Desde su anuncio generó polémica,
pero también inversión y empleos
El distribuidor vial San Antonio, obra de concreto
con rostro casi humano
Los trabajos incesantes en la zona transformaron la
vida de muchos capitalinos
MIRNA SERVIN VEGA
Las
más de 350 estructuras y columnas de concreto que conforman el distribuidor
vial de San Antonio a lo largo de sus 3.5 kilómetros en cada sentido
han ocasionado -en poco más de seis meses que lleva la obra- el
cierre de locales, poda de árboles, la puesta en venta de departamentos,
negocios en crisis, cambios de rutas de transporte, amparos y protestas.
Sin embargo, a la par se han creado miles de empleos fijos
y temporales, ha habido hallazgos antropológicos, adquisición
de equipo para distintas construcciones del Gobierno del Distrito Federal
y una obra sin precedentes en inversión y tamaño que los
capitalinos no habían visto desde hace más de 20 años,
cuando se construyeron los ejes viales que hoy atraviesan la ciudad de
México.
Con su mochila al hombro, Javier recorre unas cuadras
de la construcción sin dejar de mirar hacia arriba, y en lo que
espera el microbús, que ahora tiene como base el estacionamiento
de una tienda de autoservicio, comenta: "De un día para otro aparecen
esas cosas enormes sobre las columnas. Yo nunca había visto cómo
se construye algo así." Y es que Javier, de 13 años, desde
diciembre camina unas cuadras más para abordar el transporte que
lo lleva a la Central de Abastos, donde labora como empaquetador.
Como él pocos se resisten a mirar cuando circulan
o caminan por la lateral del Periférico sobre avenida San Antonio,
en sus diferentes tramos, Patriotismo o Revolución, donde hileras
de estructuras de concreto que forman los carriles -trabes- pasan sobre
edificios, coches y columnas en las que aún penden trabajadores
que trabajan con varillas.
Pero no todos miran con asombro. En los edificios condominales
-que en general no sobrepasan los cuatro pisos- aún hay cartulinas
fosforescentes pegadas a las ventanas que rezan: "No al distribuidor vial".
Las protestas datan de finales de 2001, cuando el anuncio
de la construcción de los segundos pisos se asoció posteriormente
a la del distribuidor vial.
En mayo de 2002, la secretaria de Medio Ambiente del Distrito
Federal, Claudia Sheinbaum, anunció que luego de la decisión
de aplazar la construcción del segundo nivel en Periférico
y Viaducto se iniciaría la del distribuidor vial, ya que esta última
obra era parte del mismo contrato que estableció el GDF con la empresa
Riobóo.
La
inversión anunciada en ese momento fue de 700 millones, de un total
de mil 500 de pesos. El resto del dinero, se dijo, sería ocupado
en otros programas de vialidad, transporte y vivienda.
El 30 septiembre del año pasado las obras iniciaron
formalmente, pero no fue sino hasta un par de meses después que
los efectos de los trabajos incesantes trasformaron la vida no sólo
de los capitalinos, que cambiaban de rutas debido a los desvíos
en las avenidas, sino de cientos de familias, pequeños comerciantes
de los alrededores y miles de trabajadores de la construcción que
llegaron de varios estados de la República a emplearse en la obra.
Marta Ramírez tiene 40 años de llegar todos
los días a la esquina de Leonardo da Vinci y San Antonio a abrir
su puesto de periódicos, que se ubica justo donde los trabes y columnas
quedan más cerca de la acera.
"Desde principios de año tengo que ir a comer a
casa de una de mis hijas un día y al de otra al día siguiente.
Ya no me deja ni para eso".
Su pequeña estructura de metal no guarda ya ni
una sola revista reciente; "las que ve son viejitas, porque los distribuidores
no me fían". Decía Marta, de 62 años, debe ocho mil
pesos desde que iniciaron las obras, porque ya no pasan ni microbuses,
ni taxis ni nada, "Y los trabajadores a veces compran el Esto, La
Prensa o historietas para adultos, pero apenas una o dos veces a la
semana".
Doña
Marta cuenta que apenas en diciembre llevaba a su puesto 2 mil pesos en
mercancía diariamente. "Hoy si compro 200 me va bien, y tengo que
guardar para la compra del otro día. Ya no sé cómo
hacerle", narra sin dejar de mirar el piso.
-¿De los apoyos a los comercios?
-¡Ah, sí! Lo leí en el periódico,
pero creo que es para los que están establecidos, aunque yo tengo
mi registro y todo, pero es que no decía adónde preguntar"
Sentada junto a una tablita que sostiene bolsas de plástico
con dulces que apenas se ven por lo opaco de sus envolturas, Doña
Marta ve las grandes columnas y dice: "ojalá acaben pronto, porque
ni cuando construyeron el Eje 5 padecí tanto".
Apenas a unos metros está Brígida -o Brigit,
como le dicen sus comensales en tono de broma-, que les tiene que fiar
a los albañiles las quesadillas para que al final de la semana,
cuando reciben su raya, le liquiden la cuenta de la libretita
rosa.
Los ayudantes de maestro desde finales del año
pasado hicieron de la capital su lugar de residencia. Ganan entre 900 pesos
hasta mil 500, dependiendo de la empresa y el tramo para el que hayan sido
contratados.
En febrero "fueron por nosotros a la Tapo (Terminal de
Autobuses para el Oriente) y hasta nos ofrecieron un departamento para
quedarnos varios, quesque ya les andaba la prisa por terminar".
Ahora Roberto, de 24 años, que no sabía absolutamente nada
de albañilería, manda a Oaxaca 500 pesos a su mamá
de los 900 que gana. "Otros ya se fueron por que no les fue tan bien. Ahora
ya nomás andan los arquitectos y los topo... topo algo, esos
que andan midiendo".
Sin embargo, la contratación masiva de trabajadores
de la construcción no le vino bien a todos. Silvia Sánchez,
vecina del casi concluido distribuidor vial, se siente observada por los
albañiles. El nivel de la obra da justo arriba de su ventana "y
con frecuencia los sorprendo asomándose".
La señora Sánchez, al igual que otros vecinos
de la misma cuadra, anuncia la venta de su departamento "Pero quién
me lo va a comprar, se pregunta con desolación. Mi familia y yo
decidimos aceptar el ofrecimiento del gobierno, ¿pero mientras?
Ni al súper puedo salir sin que me chiflen los trabajadores,
la ropa tendida siempre está polvosa y el ruido es infernal. ¿Qué
vamos a hacer cuando ya pasen los coches?"
Continúa con su lista de quejas mientras muestra
las decenas de hojas que conformaron la solicitud de amparo contra la construcción
interpuesta hace más de medio año por el abogado Ignacio
Burgoa, quien representó a los vecinos de las colonias aledañas.
Hoy, a menos de un mes de la segunda fecha prevista para
la entrega de la megaobra, Andrés Manuel López Obrador anunció
que en julio iniciará la construcción del segundo nivel en
Barranca del Muerto a San Jerónimo, y después de Viaducto
Río Becerra al aeropuerto.