¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Una carta, otra visión
DE VEZ EN cuando recibo la opinión de algún
lector o el juicio de un aficionado sobre mis reflexiones en voz alta en
torno a la otrora fiesta de los toros, gracias a la apertura, independencia
y trayectoria periodística de La Jornada. La mayoría
no son publicables, o porque carecen de interés para usted o porque
los adjetivos dedicados al tal Páez me dejan francamente mal parado.
Hoy transcribo la carta que firma Sebastián Guerrero C., de Tlalnepantla:
"HACE
AÑOS LEO sus artículos, unas veces con gusto y otras
contrariado, pero siempre con interés. Percibo en usted, además
de un inusual criterio independiente, buenas intenciones, afán honesto
por 'recuperar una grandeza', en buena medida teórica, de la fiesta
brava y no poco mal humor. Da la impresión de estar enojado con
el mundo y de utilizar a la fiesta brava como chivo expiatorio. Pero ni
usted es responsable del estado del mundo ni la tauromaquia tiene por qué
pagar los platos rotos de sus exasperaciones."
"LA PROMOCION DE toreros en México cayó
en un absurdo círculo vicioso: los diestros jóvenes no torean
en provincia si antes no han triunfado en la capital, y no torean aquí
si no han cortado orejas en plazas importantes del interior. Esto es sobre
todo responsabilidad de empresarios y ganaderos de provincia, sin ningún
interés por hacer fiesta en sus regiones.
"INSISTE USTED EN que nuestras figuras rivalicen
en el ruedo, pero éstas no están dispuestas a hacerlo. Usted
desea que haya nuevos nombres atractivos en México, pero no existen
y en nuestro medio lleva tiempo formarlos. Usted, como muchos aficionados,
quisiera que en las principales plazas del país se lidiara el toro
con edad y trapío, pero a los toreros famosos es lo que menos les
interesa.
"SOLO COMETE ERRORES aquel que se decide a actuar.
Los que se dedican a teorizar desde una computadora a lo mucho cometen
errores de sintaxis o 'de conciencia', que a nadie interesan aunque a muchos
críticos 'positivos' los beneficien. Usted, Páez, es dado
a pontificar y a dogmatizar, aunque se nota que no es creyente. Le sugiero
aprender de la sabia humildad del Sumo Pontífice, que desde su elevada
jerarquía busca conciliar, no dividir, y procura comprender, más
que condenar.
"ME GUSTARIA, COMO aficionado de toda la vida,
que reconsiderara sus juicios y fundamentara más sus análisis
para que esa columna, original y con personalidad, qué duda cabe,
ganara en orientación y perdiera en subjetivismos. Con su pluma
usted puede hacer mucho daño a la fiesta, aunque no tanto como el
que a diario le causan los taurinos. Sé que mi carta no puede aparecer
en su columna, pero ojalá contribuya a matizar su apreciación
de la realidad taurina de México. Atentamente."