INCONGRUENCIA FRENTE A CUBA
El
voto de México sobre Cuba en la Comisión de Derechos Humanos
de la Organización de Naciones Unidas, con sede en Ginebra, revela
una profunda contradicción en la política exterior del gobierno
foxista y trasluce una grave ruptura de la tradición histórica
de la diplomacia mexicana frente al ilegal embargo que la isla caribeña
padece desde hace más de cuatro décadas.
En primer término, ha de señalarse claramente
el contexto del voto mexicano en Ginebra: si bien no apoyó la resolución
endurecida presentada por Costa Rica -que exigía una condena de
la ONU a Cuba por la represión de opositores emprendida por el régimen
de Fidel Castro- y sí se avaló el documento que insta a La
Habana a aceptar la visita de una misión internacional relatora
de Naciones Unidas, México no suscribió la propuesta cubana
para exigir el retiro del embargo estadunidense, posición que rompe
bruscamente con la línea diplomática mexicana y deja en entredicho
los argumentos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y
de su subsecretaria Marieclaire Acosta de que México siempre se
ha manifestado en favor del levantamiento del bloqueo.
La contradicción entre el discurso de la SRE y
el voto de México en la ONU es evidente y deja entrever un doble
rasero, pues si bien es un hecho que las violaciones a los derechos humanos
no deben ser toleradas en ninguna forma y en ningún país,
también es cierto que la vigencia del embargo estadunidense es una
vulneración al derecho internacional, origen de graves padecimientos
para la población cubana y un acicate para las tentaciones totalitarias
de Washington.
En tanto no se normalice la situación de Cuba en
el contexto mundial y no se levante el bloqueo que padece, las posiciones
bienintencionadas en materia de derechos humanos seguirán contaminadas
por los asuntos políticos. Si el gobierno de Fox se sitúa
en contra del embargo, ¿por qué no avalar la resolución
en ese sentido? ¿Es que no la apoyó justamente porque provino
del régimen cubano, blanco de profundas animadversiones de importantes
personajes de Los Pinos y Tlatelolco? ¿O se votó así
justamente porque el gobierno de México ha roto su tradición
histórica y se ha plegado diplomáticamente ante la Casa Blanca?
Sea como fuere, explicar a cabalidad a los ciudadanos por qué México
no se manifestó en Ginebra en contra del embargo es una urgente
obligación de la cancillería.
Con todo, tras el desprecio mostrado por Washington a
la ONU al desatar su ilegal guerra contra Irak, la credibilidad de Naciones
Unidas se encuentra en entredicho, pues mientras censura a países
pobres y hostigados por las potencias, como Cuba, permanece en la inacción
frente a las prácticas totalitarias y las violaciones a los derechos
humanos y a la normatividad internacional perpetradas por Estados Unidos
e Israel, naciones que han roto con el multilateralismo y pasado por alto
la autoridad del Consejo de Seguridad.
Una ONU firme y congruente es indispensable para preservar
la paz, la legalidad y la convivencia armónica a escala global,
y es de desear que esa crucial instancia emprenda una reformulación
de sus posiciones y facultades a fin de ser realmente capaz de hacer cumplir
el derecho internacional. De lo contrario -en el entendido de que las vulneraciones
a las garantías fundamentales son crímenes intolerables,
provengan de donde provengan- la ONU podría quedar reducida a un
dócil instrumento de dominación al servicio de las grandes
potencias.
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