Marco Rascón
Bush, Ƒniño de Brasil?
Para que exista el bien debe vivir el mal. George W. Bush se hizo no gracias al voto de los estadunidenses, sino a Bin Laden, su gran aliado e interlocutor, quien envía mensajes televisivos amenazantes cada vez que a Bush se le acaban los argumentos belicistas, así como a Powell y a Rice. ƑCuánto costarán a la Casa Blanca las transmisiones por Al Jazcera del líder de Al Qaeda? ƑPagarán tiempo Triple A mundial?
Aquella película situada en Brasil sobre los clones de Adolfo Hitler nacidos en probeta se ha hecho realidad: hoy ese clon preside Estados Unidos y ha empezado a cometer los mismos errores -en beneficio de la humanidad, claro está-, pues ya dividió profundamente a Estados Unidos, a todo el mundo globalizado occidental, a la OTAN y la misma perspectiva energética.
Gracias a Bush la idea de paz se ha globalizado, pues mientras él y los intereses que representa (12 por ciento del PIB estadunidense ligado a la industria militar) se preparaban para la guerra en defensa de lo obsoleto, el resto del mundo se prepara para dejar la era del petróleo y entrar a la del hidrógeno. Francia y Alemania son punta de lanza en nuevas tecnologías energéticas, lo cual los ha llevado a tomar distancia y una posición de reto frente a las debilidades estructurales y anacronismos de Estados Unidos e Inglaterra.
El "niño de Brasil" les salió igualito, pero torpe. La guerra que impulsa Bush contra Irak es como la lucha que dieron los ganaderos del siglo xix al oponerse al ferrocarril y el automóvil, retando a las carreras a las nuevas máquinas diabólicas que iban a desplazarlos de las ciudades y las praderas.
En los dos próximos años la "autopista del hidrógeno" se construirá en Europa a fin de que los nuevos autos, que despiden vapor de agua en vez de monóxidos, circulen masivamente por el mundo.
La guerra de Bush contra Irak no sólo es por el petróleo, sino por la obsolescencia; por eso Estados Unidos se negó a firmar el Protocolo de Kyoto, pues sus proyecciones económicas y energéticas lo han convertido en uno de los principales causantes del calentamiento de la Tierra. Su negativa a la reconversión tecnológica y su conservadurismo energético y militarista llevará a Estados Unidos no sólo a una crisis cíclica, sino a la bancarrota imperial, tal como sucedió a Roma y a otros imperios.
La usurpación que hizo Bush del poder ha llevado a ese país a perder hegemonía y liderazgo. Con su cretinismo se llevó los principios de legalidad electoral y limpieza en los negocios que enarbolaba el imperio; no conforme, ahora se erige en violador sistemático de derechos humanos en el mundo y dentro de su mismo país.
Si Bin Laden y la vieja CIA le ayudaron con los actos del 11 de septiembre de 2001, ese capital político inicial lo ha dilapidado con su insistencia en bombardear a Irak a toda costa.
Para el resto del mundo, que no comparte ni la histeria ni las misiones santas de Bush, detener los bombardeos es fundamental, pues si es cierto, como dice, que esa guerra "se acabará en un tiempo corto", el bien necesitará inmediatamente de un Irak II que sustituya a Irak I para mantener al mundo dependiendo de la fabricación de misiles.
La guerra en pleno es un gran negicio, pero también deja jugo la tensión previa, aunque sólo se benefician los intereses de quienes están ligados a las actividades especulativas, que en el caso del petróleo han propiciado la elevación de precios, lo cual acrecienta el valor de las reservas texanas. Tras ellos van todos aquellos que han apostado en la misma casilla y que dependen de esa visión y esos intereses.
Tony Blair, José María Aznar, Silvio Berlosconi piensan que el futuro de sus países está ligado a las reservas estadunidenses y que bombardear a Irak los pondrá en la nueva burbuja de un crecimiento basado en la histeria.
Aunque no bombardeara, Bush ya dañó enormemente a su país, pues acrecentó la paralización y aceleró la recesión. Sus odios contra el mundo árabe apenas pueden ocultar que son más profundos contra los que ya le ganaron a Estados Unidos la carrera de la competencia comercial y el despegue tecnológico basado en el hidrógeno. Sus verdaderos enemigos son éstos y China, que crece a ritmos superiores de 10 por ciento, mientras se deleita con las debilidades estadunidenses, así como de su desindustrialización.
El clon de Hitler sólo tuvo un defecto con relación al original: es tonto y se le nota, por eso goza cada vez que cae en los mismos errores, a los que otros por iniciativa propia. Está convencido de que la humanidad no evolucionó y que no aprendió la lección del pasado.
Por eso los mexicanos queremos dar disyuntivas a los histéricos que compraron miles de rollos de cintas adhesivas: cursos de artesanía para que hagan cortinas, forren los sillones de la sala y hagan bolsas de mano o maceteros de macramé con masking tape, ya que no podrán usarlos, porque el mundo ya no se calla, ha salido a impedir la guerra e imponer la verdad.
Posdata: Favor de llevar un gafete con su nombre en la próxima manifestación, pues debido al Alznheimer que padecemos casi todos hasta olvidamos cómo nos llamábamos.
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