México D.F. Jueves 5 de junio de 2003
En su novela Sobrevivientes describe la situación de los niños de la calle en Brasil
La sociedad soslaya la pobreza y la violencia contra los que nada tienen, dice Verónica Ortiz
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
Vivimos en una sociedad que prefiere mirarse el ombligo a ver los problemas que tiene enfrente, como la pobreza o la violencia contra los que nada tienen, y desecha todo lo que le molesta, afirma Verónica Ortiz, autora de la novela Sobrevivientes, en la que describe la situación de los niños de la calle, el tráfico, la prostitución y el asesinato de menores en Brasil, cuestiones que, subraya, ''ocurren en todo el mundo, incluido México".
La idea de ese libro, editado por Planeta, surgió en 2001 cuando la periodista fue de vacaciones a Brasil. Ahí conoció la noticia del secuestro de un empresario por un sobreviviente de la matanza de La Candelaria, ocurrida el 23 de julio de 1993, en la que guardias blancas dispararon contra unos 50 meninos da rua que se encontraban en esa plaza, cercana a la iglesia del mismo nombre.
Ocho niños de la calle murieron a manos de los sicarios, entre quienes se encontraban varios policías.
Esos guardias blancas ''fueron contratados por la elite, en este caso de Río de Janeiro, para 'limpiar las calles' para desecharlos, para acabar con ellos. De la matanza quedan algunos sobrevivientes, pero advertí que la sociedad brasileña no quiere hablar del tema, aun cuando cuatro niños de la calle son asesinados a diario".
Invitación a reflexionar
En Brasil el asesinato de los menores de la calle ''es un asunto muy obvio, y a partir de la matanza de La Candelaria se hace evidente la participación de los guardias blancas y cómo matan a los niños para limpiar las calles. Pero creo que en todas partes del mundo las mafias y los grupos de alto nivel que son los usuarios de estos niños y las autoridades están coludidas para desecharlos cuanto cumplen 12 o 13 años, porque se vuelven peligrosos" y ya no es tan fácil controlarlos.
Este control se realiza mediante la droga: convierten a los niños en adictos y de esa manera los obligan a hacer cualquier cosa, como pedir limosna, robar o prostituirse.
La escritora agrega que en México ''los estamos matando igual, a lo mejor no con guardias blancas, pero es un aspecto que no salta en las noticias, porque finalmente, Ƒquién recoge esos cuerpos?, Ƒa quién le importan esos cadáveres? Son niños sin familia, sin padres, aunque podría haber alguno cuyos padres ni siquiera sospechan que está en un prostíbulo en Acapulco".
Verónica Ortiz subraya que el libro no pretende dar una moraleja, sino invitar a la reflexión acerca de lo que sucede, porque los niños de la calle no sólo nacen en lugares de pobreza:
''Cualquier niño puede ser secuestrado. Hay que hacer frente a la indiferencia en la que vivimos, no obstante que el problema salta a la vista en cada esquina."
|