México D.F. Lunes 9 de junio de 2003
Ana María Aragonés
Política migratoria reactiva
Se dice que la migración no está en la agenda de Bush, šclaro que no! También se dice que sigue "enojado" por la posición que adoptó México ante Irak... puede ser. Pero quien debería tener la migración en su agenda y estar más que enojado por el trato que se da a nuestros connacionales es el gobierno de México, sobre todo después de la muerte por demás dramática de 19 trabajadores en Victoria, Texas, 12 de los cuales eran mexicanos, y todos los demás que se han ido sumando.
Bush pone en el mismo saco a trabajadores migrantes, turistas, comerciantes y posibles terroristas al plantear que la nueva forma de inspección en la frontera a partir de enero próximo incluirá una fotografía y la toma de huellas digitales de todos aquellos extranjeros que no tengan acuerdos de exención de visas, como es el caso de México, lo que pone en entredicho la buena vecindad que supuestamente debería tenerse con un socio tan importante como es nuestro país. Se mezcla, no sin conciencia, seguridad nacional, delincuencia y migración, dejando totalmente de lado lo laboral y los derechos humanos.
El gobierno de México actúa de manera reactiva siguiéndole el juego a Estados Unidos, ya que recurrirá a la misma estrategia de control en su frontera sur. Entonces Ƒcómo puede abogar por el libre tránsito de capital, mercancías y trabajo y acepta aplicar esos lamentables controles en su frontera sur?
Si bien cualquier esfuerzo que se haga en beneficio de esos trabajadores es bienvenido, el nuevo programa que busca dar a conocer a los posibles migrantes "el terrible peligro que pueden enfrentar" parece superfluo, pues saben muy bien a lo que se enfrentan y están dispuestos a correr el riesgo. Así están de desesperados.
Poner el énfasis en responsabilizar a los delincuentes traficantes de migrantes, que sin duda merecen el más ejemplar castigo, es irse nuevamente por las ramas, pues el problema de fondo no son estos delincuentes, sino la estrategia policiaca de nuestros vecinos que favorece la multiplicación de estos traficantes que se potenciaron sobre todo a partir del recrudecimiento de la política migratoria restrictiva de Estados Unidos en 1996 y, por supuesto, después del 11 de septiembre con la instrumentación de su política de "seguridad nacional". A más controles, más traficantes.
El crecimiento desproporcionado de trabajadores indocumentados tiene que ver con los problemas económicos de México, pero también con el extraordinario interés de los propios empresarios estadunidenses por este tipo de mano de obra que le reporta enormes beneficios y ningún perjuicio.
Los migrantes indocumentados son un recurso estratégico para ambas economías, pagan impuestos, reciben muy poca atención de los programas que el país vecino otorga a otros trabajadores en condiciones de pobreza, como es la situación de los indocumentados y laboran en sectores estratégicos de la economía estadunidense. Se calcula que México recibió en 2000 la cantidad de 7 mil millones de dólares, más que lo que recibe por exportación de manufacturas, siendo el principal receptor en Latinoamérica y el segundo del mundo después de la India (CEPAL, 2002).
Los migrantes son lo suficientemente importantes para tener una negociación particular sin necesidad de entrarle al "dando y dando". Pero para ello se necesitaría que el gobierno de México tuviera una política migratoria integral con estrategias de largo plazo, cuyo objetivo sea convertirnos no en el número nueve del G-8, sino en un país que cambie su condición de expulsor. Este sí es un objetivo posible, otros países lo han logrado; que le pregunten a España.
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