GUERRA CONTRA IRAK
Expresiones de rechazo en firmas de GB, el Congreso
de EU y The New York Times
Critican el modo en que se otorgaron los contratos
para la reconstrucción
"Nadie tiene derecho de imponernos obligaciones y costos":
político iraquí en el exilio
AFP Y REUTERS
Washington, 19 de abril. Tras la concesión
del primer gran contrato de reconstrucción de Irak al gigante californiano
BTP Bechtel, considerado importante donante de los partidos políticos
estadunidenses, la administración del presidente George W. Bush
intentará acallar las sospechas de favoritismo.
Según la prensa, las empresas británicas,
rápidamente secundadas por su gobierno, fueron las primeras en alterarse
por el control estadunidense de los contratos de reconstrucción
más lucrativos, en detrimento de los países que apoyaron
a Washington en la crisis iraquí tanto en el plano militar como
en el diplomático.
Las voces de descontento se hicieron escuchar en el seno
mismo del Congreso estadunidense, para protestar contra la manera en que
fueron otorgados los contratos, en algunos casos sin que mediara un llamado
de ofertas, como en el caso que benefició a la empresa Halliburton,
cuya dirección estuvo a cargo del vicepresidente Dick Cheney.
Asimismo, Adnan Pachachi, político iraquí
exiliado, criticó a Washington por sus planes para que una autoridad
civil encabezada por Estados Unidos adjudique contratos para la reconstrucción
sin la aprobación de un gobierno electo democráticamente
en el país árabe.
"Nadie tiene el derecho de imponer a Irak obligaciones
y costos", indicó en conferencia de prensa en Kuwait. "Sólo
un gobierno iraquí puede hacer eso. Un parlamento también
debería respaldar los acuerdos".
Pachachi, quien es visto como potencial diseñador
de políticas en el futuro de Irak, también indicó
que desea que una conferencia patrocinada por Naciones Unidas elija al
gobierno interino iraquí.
Empresas no estadunidenses serían apoyadas como
subcontratistas
Según
numerosos observadores, la administración Bush estaría ahora
más inclinada a favorecer la elección de empresas no estadunidenses
como subcontratistas de las grandes concesiones. Y debe respetar el compromiso
de que hasta 50 por ciento del trabajo de los subcontratos sea otorgado
a extranjeros.
Según un organismo británico especializado
en la reconstrucción, Estados Unidos hizo una promesa en ese sentido
a la ministra de Comercio e Industria de Gran Bretaña, Patricia
Hewitt.
"Hay a la vez una utilidad política y una oportunidad
cultural de utilizar a las empresas árabes de países que
nos han ayudado y quieren los empleos", declaró a The New York
Times Frances Cook, ex embajadora de Estados Unidos en Omán,
quien trabaja para un consorcio de compañías árabes.
El contrato atribuido el jueves a Bechtel por la Agencia
Estadunidense para el Desarrollo Internacional (USAID) prevé el
desbloqueo de fondos hasta por 680 millones de dólares en 18 meses.
En lo que se refiere a la rehabilitación de las
principales infraestructuras iraquíes, como caminos, aeropuertos,
centrales energéticas y de distribución de agua, se trata
del contrato más importante de los ocho previstos por la USAID para
borrar las huellas de la guerra. Para otorgarlo, la administración
Bush eligió entre seis candidatos, todos estadunidenses.
El jueves por la noche, un portavoz de Bechtel se apresuró
a subrayar que habrá "una competencia completa y abierta a escala
internacional" para la elección de los subcontratistas. "Los iraquíes
serán contratados", aseguró el grupo, para contrarrestar
las críticas.
Según The Wall Street Journal, Riley Bechtel,
director de la empresa, fue nombrado por Bush en febrero para integrar
el presidencial Consejo de Exportación, grupo de 28 representantes
del sector privado encargado de asesorar al presidente sobre comercio internacional.
Como todas las grandes compañías estadunidenses, Bechtel
tiene profundos vínculos con los centros de poder en Washington.
En ese contexto, The New York Times demandó
un proceso de asignación de los contratos de reconstrucción
"abierto, competitivo y transparente".
El rotativo criticó la rapidez de la selección
de los contratistas, en la que sólo participaron empresas de Estados
Unidos, y la adjudicación de la obra a una compañía
con vínculos tan estrechos con la Casa Blanca. Según el periódico,
esa actitud genera una mala imagen en el exterior, a la vez que justifica
a quienes sostienen que Washington se lanzó a la campaña
militar por el petróleo y otras oportunidades para hacer buenos
negocios.