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E C O N O M I A
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México D.F. Miércoles 11 de junio de 2003

Alejandro Nadal

La tentación monetaria de Irak

Estados Unidos pudo invadir Irak y destruir las estatuas de Saddam Hussein. Pero ahora tiene que imprimir billetes con la efigie del dictador. La falta de planes de la potencia invasora para la ocupación se nota cada vez más en la crisis de liquidez que padece la economía iraquí.

Hace exactamente una semana, en las derruidas imprentas del banco central comenzaron a imprimirse billetes de 250 dinares con la efigie de un Saddam Hussein rozagante. Esos billetes están destinados a enfrentar la fuerte demanda de moneda y apaciguar la ira de los que detentan billetes de 10 mil dinares, que sólo son recibidos a 60 por ciento de su valor nominal. Esos billetes fueron lanzados a la circulación en las postrimerías del régimen derrocado y pueden ser falsificados sin problema. Pero el nuevo numerario tiene el defecto de que se necesitan carretadas para comprar hasta los artículos más elementales, como pan o jabón.

2700389417 Las autoridades de la ocupación preferirían esperar a que un nuevo gobierno en Irak sea quien decida sobre la moneda en circulación y el régimen cambiario. Pero ese proceso de transición monetaria puede llevar meses. Mientras tanto, es necesario enfrentar la carencia de circulante de alguna manera.

Estados Unidos ya está envíando grandes cantidades de dólares en billetes de pequeña denominación para pagar salarios de burócratas. Esos salarios oscilaban en un promedio de 50 dólares mensuales y hoy ya se están realizando pagos provisionales de 20 dólares para el personal que trabaja en el tendido y reparación de la red eléctrica, y en los hospitales y escuelas. En consecuencia, el uso del dólar como medio de pago crece todos los días.

El dólar también está desempeñando la función de unidad de cuenta en numerosos contratos, financieros y no financieros, y todas estas transacciones están llevando en los hechos a una dolarización informal. En realidad, buena parte de esa economía (el sector ligado a las exportaciones de petróleo) ha gravitado desde hace décadas alrededor de la esfera financiera del dólar. La diferencia es que ahora el dólar se está consolidando como el medio de pago único en Irak.

En Irak circulan tres monedas: en el norte impera el dinar "suizo", impreso en Europa, más difícil de falsificar y con un valor de aproximadamente cuatro dólares. En el resto del país circula el dinar "de Saddam", cuyo valor es mil por dólar. Y además circula con creciente aceptación el dólar estadunidense. Cada día que pasa sin una autoridad monetaria, se acerca más el día de la dolarización formal de la futura economía iraquí. Y para evitarlo, el invasor ha preferido el desprestigio que acarrea imprimir los dinares "de Saddam".

Para el futuro, las potencias ocupantes pueden escoger entre varios regímenes monetarios: pueden decretar la dolarización, el uso del dinar suizo o introducir una nueva unidad vinculada al dólar. Pueden establecer un consejo monetario o un banco central para administrar la oferta de la unidad monetaria. Pero en ausencia de la red institucional necesaria para administrar el crédito, aumentará la tentación de mantener al dólar como unidad de cuenta y medio de pago generalizado.

A diferencia de los llamados mercados emergentes que optaron por regímenes monetarios afines a la dolarización, la autoridad ocupante en Irak podría tener acceso a dólares aunque no los pueda imprimir: puede abrir líneas de crédito con la Reserva Federal y usar los recursos petroleros (o activos financieros iraquíes congelados en cuentas bancarias) como garantía. Pero la consecuencia más importante de una dolarización con ese tipo de garantías es la extensión por tiempo indefinido de la ocupación de Irak.

Desde el punto de vista estrictamente económico, la dolarización completa de la economía iraquí conlleva la pérdida de autonomía para la política monetaria. Eso es malo para una economía con una estructura distinta de la del emisor de la moneda dominante. Las necesidades de liquidez, los ciclos y los choques a los que están expuestas las economías de Estados Unidos y la de Irak son diametralmente opuestos.

Por el momento, sin una estrategia clara para el futuro de la economía iraquí, la autoridad de ocupación oscila entre el uso de dólares para resolver problemas inmediatos (pago de salarios de servidores públicos) y la necesidad de limitar el papel de esa divisa como medio de pago único para evitar la dolarización.

Sir Thomas Gresham, consejero de la reina Isabel I en 1551, acuñó el dicho "la moneda mala expulsa a la buena". Hoy se sorprendería si pudiera observar la lucha entre dinares y dólares en el laboratorio iraquí. En cualquier caso, por el momento parece ser que las leyes de la circulación monetaria han derrotado a las fuerzas de ocupación y su proyecto de cambio de régimen.

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