ARGENTINA: OBSCENA FALTA DE MEMORIA
Ya
el hecho mismo de que encabece en las encuestas las expectativas de voto
para las próximas elecciones presidenciales argentinas el dos veces
ex presidente Carlos Saúl Menem, responsable directo y principal
del desastre económico, político, social, cultural y moral
que ha semidestruido el país que lo padeció en la Casa Rosada,
es de por sí escandaloso y obliga a algunas reflexiones.
¿Cuál es la base social y cultural de esta
persistencia del menemismo? ¿Cuáles son los ingredientes
subjetivos del apoyo relativamente importante de que goza un hombre al
que la justicia ha condenado como delincuente? ¿Qué lazos
existen entre, por un lado, el crédito de que aún goza en
ciertos sectores populares argentinos este corrupto y corruptor socio de
Bush padre, y por otro, la base social del presidente George W. Bush, también
fraudulento y públicamente corrupto, como lo mostró el escándalo
Enron, y el electorado del también corrupto y defraudador Silvio
Berlusconi, primer ministro de Italia? A nuestro juicio, el elemento común
es la destrucción de valores, la anulación de la ética
y la restricción de los espacios para lo político y la política
resultantes de más de un cuarto de siglo de neoliberalismo.
El primitivismo político, el amoralismo, la ruptura
de las relaciones e ideas solidarias, el desarrollo del hedonismo y del
pragmatismo sin principios promovidos internacionalmente y desde los gobiernos,
erosionaron en efecto la preocupación por un proyecto soberano de
país, la noción de que la prosperidad personal no se puede
lograr pisoteando los intereses colectivos y de que el éxito no
se mide sólo en dinero y satisfactores personales. El ladrón
de los recursos públicos, lejos de ser repudiado, pasó a
ser admirado y considerado hábil y astuto, el reaccionario que fomenta
la delincuencia de guante blanco pero reprime con las fuerzas armadas la
otra delincuencia, la social, resultante de su política que concentra
la riqueza y desarrolla la miseria de masas, pasó a ser considerado
"un hombre fuerte", preocupado por la "seguridad", y los valores nacionales,
o de clase, o humanistas y solidarios, perdieron importancia entre los
sectores menos cultos de las clases populares.
En Argentina, además, la miseria de vastos sectores
lleva a vender el voto, que no se valora porque "no da de comer" y porque
"total, todos son iguales", y el único con dólares para comprarlo
es el socio de Bush, Menem. Pero también la educación peronista
en el "primero yo" y en el antisocialismo y el desprestigio de los valores
cristianos por el lazo que siempre tuvo la Iglesia católica con
la oligarquía y las dictaduras, llevan a la amoralidad. Así
fue durante toda la dictadura militar, cuando un vasto sector cerraba los
ojos ante la represión salvaje a decenas de miles de personas murmurando
"algo habrán hecho", así fue cuando la mayoría se
ilusionaba con el supuesto ingreso al Primer Mundo debido a la paridad
peso-dólar que les permitía viajar barato (sin pensar que
eso se pagaba carísimo con el desmantelamiento de la economía
del país y la venta de todo lo que era vendible, empezando por el
gobierno).
Esa combinación entre conservadurismo clásico
de tipo peronista y los antivalores del neoliberalismo permite hoy a Menem
gozar de un apoyo de la "mayoría silenciosa" ,la cual, por supuesto,
es hipócrita y no se anima a hacer públicas sus ideas. Por
eso el fraude, que llevó a Bush a la presidencia o el apoyo mafioso
a Berlusconi no son ni siquiera condenables para sus partidarios, como
tampoco lo es la delincuencia menemista: lo que cuenta para ellos, en cambio,
es el racismo (contra los africanos y árabes en Italia, contra los
bolivianos y paraguayos o chilenos en Argentina, contra el resto del mundo
en Estados Unidos) que hace que los pobres locales se sientan colocados
entre los dominadores y la ilusión infame de poder llegar a ser
ricos, aunque el país se hunda y todos los demás caigan en
la crisis.
El egoísmo, el individualismo, la ignorancia provinciana,
prexistentes ya antes del neoliberalismo en las sociedades sin raíces
comunitarias como la argentina, se han convertido en monstruos desde los
años 80. Buena parte de la responsabilidad también recae
sobre los liberales antimenemistas, cuya opción era el robo o el
fraude, pero con elegancia, o en una izquierda charlatana y sectaria, incapaz
de entender la historia de su país y de construir unitariamente
una alternativa democrática, como en Uruguay, Bolivia, Brasil y
Ecuador.
Ahora sólo queda esperar que las urnas desmientan
las previsiones o que, en el peor de los casos, en un eventual segundo
turno, el peor de todos, Menem, sea derrotado por una alianza entre los
otros un-poco-menos-peores. Evidentemente no sería una alternativa,
pero no gobernaría Bush.
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