Compromisos adquiridos con dueños de
ese tipo de negocios y hoteleros desató la pugna
Conflicto de intereses entre priístas frenó
la ley de juegos con apuestas
Los panistas habrían recibido la orden de dejar
que se "hicieran trizas"; el PRD, "no" a casinos
ROBERTO GARDUÑO Y ENRIQUE MENDEZ / I
Los intereses de diputados y dirigentes priístas
hicieron naufragar el proyecto de dictamen de la ley federal de juegos
con apuestas y sorteos. Involucrados algunos con empresarios hoteleros
que desean la instalación de casinos en México, y comprometidos
otros con los propietarios de centros de juego y apuestas ya establecidos
-sports books y yaks-, cuyos negocios se verían afectados
si se da la autorización, los legisladores del PRI y los miembros
del Comité Ejecutivo optaron por no confrontarse más y votar,
por orden de Roberto Madrazo, contra los casinos.
El 13 de diciembre de 2002, el pleno de la Cámara
de Diputados dio entrada, en primera lectura, al proyecto de dictamen de
la ley federal de juegos con apuestas y sorteos, elaborada por la Comisión
de Gobernación y Seguridad Pública. Desde entonces comenzaron
las contradicciones entre priístas, panistas y perredistas.
A
la iniciativa se le borró, en esa fecha, el capítulo donde
se autorizaba la apertura de casinos en México. El acuerdo entre
los integrantes de la comisión fue tácito, pero no modificaron
el resto de la estructura del documento y dejaron abierta la posibilidad
para que, mediante un decreto del Ejecutivo, se designe una comisión
cuyo titular, nombrado por el Presidente, autorice ese tipo de establecimientos
en México.
Ahí surgió el diferendo entre priístas,
panistas y perredistas. Pero la rebatiña de los legisladores del
PRI fue más que evidente y terminó en una abierta confrontación
entre dos grupos.
El primero, encabezado por Antonio Hernández Fraguas,
integrante de la Comisión de Gobernación y autor -junto con
el presidente de la Cámara, el panista Armando Salinas Torre- del
dictamen que se encuentra en la mesa directiva, donde se disfraza la autorización
de casinos.
El otro, por el notario público priísta
Salvador Cosío, quien abiertamente da cuenta de las "ventajas" de
abrir esos centros de apuesta, sobre todo en Puerto Vallarta, donde "desde
hace tres años no ha habido inversión pública, y con
ello podríamos destinar 30 millones de dólares al municipio.
Es tan importante para nosotros, que ya una empresa de Quebec, operadora
del casino de Montecarlo, trabaja en ese puerto turístico".
Frente a esta situación y aunque los panistas insisten
en decir no a la instalación de casinos, aprobaron en la Comisión
de Gobernación el dictamen en el cual sí se permiten subrepticiamente
-como se explica más adelante-, y han evadido entrar en esta disputa,
e incluso desde la Secretaría de Gobernación recibieron la
orden de "dejar que los priístas se hagan trizas".
El PRD también ha procurado no intervenir en el
debate que ha agriado a los priístas, y su posición hasta
este fin de semana era un "no rotundo" a los casinos.
El perredismo anticipó su voto en contra, si es
que el dictamen que la Comisión de Turismo -que pudiera modificar
el de la Comisión de Gobernación, que ya pasó la primera
lectura- debe presentar antes del viernes próximo abre cualquier
resquicio a los juegos practicados en los casinos.
"No permitiremos que se incluya el tema de los casinos
en la ley de juegos y sorteos, ni en la ley reglamentaria que elabore la
comisión especial nombrada por el Ejecutivo federal", declaró
el coordinador de la bancada perredista, Martí Batres Guadarrama.
Cambio de señales
Desde febrero de 1999, en la Comisión Permanente
de la 57 Legislatura, el diputado priísta Isaías González
Cuevas presentó la iniciativa de ley federal de juegos con apuestas,
sorteos y casinos. La presidencia de la Permanente turnó el documento
a las comisiones de Gobernación y Puntos Constitucionales y de Turismo.
Los legisladores de ambas integraron un grupo de trabajo
y formularon un proyecto de dictamen de una "nueva ley de juegos y sorteos",
producto de una encuesta nacional, foros y reuniones, en los cuales participaron
autoridades de los tres órdenes de gobierno, de asociaciones religiosas
y educativas, así como representantes del sector empresarial y de
la sociedad civil.
El nuevo proyecto de dictamen proponía establecer
una autoridad reguladora mediante una comisión nacional, integrada
por funcionarios públicos, pero con mayoría de representación
ciudadana. Consideró necesario definir reglas claras para la operación
de hipódromos, galgódromos y palenques, así como salas
de juego de números y centros de apuestas remotas.
