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México D.F. Lunes 9 de junio de 2003
ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Plazas sin trazas
EXISTEN EN NUESTRO país unas 300 plazas de toros, 25 de ellas de primera categoría, es decir, con capacidad entre diez mil y treinta mil localidades, y 33 de segunda categoría, con aforos de cuatro mil a nueve mil 999 lugares. Sin embargo, se trata de plazas sin trazas o, si se prefiere, sin plan o proyecto profesional a mediano y largo plazo que las dignifique mediante una promoción, un manejo de imagen y un calendario de funciones periódicas suficientemente atractivo para la región.
LAS HAY SITUADAS en el centro de la ciudad, en las afueras, descubiertas, techadas, con amplios estacionamientos o de plano sin éstos, con o sin sanitarios, callejones, alumbrado o enfermería; de madera o concreto, portátiles o fijas, antiguas o modernas, grandes y chicas, bellas o funcionales, con leyenda o sin ella. Casi todas denigradas con horrendos anuncios comerciales.
PERO DE 58 cosos de primera y segunda categorías, no hay uno que se constituya como la plaza de toros del país, como el recinto taurino donde toreros que den espectáculo lidien toros y novillos con la edad y trapío reglamentarios, adquiridos por empresas profesionales que previamente licitaron el derecho a usufructuar, administrar y promover ese inmueble.
EN BUENA MEDIDA la concepción de una plaza de toros es reflejo de la conciencia de la comunidad respecto de sí misma y de su tradición taurina. Desde el pretérito sentido por reunirse en la plaza pública y, ahí mismo, improvisar un coso con trancas, maderos, carretas o lo que hubiere. Después, las iniciales edificaciones de mampostería del setecientos español, con una finalidad política, no sólo taurina, por parte de los monarcas borbones.
Y EN EL siglo XX funcionales inmuebles para 20 mil o más espectadores, en el inicio de la masificación del tercer protagonista de la función: el público, hoy desinformado y conformista, en contraste con el del siglo XIX, que no tenía reparo en derribar o incendiar una plaza si la corrida por la que pagó salía mansa.
UN LIBRE EMPRESISMO taurino chambón recorre México. La población del país, cuyo elevado crecimiento es inversamente proporcional al interés que le despiertan corridas y novilladas, de plano ya no acude a la plaza de toros de su localidad, llámese DF, Aguascalientes o Guadalajara, cuyas manirrotas empresas han optado por depender de dos frágiles alfileres anuales importados: Hermoso de Mendoza y El Juli, quienes explicablemente especulan con esa dependencia, disminuyendo su nivel de desempeño.
EN TODO CASO la gente le ha dado la espalda a los cosos mas no a la fiesta, precisamente porque los llamados empresarios prefieren rendir culto al becerro de oro en sus inmuebles subutilizados, olvidando que la plaza no es otra más de sus propiedades, sino el templo solar donde se ha de rendir culto fervoroso a la deidad táurica, no a sus caprichos.
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