México D.F. Lunes 9 de junio de 2003
Adolfo Gilly
La divina casta de la política
Juan Manuel Saidi Pratt fue subsecretario de Turismo durante
el gobierno de Angel Aguirre Rivero en Guerrero, sucesor de Rubén
Figueroa (hijo) después de la matanza de Aguas Blancas. Saidi Pratt
dice que ganó la elección interna para ser candidato del
PRI a diputado por Guerrero para las próximas elecciones. Pero,
según declaró en conferencia de prensa (La Jornada,
5 de junio de 2003), dicho partido le denegó la candidatura. En
consecuencia, Saidi Pratt se pasó de inmediato al PRD. En dicha
reunión con la prensa "aclaró que conservará la relación
política y de compadrazgo que tiene con Aguirre Rivero". Dijo también
que el PRD es "el partido de la esperanza": "aquí encontré
el perfil del partido que requiere el país y da oportunidad a todos
los que quieren hacer carrera política".
A mí me parece muy bien que no ande uno peleándose
con los compadres y amigos por esas cuestiones de la política. Me
veo obligado, no obstante, a deducir algunas conclusiones.
1. Si a Saidi Pratt la dirección del PRI le hubiera
"respetado sus derechos", ahora sería candidato del PRI a diputado
federal y defendería el programa y las ideas de ese partido, no
las del "partido de la esperanza".
2. A pesar de la ingratitud del PRI, Saidi Pratt sigue
siendo solidario con las políticas de ese partido que tan funestos
resultados tuvieron para Guerrero y para los tenaces militantes del PRD
que en dicho estado se jugaron literalmente sus vidas y sus bienes en lucha
contra el PRI.
3. Para este flamante militante y para la dirección
del PRD que en esa conferencia de prensa presentó con orgullo su
nueva adquisición, estar en un partido o en otro no es cuestión
de ideas, programas y trayectorias, sino de "oportunidades" y de "carrera
política".
4. El PRD se pasó años hablando de "sus
muertos" en Guerrero y en otras partes de México. Nunca compartí
ese tipo de discurso martirológico. En la lucha contra el régimen
del PRI, los muertos fueron innumerables. Pero en su inmensa mayoría
pertenecen a los pueblos, a su resistencia y a sus luchas, no a las cúpulas
del PRD, y fueron asesinados por los gobernadores y los caciques del PRI,
sus compadres y sus amigos, o por las fuerzas represivas a su servicio.
Muchos de esos militantes, más sociales que políticos, creyeron
en el PRD como un instrumento para luchar por los derechos y las demandas
de los suyos. Ahora los pueblos de Guerrero sabrán por fin que el
PRD acepta que quienes hicieron su "carrera política" en el partido
de los caciques y sus pistoleros, pueden continuarla sin cambio alguno
en "el partido de la esperanza". Y que los muertos entierren a sus muertos,
como bien decían los antiguos.
5. ¿Y qué decir entonces de Socorro Díaz,
que no fue subsecretaria de Turismo en Guerrero sino subsecretaria de Gobernación
cuando ocupaba esta cartera el doctor Jorge Carpizo, en el gobierno de
Carlos Salinas de Gortari? Como en el modesto caso de Saidi Pratt, esta
destacada política y periodista nada tiene que declarar ni que cambiar:
"cuando era subsecretaria los atendí bien a todos", dice. No le
bastó al PRD haber recibido hace años con bombos y platillos
a otro ex colaborador de Jorge Carpizo, Mario Ruiz Massieu, a quien bien
habíamos conocido como padrino de porros cuando aquél era
rector de la UNAM. Ahora tendrá como uno de sus representantes en
el Congreso de la Unión a Socorro Díaz, mañana quién
sabe a quién. La colonización del PRD por los políticos
y funcionarios que lo combatieron sin escatimar medios bajo Salinas y bajo
Zedillo sigue su ritmo inexorable, como los asentamientos de Ariel Sharon
en Palestina. Así aparecen después las intifadas
Tan
asegurados y bien repartidos parecen los votos ciudadanos que un reducido
grupo de destacados futuros legisladores del PRI, el PAN y el PRD, que
todavía no han sido votados pero ya se dan por elegidos, se están
reuniendo para resolver cómo harán aprobar en la próxima
legislatura acuerdos tomados entre ellos antes de que los votantes digan
con su voto cuáles acuerdos prefieren. Fantástica, encantadora
y reveladora muestra de la autonomización natural de una casta política
que explica bien por qué todos sus eslogans publicitarios, dirigidos
a lo que ellos llaman "el mercado electoral", son intercambiables y vacíos.
La casta política nacional, satisfecha de sí
misma después de los cambios del año 2000, generosamente
sostenida por el presupuesto federal a través del IFE, autónoma
pues de sus afiliados partidarios a los cuales siente que nada les debe,
cada vez más semejante entre sí en sus formas de vida, sus
gustos, sus usos y costumbres, se cierra sobre sí misma y en su
mundo propio lejos de los rumores, las inquietudes y las vidas de aquellos
a quienes dice representar.