También planteó autorizar la instalación
y operación de casinos "de alto nivel, equiparables a las condiciones
de exclusividad, organización y seguridad con las que se desarrollan
los establecimientos de ese tipo en destinos turísticos internacionales,
y prohibir la operación de máquinas tragamonedas fuera de
esos centros".
Sin embargo, la discusión de ese dictamen se postergó,
y tres años después, el 13 de diciembre de 2002, la Comisión
de Gobernación de la Cámara de Diputados aprobó unilateralmente
y sin la participación de la de Turismo, un proyecto distinto al
original, porque el capítulo de casinos fue borrado, con la salvedad
de permitir centros de juego temporales en ferias municipales y regionales,
y dando pie a regularizar los establecimientos de juego de números
y apuestas remotas que existen en el país.
Además, en el dictamen que se encuentra en la mesa
directiva se propone una comisión nacional de juegos y sorteos,
encabezada por un funcionario designado desde Los Pinos, con facultad amplia
y discrecional para decidir y administrar los temas importantes y delicados
en la materia, con lo cual se restringe la participación de la ciudadanía.
El propósito de la Comisión de Gobernación
y Seguridad Pública era modificar el dictamen para regular las apuestas
y juegos en la clandestinidad. El principal argumento de los opositores
a esa disposición se fundamentó en que habría que
regular, entonces, el tráfico y consumo de drogas y la prostitución,
que también se practican fuera de la ley.
No obstante, en el fondo de la discusión para unos
se encuentra la afectación de los intereses económicos de
los actuales propietarios de casas de juego, como los books y yaks,
que operan incluso en centros comerciales. En el otro extremo impera el
criterio de autorizar los casinos como panacea del desarrollo de centros
turísticos en el país, de creación de empleos y captación
de divisas. Quienes respaldan esta posición aseguran que los casinos
son "causa de interés público", aunque no se han hecho cálculos
precisos sobre los beneficios que, dicen, acarrearían.
La agudización del enredo legislativo coincidió
con el inicio del último periodo de sesiones de la actual legislatura
en San Lázaro. En la fracción del PRI surgieron los reclamos
entre los diputados que se comprometieron tanto con los empresarios que
manejan los yaks para no permitir casinos -se habla de Ramón
Aguirre e hijos, así como de la familia Hank Rhon, entre muchos
otros-, como con aquellos interesados en que sí se instalen. Entre
ellos se menciona al mismo Salvador Cosío Gaona, hijo del defenestrado
ex gobernador jalisciense Guillermo Cosío Vidaurri.
Entonces, los priístas ya no pudieron ocultar su
división. Un grupo de ellos, encabezado por Rafael Rodríguez
Barrera, comenzó a operar para que el dictamen de Gobernación
regresara a comisiones, porque, advirtieron, se había trastocado
el reglamento interno del Poder Legislativo, pues no se respetó
el acuerdo inicial para que las comisiones de Gobernación y Turismo
dictaminaran en conjunto.
Además, el 13 de marzo pasado la Comisión
de Gobernación modificó los artículos 17, 22, 23,
26, 36, 94, 96 y 107 del dictamen al que se le dio primera lectura en la
sesión plenaria del 13 de diciembre de 2002, en lo que fue considerado
un albazo. Esa situación fue acompañada de una carta
firmada por 19 de los 30 diputados que conforman la Comisión de
Turismo, dirigida al presidente de la Cámara, Armando Salinas Torre,
en la que manifiestan "adecuado" el dictamen modificado por la de Gobernación
y Seguridad Pública, que autoriza "la apertura de establecimientos
cuyo giro es el juego con apuestas y sorteos".
Ese documento, avalado entre otros por tres diputados
del PRI, fue el punto nodal para que la fracción parlamentaria de
ese partido la emprendiera contra el dictamen de la Comisión de
Gobernación que aguarda ya la segunda lectura, y su consecuente
discusión y aprobación. Salvador Cosío fue el encargado
de someter al pleno de la Cámara una excitativa para que Salinas
Torre solicitara al presidente de la Comisión de Turismo, Jaime
Larrazábal, emitir su propio dictamen sobre dicha iniciativa de
ley.
A regañadientes, el panista aceptó la solicitud
del priísta y dio como fecha límite a la Comisión
de Turismo el 25 de este mes. Aún así, el martes pasado Armando
Salinas incluyó en el orden del día de la sesión el
tema de la ley de juegos y sorteos, a partir del dictamen de Gobernación.
El panista tomó la carta de los 19 legisladores como un "aval" para
sacar adelante el dictamen ese mismo día.
En respuesta, los priístas se reunieron la tarde
del martes en la oficina de Rodríguez Barrera y determinaron votar
en contra de cualquier dictamen de ley de juegos y sorteos.
Una noche antes, Roberto Madrazo habló con el secretario
de Gobernación, Santiago Creel Miranda, para advertirle que su partido
rechazará ese proyecto de legislación.