México D.F. Sábado 14 de junio de 2003
El ejemplar alcanzó casi tres metros
de alto y despidió un olor perceptible a 800 metros
Maravilla al mundo el pestilente florecimiento de la
Titán Arum
El Jardín Botánico de Bonn ha logrado
cultivar varias de estas plantas desde mediados del siglo XX Desde helechos
africanos hasta nopales mexicanos se encuentran en este lugar
EVA USI ESPECIAL
Bonn, Alemania. El Jardín Botánico
de Bonn es foco de atención internacional por el récord mundial
que ha batido un singular y gigantesco ejemplar del reino vegetal. Se trata
de la Titán Arum, la flor más grande y pestilente
del mundo que después de ofrecer el espectáculo sexual de
su vida, cayó vencida por el enorme esfuerzo.
Durante el extraordinario acto de fuerza, la enorme planta
fálica, cuyo bulbo bajo tierra alcanzó 78 kilos de peso,
desplegó su apestosa flor para revelar su interior después
de comenzar un dramático crecimiento durante las semanas pasadas.
El capullo se hinchó alcanzando una altura de 274 cms., rompiendo
un récord mundial. El anterior fue impuesto en 1932, cuando un ejemplar
del Jardín Botánico de Wageningen, Holanda, alcanzó
una altura de 257 cms. "Tenemos una tradición en el cultivo de la
planta -dice el director científico del jardín, Wolfram Lubin-,
la primera vez que floreció una de estas en nuestro invernadero
fue antes de la Segunda Guerra Mundial; la segunda, durante la guerra,
y desde 1987 hemos logrado hacerlas florecer regularmente con intervalos
de entre cinco y ocho años", dice.
Superlativo de la flora mundial
La Titán Arum es uno de los superlativos
de la flora mundial. No sólo es la flor más alta sino también
la más pestilente. Alrededor de una larga y esbelta espiga se abre
ondulante una falda plisada de color púrpura que despide rítmicamente
un fuerte hedor a carroña. Con este sofocante y nauseabundo aroma,
que puede percibirse a una distancia de 800 metros, la planta imita el
olor de cadáveres de animales en descomposición para atraer
a insectos que penetran en el interior de la flor para depositar sus huevos
y encargarse de la polinización, que sólo tiene lugar durante
el breve lapso de floración. Una vez que los insectos se posan sobre
el capullo, la flor se cierra sobre ellos y los mantiene atrapados hasta
quedar cubierta de polen. El singular ritual sexual de la planta se ha
convertido en un imán para el público visitante. "Cada vez
que florece un ejemplar tenemos un flujo de unos 15 mil visitantes en unos
cuantos días, esta vez la fila era tan larga que había que
esperar dos horas para contemplarla", dice Lubin.
Florece en lapsos irregulares cada cierto número
de años y dado su difícil cultivo, la Titán Arum
es sumamente rara en los jardines botánicos. Sólo existen
unas 70 plantas en el mundo entero. La amorphopallus titanum, (falo
amorfo titánico), proviene de las selvas tropicales de la isla de
Sumatra (sudeste de Asia), donde fue descubierta en 1878. Once años
después, horticultores del Jardín Botánico de Kew,
Inglaterra, lograron que la sensible planta floreciera lejos de su hábitat
natural. Desde entonces, invernaderos del mun-do entero compiten entre
sí por el mayor ejemplar.
Sensaciones de mayor y menor tamaño
La
gigante del reino vegetal está en peligro de extinción, y
como a menudo sucede con otras especies animales y vegetales, el hombre
es el principal predador. "La intensiva tala de árboles en Indonesia
-país al que pertenece la isla- ha provocado una rápida deforestación
de los bosques tropicales, señala Lubin, reduciéndose cada
vez más el hábitat natural de la planta, inclusive se sospecha
que la gente se come los enormes bulbos de la Titán, pero
no hay seguridad de ello", sostiene.
A pesar de que en los invernaderos de Bonn se cultivan
unos 50 retoños, el experto rechaza la posibilidad de enviar una
treintena de plantas a Sumatra, pues eso conduciría a una mezcla
de las especies. "Cada especie se protege ante los cambios climáticos
y plagas, desarrollando una gran diversidad genética que le permite
adaptarse a cualquier alteración medioambiental -así, unas
están adaptadas al calor, otras al frío, otras a la altura-
si uno las mezcla homogeneizando su información genética,
puede ser que las plantas no sean capaces de adaptarse a un eventual cambio
del clima, provocando la extinción de la especie".
