TEATRO
MARIANA NORANDI
EL SALUDADOR ES un personaje en peligro de extinción, casi una pieza de museo. Es un hombre que vivió la época de las utopías, aquella en que se luchaba por una sociedad más justa y en la que se creía poder lograrla. Hoy, la transición de milenio y la llamada modernidad han acabado prácticamente con ese personaje, aparcándolo en la trastienda de la historia, pero quienes conocieron a fondo esas luchas, esas utopías y aquellas épocas se lo encuentran en sus obras. Es el caso del dramaturgo Roberto Cossa, autor clave de la literatura argentina y escritor profundamente involucrado con la realidad social de su país y de su tiempo. En su obra titulada El Saludador, escrita en 1999 y estrenada en cuatro países, rescata a un personaje de un idealismo anacrónico (Juan Carlos Barreto) que abandona a su esposa (Bárbara Eibenschutz) y a su hijo (Luis Lesher) siguiendo su impulso de activista, constructor de utopías, sólo que nació tarde: todas sus luchas son tan diminutas como las que ofrece nuestra época.
BAJO LA DIRECCION de Germán Castillo, esta obra fue estrenada el jueves pasado en el teatro Helénico y ha logrado gran aceptación del público. La acción transcurre en el patio interior de una modesta casa de algún barrio de Buenos Aires. En un solo acto, los tres personajes se confrontan en sus diferentes sueños y proyectos de vida, marcados éstos por una acentuada brecha generacional que refleja las inquietudes de los distintos tiempos. Bañada de un agudo humor, la trama se balancea continuamente entre situaciones dramáticas y simpáticas, logrando el total involucramiento del público en la historia. Muy destacable en este montaje es la escenografía e iluminación, diseñada por uno de los escenógrafos más reconocidos de nuestro teatro, Gabriel Pascal. Con cuatro elementos: una casa, un limonero, una barda y una mesa, aunados a un excelente trabajo de iluminación, consigue crear ambientes tan melancólicos y entrañables como los que propone el fondo de la obra. Asimismo, la dirección de Germán Castillo refleja su experiencia teatral. Mantiene un respeto total al guión original -los personajes toman mate y juegan truco- y rescata la personalidad de cada actor para acoplarla a la esencia del personaje. La forma de ver el mundo de Castillo encaja perfectamente en la visión de Cossa, logrando una interesante mancuerna teatral. El director nos comenta su trabajo: "Lo que más me costó fue transmitir a los actores el verdadero trasfondo de las cosas porque, como son muy jóvenes para captar lo que trata la obra, les cuesta trabajo entender algunas connotaciones". Continúa: "Es una obra que contiene muchas lecturas. La gente puede percibirla como muy chistosa o como enormemente dolorosa, y gente más toreada puede disfrutar con la estupidez contemporánea. Mi intención con esta puesta es reflejar lo triste de esta época, el mal principio de milenio que estamos viviendo".
AUNQUE ESTE MONTAJE puede parecer pesimista, según la actriz Bárbara Eibenschutz no lo es, más bien es melancólico: "Con esta obra me gustaría transmitir que ya no hay saludadores, el último fue el Che, pero no está construida con tono pesimista, sino melancólico, de un ser humano que luchó por unos ideales y que ya los jóvenes de hoy no conocen. Nos hemos deshumanizado y vuelto individualistas".
LOS PERSONAJES DE esta puesta, en estos días que estamos viviendo, retoman actualidad y ponen al público en un espacio reflexivo. Cuestionamiento que el mismo autor se hace como si fuera un espectador: "ƑAndará El Saludador por estos días en Irak? ƑA quién celebrará? Seguramente al pueblo que lucha contra el invasor. Pero, Ƒquién lo despanzurrará esta vez? ƑUn misil de marines, un obús de un fanático de Saddam o el balazo de un kurdo? Hoy, El Saludador reconoce a quien tiene que abrazar, pero desconfía de todos. Y este es su drama".
EL SALUDADOR: TEATRO Helénico, Av. Revolución 1500, Col. Guadalupe Inn. Lunes y martes, 20 horas. Entrada: 120 pesos.