MAR DE HISTORIAS
El asunto de la guerra
CRISTINA PACHECO
Olores y sonidos se mezclan en el estrecho departamento de la familia Parrilla Pérez. La diversidad de actividades y horarios limita su convivencia a fines de semana y vacaciones. Este sábado, aprovechando que sus hijos Luis Miguel, Dalila y Kevin salieron de excursión, Roxana decidió emplear sus habilidades de cocinera para atraer a su esposo. En los últimos meses ha visto a Rubén distante y reservado: sospecha que tiene otra mujer.
I
Roxana termina de bañarse, se viste de prisa y aprovecha que aún hay agua para pulir el lavabo. Al levantar la cabeza se ve reflejada en el espejo del botiquín. Sofoca un grito cuando descubre otra línea en su frente. La última vez que se inspeccionó a detalle fue en diciembre, cuando se maquillaba para ir con su esposo al brindis del compadre Saúl.
Entonces sólo tenía una arruga profunda entre las cejas. Se la mostró a Rubén y él dijo: "Te salió porque eres muy preocupona". Ella pensó en aprovechar el momento para confesarle a su marido las razones de su inquietud, pero él no le dio tiempo. "Voy por el coche al estacionamiento antes de que el cabrón de la joyería tape la salida con su mendigo vocho".
El recuerdo ahonda el malestar de Roxana mientras sigue mirándose al espejo. Ladea la cabeza, se restira el cabello pero no logra darle a su expresión un aire sereno. Finge una sonrisa. Se le borra cuando oye golpes a la puerta:
RUBEN: Llevas horas allí metida. Ya deja de pintarrajearte ante el espejo.
ROXANA: Estoy lavando lo que dejaste sucio. (Abre la puerta y ve a Rubén con la camiseta limpia.) ƑVas a salir?
RUBEN: Sí Ƒpor qué?
ROXANA: Son las tres. Ya es hora de comer. (Le acaricia la mejilla con dulzura.) Hice pescado.
RUBEN: šQué padre! (Entra en el baño y cierra la puerta.) ƑY tus hijos?
ROXANA: Prometieron regresar hoy, pero no creo. Se van y se olvidan de que tienen familia. (Se acerca a la chamarra de su esposo y la huele.) A veces pienso que ya no les gusta estar aquí, a lo mejor porque el departamento es muy chico.
RUBEN: Pues que busquen trabajo y renten su casa.
ROXANA: Están todavía chamacos. Mejor que sigan estudiando. (Oye el chorro del agua y se dirige a la estufa.)
RUBEN: Ojalá les sirva de algo. (Aparece en la puerta del baño secándose las manos.) Acuérdate de Palmira: se recibió de abogada y anda vendiendo en los tianguis.
ROXANA: Se me hace que el pescado está muy picoso. (Mete la cuchara en la olla y prueba.) No, pero le falta sal.
RUBEN: ƑHay chelas?
ROXANA: Sólo refresco.
RUBEN: Entonces voy por un sixpack a la tienda del Güero.
ROXANA: No. Luego te atoras por ahí y ya no vuelves. (Ve a su marido dirigirse a la puerta y grita:) Acuérdate: hay pescado.
II
Roxana está sentada en la litera, frente al televisor encendido. Se levanta cuando oye entrar a Rubén con sus cervezas.
ROXANA: Van a dar las cinco. (Se acerca y advierte el aliento alcohólico de Rubén.) Estuviste tomando.
RUBEN: Ya conoces al Güero. (Abre una botella.) Es bien platicador.
ROXANA: Y muy borracho. (Se dirige a la cocina.) ƑY de qué tanto hablaron?
RUBEN: De la guerra. (Bebe.) Esa madre está de la fregada.
ROXANA: No pienses en eso ahorita. (Desde la cocina.) Calenté el pescado como veinte veces, a ver si no se saló mucho.
RUBEN: Deja que lo pruebe. (Se sienta a la mesa.)
ROXANA: Ojalá te guste. (Vierte las raciones en los platos.) Me pasé toda la mañana cocinándolo.
RUBEN: Se ve sabroso. (Conforme revuelve el guiso se va poniendo más tenso.) Oye, le siento un olorcito medio raro.