El Jardín Botánico de la Universidad de
Bonn, uno de los más antiguos al norte de los Alpes, data de hace
más de 400 años. Su complejo de invernaderos consta de nueve
recintos interconectados que contienen una colección de unas 4 mil
500 especies.
Estos días está lleno de sensaciones de
mayor y menor tamaño. En la Casa de los Manglares hay un enorme
estanque donde flotan lirios acuáticos y nenúfares gigantes.
Sus hojas perfectamente redondas y verdes parecen platos gigantes con ribetes
púrpuras. La magnífica victoria amazónica proveniente
de las aguas de los lagos del Paraná en Argentina y Paraguay, tiene
hojas de unos cinco metros de diámetro que son capaces de resistir
hasta 100 kilos de peso. Parece un espejismo ver a una joven rubia sumergida
hasta la cintura que está limpiando sus aguas.
Las casas de las maravillas
La ruta señalizada conduce al visitante a través
de las casas de las Palmeras, de los Helechos, de las Suculentas -cactáceas-
y de las Orquídeas. La exhuberancia tropical está acentuada
por numerosas plantas trepadoras que se enroscan voluptuosamente en los
troncos de los árboles. Otras parecen bucles que caen como una cascada.
En otro rincón llama la atención una extraña pieza
que parece arte erótico. Es el gigantesco bulbo de la palmera de
las islas Seychelles. Hasta donde la vista alcanza se ven plantas de todas
las formas y tonos de verdes. También hay plantas carnívoras
que han desarrollado ingeniosas estrategias para atraer a sus víctimas.
Es un jardín del Edén que envuelve al visitante transportándolo
a las selvas tropicales.
Las temperaturas cambian de un recinto a otro. Al entrar
a la Casa de los Helechos, fresca y ventilada, se encuentra uno con imágenes
singulares. Unos helechos de la familia de las dicksonias parecen árboles
con copa de helechos y troncos irregulares y oscuros. Esto se debe a que
las raíces se desarrollan en el tronco, engrosándolo irregularmente.
Sus hojas en las alturas están en constante movimiento. Es el sistema
de sombreado que hace plegar y desplegar constantemente unas lonas térmicas
que regulan la luz y la temperatura. "La ventilación, sombreado
y parte del riego son ejecutadas por una computadora, pero la mayoría
de las plantas requieren un tratamiento individual", dice Bernhard Reinken,
responsable de los árboles de invernadero.
El experto jardinero nos lleva a otro apartado, donde
se encuentra el reino de las bromelias. Son plantas cactáceas de
hojas y las hay de todos los tamaños, texturas y colores. La mayoría
de ellas son originarias de Latinoamérica y es una de las colecciones
más interesantes del jardín botánico.
Por último, está la Casa de las Suculentas,
las plantas cactáceas, donde hace un calor sofocante. El recinto
de unos 150 metros cuadrados está dividido en el "Nuevo" y el "Viejo
Mundo". De un lado se ven exóticas plantas provenientes de Africa
y Europa, del otro, se encuentran ejemplares originarios del continente
americano, con todo tipo de nopales, yucas y cactus. Llama la atención
un árbol de tronco retorcido de color arenoso cuya corteza parece
estarse desprendiendo a pedazos. "Es su protección natural para
resistir temperaturas de 50 y 60 grados como las que hay en algunas regiones
de Africa, dice Birgit Emde, quien trabaja en el lugar sin más ropa
que un short y camiseta. Por las altas temperaturas, algo más sería
intolerable.
En varios troncos secos cuelga un centenar de orquídeas.
Son parte de una carga de plantas exóticas provenientes de México,
que fue confiscada por agentes de la aduana de Colonia en 1999. En dos
belices los contrabandistas llevaban 138 orquídeas, 14 agaves, más
de mil bromelias, siete nopales y 60 tarántulas vivas. El hallazgo
fue tan espectacular que el jardín botánico puso una cédula
informando al público del incidente, y exhortándolo a no
traficar ilegalmente con plantas y animales exóticos como si fueran
simples souvenirs de vacaciones.
"Los jardines botánicos ejercen una función
muy importante en la medida en que son escaparates que advierten y sensibilizan
al público sobre problemas y aspectos interesantes relacionados
con la naturaleza, en un momento en que ésta cada vez es más
relegada a un segundo plano por el avance de la técnica", advierte
el responsable del jardín botánico, Wolfram Lobin. En estos
días numerosos curiosos deambulan por sus estrechas veredas, admirando
la vegetación que en otras latitudes cobija a seres humanos de piel
color aceituna, imaginando serpientes y guacamayas. El jardín botánico
de Bonn es una oda a la naturaleza.
Para mayor información consultar http://www.botanik.uni-bonn.de/botgart/amorpho2003.html.
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