México D.F. Miércoles 11 de junio de 2003
Luis Linares Zapata
Los embrollos de Fox
La cercanía de las elecciones intermedias agudiza las debilidades del presidente Fox y lo impelen a recargarse aún más en la mercadología para aliviar la inmensa presión a que está sometido actualmente desde dos flancos coincidentes. Uno lo condensa la marcha de la economía y el pobre desempeño que en su conducción y aliento ha mostrado su administración. El otro le proviene de la indiferencia de su americano amigo, aliado y sostén al que ahora, y de improviso, se le añaden sus financieros que también de improviso se volvieron sus duros jueces.
La intensa campaña difusiva en la que desempeña el papel estelar, muy a pesar de su cuestionada legitimidad, es el arma esgrimida por Fox para redimirse y tratar de vencer en el referendo a su gestión en que ha convertido las votaciones de julio próximo.
Aseguran los estrategas de Los Pinos que una Cámara de Diputados con mayoría relativa de los panistas conseguiría las reformas estructurales que solicitan tanto el gobierno que Fox preside como los altisonantes aliados que con ellas saldrían beneficiados, sobre todo aquellas empresas trasnacionales del sector energético. No sólo eso, también permitiría completar las reformas al Estado que redondearían la transición.
El gobierno del cambio, así enfocado, habría cumplido la misión que vino a desempeñar desde Guanajuato. La continuidad de ese proyecto compartido que mencionó la señora Sahagún en reciente entrevista, bien podría estar garantizada y la crítica se revelaría, en efecto tal como lo reclamara el secretario Creel, por completo injusta.
El mundo de los deseos al alcance de una ejecución propagandística exitosa, cuyo requisito central es el máximo nivel posible de saturación. Y de esa postura no quiere el gobierno recular, aunque para ello comprometa recursos inmensos, enfrente ácidos reclamos de la oposición, roce la ilegalidad y enajene la voluntad de amplios segmentos de posibles votantes.
Pero el alejamiento de Bush a partir del diferendo sobre la intervención en Irak, al que se añade la ácida reacción al manejo de la economía que le hizo un grupo de picudos empresarios, que antes se habían sumado con billetes y entusiasmo a su proyecto, han dejado a Fox cojeando y con su seguridad maltrecha.
Las condenas lanzadas por esos personajes de los grandes negocios se le tornan un escollo que bien puede convertirse en obsesión y caen a plomo sobre su ya mermado espíritu de vendedor y gerente que requiere de continuas seguridades para perseguir, al día siguiente a un sonoro traspié, el éxito prometido.
A ello se suman los nada positivos pronósticos de una economía que no reacciona y le aumenta el desempleo al acentuarse el ya de por sí pesado estancamiento. Las rebajas al aumento del PIB, propalado en un principio a un aceptable 3 por ciento dadas las condiciones externas desfavorables, fueron el motivo central de la incipiente revuelta de los empresarios. En la actualidad los augurios se sitúan por debajo de 2 por ciento y esa merma sitúa a la fábrica nacional en una zona de alta tensión que redoblará los juicios contrarios sobre la efectiva capacidad de un gobierno de gerentes (y para esos empresarios) salido de las filas del PAN.
Aun cuando las encuestas todavía muestran al partido de Fox sobre los demás, la tendencia, que es de caída, nada garantiza que, aun logrando el primer lugar de preferencias, pueda alterar la relación entre las diversas fuerzas que hoy delinean el panorama político de la nación. Máxime que con toda seguridad el PRD, su más claro y tozudo opositor, emerja con una fracción bastante mayor a la que obtuvo en 2000, cuando cedió curules al por mayor a su infausta coalición.
En un análisis más riguroso todavía, las expectativas que la administración de Fox ha puesto en la conformación favorable de la Cámara de Diputados en muy poco alterará el predominio priísta en la de senadores. Esa fracción, aunada a la del PRD, es la que ha parado sus maniobras y sueños. Por esos senadores están detenidas tanto la planteada reforma eléctrica como la Ley de Adquisiciones y Obra Pública que daría margen operativo a los cuestionados contratos de servicios múltiples. Contratos con los que se abriría, en la práctica y como un primer paso, el sector petrolero a la penetración externa.
En nada alterará tampoco el existente balance de posturas en el Senado la conformación de una fracción priísta de diputados liderada por la profesora Gordillo. Los desplantes de esta mujer han alentado inconformidades, las sospechas de numerosos como hábiles correligionarios, y abierto divisiones en el interior del PRI con sobrada razón argumental.
La señora Gordillo pasea, sin recato alguno, su cuestionada honestidad, espuria representación gremial, sospechosa amistad con la pareja presidencial y ambiciones mucho mayores a su instalada capacidad personal como para además sacar adelante los intereses del Ejecutivo federal y de sus aliados. Los aceleres de reuniones previas alejadas de la mínima prudencia, donde este disolvente personaje del priísmo participa, sólo le aseguran animosidades que cada día soplan mejor y en sentidos contrarios a su desatado protagonismo carente, por eso mismo, de sólido sustento.
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