Armando Labra M.
Fabela, revisitado
No sé si el año pasado alguien conmemoró el 120 aniversario del natalicio de Isidro Fabela ni sé tampoco si en 2004 habrá alguna ceremonia por el 40 aniversario de su muerte. Lo que sí sé es que pocos de quienes deberían conocer su obra, la conocen. Sobre todo sus aportes a la diplomacia mexicana.
En los tiempos que vivimos, nadie más relevante para entender la política exterior mexicana que Isidro Fabela. Tan radical antimperialista como anticomunista, fue un verdadero artífice de la diplomacia mexicana en sus momentos más brillantes, visionarios y talentosos. Y tan lejanos. Ciertamente, se dirá, eran otros los tiempos en los que se desplegó Fabela. Pero, Ƒen verdad eran otros? Uno de los textos clásicos del internacionalista mexiquense se titula ni más ni menos que Los Estados Unidos contra la libertad (editado por el Instituto Mexiquense de Cultura en la espléndida Biblioteca Isidro Fabela, 1994) y comienza a boca de jarro con el prólogo escrito en los años 20 del siglo pasado diciendo:
"Estados Unidos de Norteamérica ha privado de su independencia al pueblo filipino, al reino de Hawai, Puerto Rico, a Haití y a la República Dominicana. Estados Unidos actualmente menoscaba la soberanía de Cuba, Nicaragua, Honduras y Panamá, imponiendo a estos países servidumbres políticas, militares o económicas, que los colocan en la categoría de estados semisoberanos. Estados Unidos segregó a Colombia su provincia de Panamá...(e) intervino recientemente en México, ocupando por la fuerza el puerto de Veracruz y parte de la frontera septentrional de esta república. Los hechos históricos justifican el título de este libro."
Y continúa diciendo que, "desgraciadamente, Estados Unidos se ha mostrado ante el mundo de un modo, y respecto de ciertas nacionalidades se ha producido de otro bien distinto. Las palabras del gobierno de Washington han sido libertarias y algunos de sus hechos, liberticidas".
Muchos años después, en 1954, don Isidro publicó un texto que resulta obligado leer en estos días, cuando prevalece la confusión en cuanto a nuestra relación con Estados Unidos. Me refiero a Buena y mala vecindad.
Permítanme unas cuantas citas. Nada nuevo dice Fabela al afirmar ya hace 50 años que "la historia de México está llena de políticos que cometieron errores... unos pagaron con su vida su trágica equivocación, y otros siguieron viviendo quizá con la creencia de que no habían cometido yerro". Y continúa, ahora sí, con gran vigencia constatada a lo largo de más de 20 años de entreguismo, diciendo que "los equivocados de ahora pueden ser muy peligrosos: tan peligrosos como los que trajeron al archiduque austriaco, porque estiman que para vivir en paz y crecer en paz, necesitamos forzosamente, no la amistosa ayuda, no la armonía, no la compenetración de pareceres con el gobierno norteamericano, sino el sometimiento de nuestra voluntad a las exigencias de la cancillería de Washington... Y ésta sería la peor de nuestras catástrofes", concluye.
Fabela estaba convencido de que no bastaría con la conciencia justiciera del pueblo estadunidense para rectificar la conducta de la cancillería de Estados Unidos. Habríamos, nosotros los mexicanos, hacer ver "que si tenemos gentes débiles dispuestas a claudicar, a permitir que se viole lo intrínseco de México, la inmensa mayoría está dispuesta, en cambio, a defender su dignidad, su Constitución y su independencia, dando la vida por ello si es preciso, llegando a todos los extremos a que nos lleven los imperios nórdicos..."
Hay que revisitar a Fabela para aquilatar sus aportes. La lección del internacionalista mexiquense se podría resumir en que para México únicamente habría -y ciertamente aún hay- dos vías de relación con Estados Unidos. Por un lado, la que han asumido nuestros gobiernos desde 1982 y ocasionalmente en otros momentos del siglo xx: anticiparnos sumisamente a firmar lo que Washington nos ponga enfrente, reconociendo así la supremacía continental del vecino del norte. La otra vía, y precisamente por reconocer tal supremacía, consiste en negociar todo, como lo hicimos, y bien, la mayor parte del siglo pasado.
Lo logramos antes con éxito, Ƒpor qué no intentarlo ahora? Es cierto que por haber transitado en la postura sumisa ahora nos encontramos en una circunstancia económica y política de gran debilidad frente a Estados Unidos. Que estamos en espera de la venganza por no alinearnos en el dramático caso de la esquizofrénica invasión a Irak. Sin embargo, vista en perspectiva, la diplomacia mexicana ha transitado airosamente por presiones y tensiones similares y hasta superiores. Supimos salir con dignidad y prestigio siempre que no fuimos sumisos. No lo seamos ahora. Nos irá mucho mejor.
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