A los 12 años comenzó su carrera
en el cine al trabajar en filmes experimentales
Recibe Ismael Rodríguez la medalla Salvador
Toscano en la Cineteca
Lamenta el estado actual de la cinematrografía
nacional, "sólo un milagro haría que se convirtiera otra
vez en industria" Afirma que el Alzheimer comienza a corretearlo
JUAN JOSE OLIVARES
"Ismael Rodríguez, gracias", fue la voz generalizada,
omnipresente, en el homenaje al cineasta mexicano, reconocido ayer en la
Cineteca Nacional con la medalla Salvador Toscano al mérito cinematográfico
2002 otorgada por la Fundación Carmen Toscano, la Academia Mexicana
de Ciencias y Artes Cinematográficas y la Cineteca Nacional.
"Debo decir que en el cine sé hacer de todo; sólo
ignoro cómo fabricar el celuloide; un día de éstos
iré a donde lo hacen para enseñarme. Digamos que en este
oficio soy maestro de todo y oficial de nada", es un comentario escrito
del cineasta, así, en toda la extensión de la palabra; de
un hombre de cine, pues, que ayer agradeció a sus 85 años,
el recibir un homenaje en vida; "así, siempre son mejores", dijo.
"La
obra de Rodríguez es un referente inequívoco, no sólo
del cine, sino de nuestro identidad nacional", afirmó la directora
de la Cineteca, Magdalena Acosta.
Ismael, uno de diez hermanos dedicados casi todos al cine,
comenzó a actuar en filmes experimentales como extra ("¿quieres
salir en el cine?, me preguntaron como a los 12 años. 'Nomás
tienes que comprometerte a estar horas en el trabajo y llevarte tu lunch',
me dijeron"). Estudió fotografía con Jorge Stahl padre. Luego
se convirtió en primer asistente de sonido mientras era extra. En
1935 estudió sonido y proyección en California; obtuvo un
premio como mejor sonidista a los 19 años de edad. En 1939 fundó,
con sus hermanos, Películas Rodríguez -produjo muchos largometrajes,
de los cuales dirigió 34- y al siguiente año, además
de fungir como editor y asistente, escribió el guión de Ay
Jalisco no te rajes, primero de los 42 que elaboró.
Para 1942 escribe, dirige y produce Qué lindo
es Michoacán, que a los 22 años, lo convirtió
en el cineasta más joven del mundo.
Para la presidenta del Conaculta, Sari Bermúdez,
"casi ninguna actividad del séptimo arte le ha sido ajena, desde
la más modesta hasta la de mayor responsabilidad. Ha creado y recreado
a numerosos personajes que distintas generaciones hemos disfrutado. Su
gran pasión, y en la que ha volcado su talento y experiencia, ha
sido la dirección de cine ("Soy un producto de los directores con
los que trabajé -escribió Rodríguez-: A Ramón
Peón le aprendí su sistema para organizar break-downs
y planos de rodaje. De Chano Ureta aprendí sus locuras, a veces
geniales. De Juanito Orol... bueno, él fue un gran tipo. Siempre
he hecho un cine ingenuo, pero muy sincero..."). El cineasta logró
crear un mundo de sueños e ilusiones aunque con un fuerte parecido
a la realidad".
La presidenta del Conaculta aprovechó para dictar
su comentario oficial: "El reconocimiento a una gloria del cine es buen
escenario para reafirmar la convicción del gobierno federal, del
presidente Fox y de Conaculta de que hemos hecho lo correcto apoyando a
la producción del cine mexicano, seguiremos apoyándolo pese
a cualquier otra opinión".
Entre sus más importantes realizaciones se cuentan
La cucaracha (cinta que compitió en Cannes junto con Nazarín,
de Luis Buñuel, y que protagonizaron María Félix,
Dolores del Río y Emilio Fernández), El hombre de papel,
Tizoc (ganadora de un Oso de Oro en el festival de Berlín
a Pedro Infante como mejor actor), Pepe El Toro, Así era
Pancho Villa, Nosotros, los pobres, Ustedes los ricos,
Los tres García, Los tres huastecos, La oveja negra,
No desearás la mujer de tu hijo, Dos tipos de cuidado,
Sobre las olas, Pepe el Toro, entre otras.
Formó junto con Pedro Infante uno de los binomios
más representativos del cine nacional. "La gratitud es una de las
cualidades que debemos tener todos. Descubrí con Ismael el camino
para comunicarnos con el público; soy muy malo como actor, ni yo
me aguanto, y él me dio la carrera, él me enseñó
y creo que como lo hizo conmigo, ha enseñado a varios compañeros
míos", dijo alguna vez Pedro Infante.
"Ismael no debería ser un pilar del cine, sino
un monumento", comentó la actriz Diana Bracho, presidenta de la
Academia mexicana.
En su intervención ante el micrófono, Ismael
dijo: "Podría haber traído mis papelitos para leerlos, algo
que había pensado durante varios días, pero al día
siguiente se me olvidó y es que creo que Alzheimer, sospecho, me
anda dando unas correteadas, y yo me le escondo. Pero estuve pensando que
los amigos se conocen en la cárcel y en el hospital, ahora veo que
también en los homenajes como éste, así que gracias
por ser mis amigos".
Los personajes son lo más importante de una
película
Este galardón es, dijo el realizador, "un acto
de justicia, trabajé tanto en cine y con tanto cariño y con
todos los actores y técnicos que, al final, no cuesta trabajo hacer
buen cine; tuve la suerte de que toda la gente me quisiera".
Sin duda sus personajes tenían algo peculiar. "En
primer lugar reflejaron humanidad. Las cintas que el tiempo, que es cruel,
no abandona, son las películas que se mueven alrededor de personajes
que al pueblo le llegaban al corazón. Esos famosos personajes son
como los que se refería Frank Capra, quien decía que lo más
importante en una cinta no era el argumento, sino los personajes, y éstos
hacían al argumento."
Se le pidió al maestro Rodríguez que relatara
alguna anécdota, pero ese fantasma del Alzheimer lo rondó:
"estoy perdiendo la memoria, siento que todos los días se me olvidan
una o dos palabras de uso común, pero sí me gustaría
platicar la última que recuerdo; fue con mi compadre y amigo, Mario
Moreno Cantinflas, a quien conocía desde sonidista, y fue que me
dijo que hiciéramos una cinta; le dije que cuándo empezábamos.
De hecho la tengo escrita y su nombre es El triple A, o sea: Alcohólicos
Anónimos Arrepentidos, ese era el título".
Se le cuestionó sobre la situación actual
del cine mexicano. "Ahora el cine mexicano es tan chiquito, tan chiquito,
que sería un milagro que resurgiera como industria. Es lamentable,
da tristeza que casi no exista, mientras no ocurra un milagro. La gente
que valía ya murió, los escritores...", Aunque a lo lejos
se escuchó una voz: "Aquí hay una que no ha muerto, Ismael,
soy Evita Muñoz Chachita".