La estrategia de seguridad de EU lo llevará
a mantener un poderío global: analistas
Irak es sólo el comienzo, el resto de la historia
"será escrita por nosotros": Bush
Previo a la guerra justifica su política para
"imponer libertad y democracia" mundial
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 27 de febrero. El presidente
George W. Bush confirmó que la destitución de Saddam Hussein
es sólo el inicio de un esfuerzo mucho más amplio para reconformar
el mapa del Medio Oriente y demostrar que hoy Estados Unidos es el poder
dominante del mundo.
En un discurso ofrecido el miércoles ante el conservador
American Enterprise Institute, Bush inició su intervención
afirmando que "este es un periodo crucial en la historia de nuestra nación
y del mundo civilizado".
Reconociendo modestamente que buena parte de la historia
del mundo había sido escrita por otros, agregó sin ningún
matiz: "el resto (de la historia) será escrita por nosotros".
El presidente y sus asesores han articulado, de manera
más pública y explícita que cualquier otro gobierno
en el último medio siglo, una política de seguridad nacional
sentada en la visión de un mundo unipolar donde Estados Unidos es
el poder dominante.
En su documento sobre estrategia nacional emitido el año
pasado, Bush afirmó sin reservas que su país debe ser el
poder militar dominante en el mundo y que tiene que actuar de forma preventiva
para asegurarse que ningún otro poder pueda surgir para desafiar
al estadunidense.
Pero esta semana Bush dio otro paso, argumentando que
este país no sólo derrocará al presidente Saddam Hussein,
sino que está comprometido a reconstruir un Irak "democrático"
y pro estadunidense que, a su vez, podría servir de catalizador
para el cambio en otros países de Medio Oriente.
El derrocamiento de Hussein también consolidará,
según esta lógica, a Estados Unidos como el poder supremo
en el mundo. Con sus declaraciones de esta semana, Bush aplicó una
visión neoconservadora de la política exterior estadunidense,
articulada primero por algunos de sus más cercanos asesores hace
casi una década en un borrador de una estrategia de seguridad nacional
preparada para el gobierno de George Bush padre.
El
vicepresidente Dick Cheney; el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld,
y el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, son todos promotores de
esta visión de una política exterior que abiertamente busca
derrocar a cualquier gobierno considerado no amigo y asegurar a toda costa
la supremacía estadunidense.
En el borrador del documento de estrategia de seguridad
elaborado poco después del fin de la primera guerra del golfo Pérsico,
Wolfowitz argumentó explícitamente en favor de la acción
"preventiva" y si fuese necesario, unilateral, para derrocar a gobiernos
de Estados que poseen armas de destrucción masiva. Estos estrategas
no estaban de acuerdo con la idea de contención articulada por algunas
de las figuras más reconocidas entre los republicanos en política
exterior, y que fueron adoptadas por el gobierno de Bill Clinton.
Pero Wolfowitz, Cheney y Rumsfeld ahora están en
el mando y al escuchar el discurso de Bush el miércoles, quedó
claro que tienen la atención del presidente. Pero ese discurso también
fue significativo por otras razones.
"Donde ofreció el discurso es más importante
que las palabras", indicó el analista Jim Lobe a La Jornada.
Explicó que la decisión de la Casa Blanca de presentar este
discurso en el American Enterprise Institute (AEI) marca el giro de la
política. "Ese es el eje de la red entera de los neoconservadores
que han sido los proponentes más ávidos de lanzar la guerra
contra Irak y llevarla más allá de ese punto".
El AEI es la sede de la ex embajadora de Estados Unidos
ante la ONU Jeanne Kirkpatrick, y de algunos de los conservadores más
radicales del país. Otro grupo de esta red, Proyecto por un Nuevo
Siglo Americano, sostuvo el año pasado en un memorándum de
política que "mientras que el conflicto no resuelto con Irak ofrece
la justificación inmediata, la necesidad de una presencia sustancial
de las fuerzas estadunidenses en el Pérsico trasciende el asunto
del régimen de Saddam Hussein".
El objetivo central de esta política, argumentó
este grupo, es "mantener la preeminencia global de Estados Unidos... y
moldear el orden de seguridad internacional en línea con los principios
e intereses estadunidenses".
La acción militar en Irak cambiará al gobierno
de ese país y demostrará a otros gobiernos lo que podría
ocurrir si desafían a Estados Unidos. "A otros regímenes
les será dada una advertencia clara de que el apoyo al terror no
será tolerado", advirtió Bush en su discurso ante la AEI.
Pero más allá de las advertencias a otros
gobiernos, Bush dijo esta semana que el plan militar estadunidense considera
también reconstruir un gobierno democrático y plural en un
Irak unificado. Eso podría no ser fácil, y el general Eric
Shinseki, jefe militar, comentó recientemente que cientos de miles
de soldados permanecerán en Irak para establecer un clima estable
para ese cambio democrático. El propio Bush indicó que Estados
Unidos no está intentando determinar el futuro gobierno de Irak,
pero sí asegurarse que Hussein no sea sustituido con otro dictador
"brutal".
Como parte de esto, Bush prometió un plan masivo
de asistencia para la reconstrucción de Irak, algo parecido al Plan
Marshall, y rechazó críticas de que Estados Unidos simplemente
busca instalar un régimen clientelar. Después de otros conflictos
en el pasado, señaló Bush, "no dejamos atrás ejércitos
de ocupación, dejamos constituciones y parlamentos".
Al parecer, la memoria no funciona perfectamente. En Kuwait,
el país más recientemente "liberado" por las fuerzas estadunidenses,
el gobierno actual es una monarquía donde el derecho al voto está
limitado a un pequeñísimo grupo de hombres adultos que puedan
comprobar la nacionalidad histórica de su familia hasta por lo menos
1921.
Y el actual gobierno de Afganistán puede ser calificado
de muchas maneras, pero pocos se atreven a afirmar que los "señores
de la guerra" que tienen el control de buena parte del país son
"demócratas". Aunque cuando Estados Unidos invadió Afganistán
en 2001, Bush prometió ayudar a la reconstrucción de ese
país, este año a la Casa Blanca se le "olvidó" incluir
fondos en asistencia extranjera para Afganistán al presentar su
presupuesto al Congreso (avergonzados asesores de la Casa Blanca corrigieron
el error, pero la omisión deja claro qué tan central es el
tema afgano en el pensamiento del gobierno de Bush).
Mientras tanto, los asesores de la Casa Blanca ya están
elaborando todo tipo de visiones, incluyendo políticas económicas,
para un Irak de posguerra. El diario Los Angeles Times reportó
que los diseñadores de políticas ya comenzaron consultas
sobre la privatización de la empresa petrolera nacional iraquí
con algunos líderes exiliados y empresas petroleras estadunidenses.
"Un nuevo régimen en Irak serviría como
ejemplo de libertad dramático e inspirador para otras naciones en
la región", declaró Bush esta semana.
Así, ya se está pensando más allá
de Irak aun antes de que comience la guerra. Ya se justifica una política
para imponer "libertad" y "democracia" a través de la acción
militar.
Pero este modelo, si es que se establece con base en la
historia reciente, se tratará menos de libertad y democracia y más
de la alineación política y económica con Estados
Unidos.
Apenas empiezan, dicen, a escribir esta historia.