Esa moderna casta divina se ha reconfigurado rápidamente
después de las elecciones de 2000 y quiere pasar ésta, su
primera prueba electoral nacional desde entonces, sin que se le note demasiado
el maquillaje. En marea baja la onda de las movilizaciones ciudadanas y
populares, todos ellos juegan en la playa, entre moluscos y pescados muertos,
como si las mareas altas hubieran sido anomalías que ya nunca volverán.
Al nuevo PRD lo ensalzan desde Jesús Silva-Herzog
Márquez en Reforma (19 de mayo) hasta Antonio del Valle Ruiz,
próximo presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios en
El Independiente (6 de junio).
Absorta en esos juegos y feliz de su nueva respetabilidad,
la casta dirigente del PRD olvida que este partido nació en una
de aquellas mareas altas; los trabajadores, los pobres y los excluidos
urbanos y rurales, tercos como siempre, no.
En la reciente y todavía frágil configuración
política de los partidos, su actual casta dirigente está
haciendo cumplir al PRD, entre otras, estas funciones:
Subordinación de las autonomías, resistencias
y protestas urbanas y rurales al dominio, las normas y las reglas de la
política estatal.
Consolidación del voto electoral como única
forma legítima de representación de las demandas ciudadanas.
Desvanecimiento o disolución de otras formas
de representación, al subsumirlas en la electoral.
Autonomización de la casta política con
respecto a los votantes de cada partido, en un intercambio de puestos,
posiciones y triquiñuelas en el seno de la propia casta.
Exclusión de toda discusión de ideas y
de las ideas en general, sustituidas por eslogans publicitarios dirigidos
a un electorado que suponen compuesto de tontos e ignorantes.
Discusiones a puerta cerrada dentro de la casta política
nacional, cuyo eje organizador es la llamada "gobernabilidad", es decir,
la preservación de los equilibrios internos de la casta y la búsqueda
de acuerdos sobre lo que llaman "políticas públicas", en
las cuales se discuten cada vez menos los contenidos y cada vez más
las proporciones dentro de un contenido común.
Integración del PRD dentro de la subordinación
voluntaria de toda la casta política y de cada uno de sus partidos
componentes a las voluntades y el mando indiscutidos del capital financiero,
simbolizada en la omnipresencia de Carlos Slim en reuniones, inauguraciones,
comidas y festejos y, en forma menos visible pero más sustancial,
en las bendiciones espirituales y materiales de ese grupo de 38 hombres
inmensamente ricos que con pudor se denomina Consejo Mexicano de Hombres
de Negocios (bien dicen "hombres", pues no figura una sola mujer entre
ellos). Los recién llegados del PRD han venido a descubrir, por
fin, el discreto encanto de la burguesía.
"La clásica contradicción entre la empresa
privada y la izquierda ha quedado atrás. Para los grandes empresarios
la izquierda ya no es amenaza", declaró a El Independiente
el próximo presidente de aquel consejo, Antonio del Valle Ruiz.
Dice la verdad, porque una de las ideas que este empresario y los dirigentes
del PRD tienen en común es que éste es un partido de izquierda
a la Felipe González, es decir, un organismo político estabilizador
de la resistencia popular a la dominación del capital.
¿Entonces, la izquierda no existe en la política
partidaria mexicana? No existe en el espacio institucional monopolizado
por los dirigentes y los funcionarios de los partidos y partiditos reconocidos
y financiados por el Instituto Federal Electoral.
La izquierda está en otra parte. La izquierda existe,
como existió siempre, en la vida cotidiana social y política
de los mexicanos, esa que para la casta política es irrelevante
porque transcurre fuera de sus instituciones.
La izquierda está allá adonde ahora se ha
retirado la marea. Pero está: no ha desaparecido, no se ha disuelto,
no se ha convencido de dogma institucional ninguno. ¿Recuerdan cómo
de golpe irrumpió en el terremoto de 1985 y en la silbatina a Miguel
de la Madrid, por nadie organizada, en el estadio Azteca en 1986? Allí
comenzó el derrumbe que a partir de 1988 se hizo estrepitoso.
"¿Pero entonces por cuál partido vas a votar
en julio?", me suelen preguntar. Respondo: "Votar es hoy una necesidad
sólo para la legitimación de la casta política. Tengo
también el democrático derecho de no votar esta vez por ninguno.
Mientras ellos siguen cocinándose en su propia salsa, sospecho que
esta sencilla forma de protesta en negativo, que prepara otras en positivo,
está madurando allá por donde anda la marea".
"¿Y por qué no te vas del PRD?", me han
preguntado muchos. Respondo: "por la misma razón por la cual los
palestinos no dejan su tierra a los colonos de Sharon y los cafres no dejaron
Sudáfrica a los colonos blancos. Nosotros estuvimos primero. Este
es uno de los territorios fundados desde la izquierda mexicana y a ella
pertenece. Tendrá un día que dejarlo la casta divina".
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