obra personal de casa historiador.
Al hacer una revisión, me encontré con que, independientemente
de la creatividad, de la imaginación o de la heterodoxia, detrás
de los historiadores había una interpretación de la historia,
una especie de cosmovisión, que es más fuerte que sus propias
interpretaciones: es la cultura en la que están inmersos y que invade
a todos los sectores políticos, sociales, culturales, y recorre
prácticamente todas las clases, sectores y regiones.''
Para
Florescano son cuatro los cánones básicos: el primero va
del principio de la creación de la civilización mesoamericana
hasta la invasión española, es la concepción indígena
del pasado. Le sigue la imposición de la visión cristiana
que imponen los europeos, y después "viene la interpretación
del pasado basado en la nación que se rompe con la gran explosión
revolucionaria de 1910, que crea la idea del Estado revolucionario", y
finalmente se encuentra la interpretación académica "que
logra reunir tanto poder como el que antes tuvo el Estado, la iglesia o
el emperador indígena".
En un principio, agrega, "yo mismo estaba convencido que
cada historiador era el que daba su propia interpretación del pasado.
Y no. Estamos enredados, a veces totalmente amarrados y dependientes de
interpretacions del pasado que son anteriores a nosotros, fuertes, poderosas,
extendidas y colectivas".
En los próximos años, estima Florescano,
va a prevalecer la interpretación académica porque "tiene
cientos, miles de expertos dedicados exclusivamente a la historia, a leer,
investigar, y se ayuda de bibliotecas fantásticas. No quiere decir
que esta interpretación de la historia sea la buena, la única,
o la más científica, también hay en los otros sectores
de la sociedad otras interpretaciones y todo eso permite que vivamos una
historia fuerte".
En Historia de las historias... el investigador
presenta una pequeña muestra de su tesis de que Teotihuacán
es la Tollan legendaria, la ciudad que dio origen a la cosmovisión
mesoamericana y que fue la metrópoli política, cultural y
religiosa más influyente entre 100 y 650 d.C. En las últimas
décadas, la teoría dominante es que Tollan corresponde a
Tula, Hidalgo.
De acuerdo con sus investigaciones, Florescano sostiene
que en Teotihuacán se hablaba una variante del náhuatl, que
los teotihuacanos conquistaron los centros políticos más
importantes de Yucatán y del Petén guatemalteco, donde iniciaron
dinastías, y que en algunos casos los mayas imitaron los símbolos
de poder, hicieron reinos semejantes a Teotihuacán y sus guerreros
imitaban a los teotihuacanos.
"Es decir que el prototipo político, cultural,
militar y religioso teotihuacano fue el dominante en esa zona. En Monte
Albán existen grabados donde se ven unos personajes que ahora, gracias
al estudio iconográfico, sabemos que eran teotihuacanos".
La migración provocada por la caída de Tollan-Teotihuacán
dio lugar a nuevos reinos, principalmente en el sureste del país.
Se van a la zona de la Laguna de Términos, donde desembocan los
Ríos Usumacinta y Grijalva y crean nuevas relaciones con el área
maya del río de la Pasión. "En la zona arqueológica
de Dos Pilas existen estelas de estos reyes de los siglos IX, X y XI vestidos
como teotihuacanos.''
Todos estos datos forman parte de un nuevo libro que Enrique
Florescano está preparando con el título Quetzalcóatl.
Metáforas e imágenes, "que es una reinterpretación
de Quetzalcóatl, que es el nombre del fundador de la dinastía
de Teotihuacán pero también una manifestación del
dios del maíz, un emblema real, la serpiente emplumada de la casa
de Teotihuacán y después se convierte en el emblema de todas
las casas reales que se dicen descendientes de Quetzalcóatl o de
Teotihuacán".
Consciente de la controversia que causa esta teoría,
Florescano señala que los historiadores e investigadores deben abrirse
a las nuevas tesis. "Los que se quedan anclados en las interpretaciones
o paradigmas anteriores no se desarrollan. Las ciencias, ya sean sociales
o duras, son cambiantes. Un investigador debe tener la nariz, los ojos
y los sentidos abiertos al cambio, de lo contrario la imaginación
y el cerebro tienden a hacerse flojos y quedarse contentos con lo que ya
está reconocido, estudiado y visto, pero la ciencia se desliza hacia
nuevas perspectivas, hacia ventanas que hay que abrir para estar al día".
Como parte de su interés por acercar la historia
a diferentes públicos, Enrique Florescano ofrecerá una serie
de conferencias en la sede de la Academia Mexicana de la Historia, que
se inicia este lunes 10 con Memoria mexicana, el miércoles
Memoria indígena y el lunes 17 será Historia de
las historias de la nación mexicana. La cita es a las 18:30
horas en Plaza Carlos Pacheco 2i, entre Balderas y Revillagigedo (a una
cuadra de La Ciudadela).