ROXANA: Ha de ser la mejorana.
RUBEN: ƑTú crees? (Se inclina, olfatea el platillo y lo retira.) šNi madres! Está pasado.
ROXANA: Pero si fui a comprarlo a La Viga.
RUBEN: Será el sereno špero huele mal!
ROXANA: šImposible! Lo rebanaron delante de mí.
RUBEN: ƑLo revisaste? (Percibe el desconcierto de su mujer.) ƑLe viste bien los ojos?
ROXANA: ƑAl pescado? Pues...
RUBEN: ƑEstaban brillantes? Porque si no... (Exasperado por el silencio de su mujer.) Y la carne, Ƒla sentiste durita?
ROXANA: Te juro que no olía mal.
RUBEN: ƑY las escamas? Cuando se le arrancan con facilidad es que el pescado ya se está descomponiendo.
ROXANA: Pues yo sí voy a comer. šAllá tú si no quieres!
RUBEN: šNo! (Golpea el brazo de Roxana y la cuchara salta de su mano.) Una intoxicación con pescado es mortal.
ROXANA: Lo único que sé es que estoy harta. (Estrella su plato contra el suelo.) ƑOíste? šHarta!
RUBEN: ƑSe puede saber qué chingaos te pasa?
ROXANA: Mira quién me lo pregunta. (Se apoya en la mesa y gime.) Apenas me hablas, siempre estás buscando pretextos para salirte de la casa, hace más de un mes que no me tocas.
RUBEN: Entiende, con lo de la guerra no tengo cabeza.
ROXANA: Pero qué bien puesta la tienes para andar con la Amanda y con la otra caballona.
RUBEN: ƑErika? (Desvía la mirada hacia el techo.) ƑPero cómo se te ocurre? La saludo y soy amable con ella, pero nada más.
ROXANA: ƑEntonces por qué siempre que llamo al taller contesta ella? (Observa la reacción de Rubén.) Y te pasa el teléfono luego luego, como si estuvieran repegados.
RUBEN: Me preocupas. (Ensarta los pulgares en su cinturón y suspira.) No puede ser que armes toda esta bronca nada más porque te dije que el pescado estaba malo.
ROXANA: Son tantas cosas... (Toma una servilleta de papel y se enjuga los ojos.) Desaires, malos modos...
RUBEN: Perdóname. Ya te dije que no tengo cabeza. (Se sienta frente a Roxana.) Esta madre de la guerra es una soberana chingada. Imagínate las consecuencias aquí.
ROXANA: Hablas como si también nos fueran a bombardear.
RUBEN: No, pero está gruesísimo. Y como dice El Güero: "Espérate a lo que se nos puede venir y ahí sí no te la vas a acabar".
ROXANA: Por Dios que a mí también me duele toda esa pobre gente que está sufriendo por allá, pero tengo que ver por mi vida. Batallo como perro, Ƒy qué gano? Mis hijos casi no me hablan y si lo hacen sólo es para reclamarme; a ti no te importa nada de lo que hago.
RUBEN: ƑLo dices por el pescado? Si quieres, me lo como aunque me muera. (Va a la cocina y se detiene ante la estufa.) Lo preparaste muy bien, lástima que no esté fresco. Para la próxima le miras los ojos. ƑSe te hace muy difícil?
ROXANA: No, será mucho más fácil que ver los ojos de Luis Miguel y Kevin para saber si andan en drogas. (Con la mano impide que Rubén la interrumpa.) También paso mucho tiempo leyendo los ojos de Dalila. Es la única forma de saber cómo se siente, porque con palabras nunca me cuenta nada.
RUBEN: ƑA mí también me espías?
ROXANA: Te miro, pero nunca adivino lo que piensas. (Sonríe con amargura.) Cuando te duermes analizo tu piel. Siempre encuentro marcas, y para no discutir o porque me da miedo lo que puedas decirme, finjo que acepto tus explicaciones: "Me pegué con una puerta". "Me rasguñé con una varilla". "No es mordida: es piquete".
RUBEN: šHíjole! Y todo porque cocinaste pescado. (Va a la puerta.) Menos mal que ya mero termina la Cuaresma. Ahí nos vemos.