Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 12 de abril de 2003
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Cultura
Auditorio Nacional y Palacio de los Deportes, dos ejemplos de cesión a la IP

El recinto de Moneda 4 correrá suerte similar a la de otros espacios públicos

Recurre el gobierno de Fox a la figura jurídica del comodato para otorgar al clero el uso privado del antiguo palacio OCESA, una de las empresas beneficiarias

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

El Auditorio Nacional y el Palacio de los Deportes son dos variantes de administración y uso de recintos públicos por la iniciativa privada. Se trata de dos inmuebles del Estado puestos en manos de particulares, como ahora el gobierno de Fox está a punto de hacer con el Palacio del Arzobispado, en la modalidad de comodato.

El Auditorio funciona bajo la figura jurídica del ''fideicomiso" y el Palacio de los Deportes en la modalidad de ''arrendamiento". Los cambios en sus administraciones -realizados en 1991 y 1990, respectivamente- formaron parte de la estrategia ''modernizadora" de Carlos Salinas.

Uno de los primeros efectos de esos cambios fue la apertura de las autoridades para la realización de conciertos masivos de rock en México, luego de casi 20 años de tácita proscripción (a partir del festival de Avándaro, en 1971). Así, Salinas mataba dos pájaros de una pedrada: por un lado, quedaba bien con la población juvenil (decisiva a la hora de contar votos) e internacionalmente daba a su gobierno una imagen presuntamente democrática, que favorecía su propósito de atraer inversionistas extranjeros (habida cuenta de que la industria musical es una de las que más dinero mueven en el mundo).

La medida también colocó a México en el selecto circuito de países dignos de ser considerados por las luminarias del rock a la hora de programar sus giras internacionales. Sin embargo, tuvo un efecto negativo: los prohibitivos precios de entrada a esos conciertos excluyeron de facto al público con menos recursos económicos.

OCESA, la beneficiaria

La empresa Operadora de Centros de Espectáculos, SA de CV (OCESA) es la gran beneficiaria de las modificaciones administrativas de ambos espacios.

El Auditorio Nacional fue construido en 1952 para albergar actividades ecuestres. En 1953 fue puesto en manos de la Secretaría de Educación Pública y, administrado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), pasó a ser parte de la Unidad Artística y Cultural del Bosque. Tras ser remodelado por el entonces Departamento del Distrito Federal (DDF) en 1991, se le dio la figura jurídica del fideicomiso, cuya administración se clasifica como entidad privada, autónoma, pero supeditada a un ''Comité Técnico", su máximo órgano de gobierno, integrado por altos funcionarios del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el INBA, el Gobierno del DF y cinco personas ''de reconocido prestigio en la sociedad mexicana", varias de ellas vinculadas con la IP. De acuerdo con la página oficial del auditorio en Internet, ''los remanente económicos" que genera al año el recinto se dividen en partes iguales entre el INBA y el gobierno del DF para la realización de ''actividades artísticas y culturales".

Obra emblemática del arquitecto Félix Candela, el Palacio de los Deportes fue construido para los Juegos Olímpicos de 1968. Durante un tiempo fue administrado por la entonces dirección de Promoción Deportiva del DDF y luego por Socicultur. Por considerársele un ''elefante blanco" para el presupuesto capitalino, el primero de diciembre de 1990 se arrendó y otorgó su operación a OCESA. En medio de protestas de la comunidad deportiva, la empresa se encargó de su reacondicionamiento y habilitación, sobre todo, para espectáculos musicales. Los términos del arrendamiento se acordaron -según palabras del entonces coordinador técnico del Palacio de los Deportes, Juan Benjamín Luna (La Jornada, 10/01/91)- ''en los más altos niveles", entre el regente Manuel Camacho Solís y los propietarios de OCESA".

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