El magnate Berezovsky, sospechoso de la autoría
intelectual del crimen
Asesinan al diputado Serguei Yushenkov, fuerte opositor
a la política del Kremlin
Es el octavo legislador ruso que pierde la vida en circunstancias
similares en nueve años
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 17 de abril. De cuatro balazos por la espalda,
junto a la puerta de su casa y a plena luz del día, fue asesinado
este jueves Serguei Yushenkov, diputado de la Duma y uno de los políticos
de oposición al Kremlin, desde posiciones de derecha, con mayor
presencia en Rusia.
Todos
coinciden aquí en que la muerte de Yushenkov, el octavo legislador
ruso que pierde la vida en circunstancias similares en los recientes nueve
años, es resultado de un crimen político, pero las hipótesis
que adelantan funcionarios, políticos y amigos de la víctima
son contradictorias y hasta excluyentes.
En ambos extremos, sin embargo, emerge en Londres, donde
encontró refugio, la figura del magnate Boris Berezovsky, quien
llegó a ser el favorito del anterior inquilino del Kremlin,
Boris Yeltsin, y luego rompió con el sucesor de éste, Vladimir
Putin, hasta volverse su enemigo jurado.
Para unos, Berezovsky podría ser el autor intelectual
del asesinato de Yushenkov, uno de los copresidentes del partido Rusia
Liberal, un crimen que sugieren se inscribe en un arranque implacable de
venganza, acusación que el propio imputado desmintió en un
enlace en directo, desde la capital británica, con un noticiario
nocturno de la televisión local.
En contraste, para otros, el maquiavélico poseedor
de una de las fortunas más cuantiosas de este país -según
dice, dispuesto a gastar 100 millones de dólares en la campaña
para renovar la Duma en diciembre próximo-, parece el principal
afectado por la muerte de Yushenkov, sobre todo cuando la procuraduría
rusa ahora querrá interrogar a Berezovsky como sospechoso, un factor
de presión adicional para que la justicia de Gran Bretaña
conceda su extradición a Rusia.
La hipótesis de que Berezovsky está detrás
de la muerte de Yushenkov se basa en la ruptura que protagonizaron, tras
haber jugado un papel decisivo en la fundación del partido Rusia
Liberal, el primero aportando el dinero y el segundo, el proyecto político.
La escisión ocurrió cuando Berezovsky, en
su afán de sumar fuerzas contra Putin, en su calidad de copresidente
de Rusia Liberal negoció en Londres con representantes de un sector
de la dirigencia comunista rusa la posibilidad de financiar la campaña
electoral de ese partido, lo cual trascendió y provocó un
escándalo, con serias repercusiones al interior de las dos organizaciones
políticas.
El líder comunista Guennadi Ziuganov publicó
una carta abierta en la que rechazó cualquier vinculación
con ese tipo de "aliados", mientras Yushenkov promovió la expulsión
de Berezovsky por "desacreditar" a Rusia Liberal con su intento de acercarse
a los comunistas.
Los seguidores de Berezovsky, responsables de algunas
de las estructuras regionales, realizaron un congreso extraordinario de
Rusia Liberal y nombraron a su exiliado patrocinador como presidente del
partido, en diciembre pasado.
La mayoría de los militantes de Rusia Liberal optó
por reconocer el liderazgo de Yushenkov, quien justamente hoy, unas horas
antes de ser acribillado, logró el registro ante el Ministerio de
Justicia que da derecho a su grupo a participar en las elecciones y prohíbe
hacerlo a la organización de Berezovsky, que tendrá que cambiar
de nombre.
Argumentos débiles
Lo único que debilita esta hipótesis es
que resulta demasiado obvia y, salvo que haya sido producto de un impulso
irracional, una venganza podría traer a Berezovsky más dolores
de cabeza que beneficios.
Voceros oficiosos del magnate dan a entender que el asesinato
de Yushenkov podría ser obra del Servicio Federal de Seguridad (FSB,
por sus siglas en ruso). De acuerdo con esta versión, el servicio
secreto ruso nunca le perdonó a Yushenkov que haya denunciado como
diputado que el FSB estuvo involucrado en la serie de explosiones que destruyeron,
en 1999, varios edificios en Moscú, causando la muerte de 300 personas,
lo que habría servido de pretexto al Kremlin para lanzar su segunda
campaña militar en Chechenia.
La
muerte de Yushenkov ocurrió justo cuando Berezovsky había
logrado convertir otra guerra, la de Irak, en parte subliminal del alegato
para impedir que Gran Bretaña conceda su extradición a Rusia.
Al menos los periódicos rusos propiedad de Berezovsky
se dieron a la tarea de sembrar desconfianza hacia el Kremlin en la Casa
Blanca y, sobre todo, en Downing Street 10, la residencia del primer ministro
británico, Tony Blair.
La coyuntura bélica sirvió a estos medios
impresos para apuntalar la imagen de Rusia como un país poco fiable,
que proclama una cosa y hace otra. El engaño a Washington y Londres
subyace en cada una de las publicaciones recientes que pretenden demostrar
los vínculos del servicio de espionaje ruso con el régimen
de Saddam Hussein, inclusive poco antes de que cayeran las primeras bombas
y misiles sobre Bagdad.
La insistencia en el supuesto doble juego de Rusia respecto
de los dos países que invadieron Irak, al tiempo que reclama ahora
no ser excluido de los entendimientos de la posguerra, forma parte de la
estrategia de los abogados de Berezovsky para desestimar las acusaciones
en contra de su cliente.
Ahora, el asesinato de Yushenkov, al margen de quién
lo haya ordenado en realidad, será utilizado por el Kremlin para
empañar la imagen de Berezovsky, aunque ello no significa que ya
esté resuelto el asunto de su extradición.
La procuraduría rusa está atrapada en un
círculo vicioso: esa batalla legal durará mientras no mande
a Londres pruebas concluyentes contra Berezovsky, pero si llega a presentar
evidencias sobre los grandes ilícitos atribuidos al magnate saldría
salpicado más de un miembro de la llamada Familia, creada
a la sombra de Yeltsin y algunos de cuyos notables, ya con Putin, continúan
incrustados en sitios de honor del entorno presidencial.