México D.F. Jueves 19 de junio de 2003
Señala que hubo deficiencias en autopsia,
peritajes y custodia de evidencias
Cuestiona la CIDH resultados de las investigaciones
del caso Digna Ochoa
"Absurda tanta cautela, demora y malestar" de la Sedena
ante solicitudes de información
CLAUDIA HERRERA BELTRAN
Expertos de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) cuestionaron los resultados de las investigaciones sobre
la muerte de la abogada Digna Ochoa, al señalar que hubo deficiencias
en una serie de pruebas importantes, entre otras la necropsia, peritajes
dactilares y descuido en la custodia de evidencias, además de que
los peritos que trabajaron en el caso dieron opiniones en términos
absolutos sin fundamentación científica.
En el resumen que elaboró el Centro de Derechos
Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh) sobre el documento,
los especialistas de la CIDH señalan que la Secretaría de
la Defensa Nacional (Sedena) no entregó la información solicitada
sobre el caso, y que es "absurda tanta cautela, demora y malestar" para
no permitir el acceso pleno de los investigadores a los archivos.
La comisión atribuye estos problemas a fallas en
la administración de justicia, que en el Ministerio Público
son de orden estructural y no coyuntural. Más allá de la
manifestación de la voluntad y del interés del Estado, explica
que se requiere el diseño y la ejecución de un agresivo plan
de nuevos modelos de investigación penal.
El Prodh dio a conocer ayer un resumen del documento que
elaboró la CIDH en relación con la muerte de la defensora
de derechos humanos, ocurrida el 19 de octubre de 2001.
La síntesis también aborda la polémica
hipótesis del suicidio y señala lo siguiente: "Respecto a
la prueba de balística, el informe reconoce que, salvo algunas particularidades,
se encuentra apegada a los estándares en la materia, aunque el resultado
por sí mismo no puede determinar si el hecho se trató de
un suicidio o de un homicidio".
Nuevos modelos de investigación
Por todo ello recomienda a los gobiernos federal y del
Distrito Federal y a la procuraduría capitalina "el diseño
y la ejecución de un agresivo plan de nuevos modelos de investigación
criminal que involucre la revisión de los recursos logísticos
y materiales disponibles, así como la actualización de los
métodos de investigación".
Además de "la aplicación de estrictos procedimientos
referidos a la custodia de evidencia, el control de la gestión y
calidad del trabajo, la obligatoria capacitación y actualización
de los conocimientos técnico-científicos de la criminalística,
la revisión de los requisitos profesionales, morales y personales
de los funcionarios del Ministerio Público".
Hace tres días el Prodh recibió el informe
que fue elaborado por Pedro Díaz Romero, coordinador del equipo
de expertos de la CIDH, que recoge el resultado de los trabajos realizados
por María Dolores Morcillo Méndez, Alan J. Voth y el propio
Díaz en enero pasado.
El centro aclaró que los enviados de la CIDH se
encargaron de verificar las pruebas técnicas realizadas y si éstas
se adecuaban a los estándares internacionales, pero no tuvieron
la misión de determinar las circunstancias en que murió la
abogada Ochoa, como tampoco la identificación de eventuales responsables.
Al citar las conclusiones del informe explica que algunas
pruebas "no fueron evaluadas en forma ajustada a los métodos y procedimientos
regulares para este tipo de pruebas ni a los estándares internacionales".
Las omisiones en la prácticas de algunas de las
pruebas analizadas, dice, obedecen a procedimientos "rutinarios y desactualizados"
que realizan los Servicios Periciales de la Procuraduría General,
del Servicio Médico Forense y del Tribunal de Justicia del DF.
El trabajo que se realizó sobre el cadáver
exigía "mayor atención y una labor más profesional".
Además considera que debió hacerse una inspección
minuciosa del departamento donde ocurrieron los hechos, continua y con
el tiempo necesario dentro de los días y semanas siguientes antes
de iniciar otras pruebas o devolverlo a los propietarios. El informe también
destaca la "forma determinante y a veces absoluta o contraria" en que se
han formulado las conclusiones por parte de los peritos.
También dice que faltó previsión
en la toma de muestras, como en el caso del polvo esparcido y retazos de
tela hallados en la escena del crimen. Además, añade, se
practicó un elevado número de pruebas de laboratorio en las
diversas áreas, algunas veces de modo innecesario, lo que agotó
la mayoría de las muestras y cerró la posibilidad de realizar
otros exámenes.
Señala que el reconocimiento externo del cuerpo
fue superficial y carente de la información que regularmente se
requiere, lo que también se reflejó en la autopsia.
En torno a la prueba de balística indica que hay
problemas por un "deficiente control de la escena de los hechos y los peritos
no llevaron regularmente notas de trabajo, además de existir excesivas
interpretaciones de fondo". Las diferentes pruebas de genética,
agrega, no se desarrollaron dentro de los estándares internacionales
existentes y por ese motivo entraron en contradicción unas con otras.
En la declaración de los campesinos de Guerrero
-que fueron defendidos por Ochoa- tampoco se siguieron ciertas normas.
La CIDH lamenta, por ejemplo, que no se haya tomado el testimonio de un
testigo que podía tener información importante debido a que
carecía de identificación.
Apunta que la Sedena tampoco entregó la información
solicitada en forma concreta y directa, pese a los continuos requerimientos
que se le hicieron y de que en una investigación de esta naturaleza
todas las entidades del Estado tienen la obligación de colaborar.
Afirma que "es absurda tanta cautela, demora y malestar
para no permitir el acceso pleno y directo de los investigadores a los
archivos físicos y electrónicos que poseen, pues la información
suministrada es pública y se encuentra en forma más completa
en las bibliotecas o hemerotecas de la ciudad".
La CIDH reconoce que no existe evidencia de que la documentación
integrada en la investigación haya sido alterada, cambiada o fraccionada.
La comisión señala que en la investigación
penal que llevó a cabo por estos hechos la procuraduría capitalina
se ha observado el interés del Estado en proveer el personal que
ha requerido la averiguación.
Sin embargo, agrega, que además de ello se requiere
la "constancia, la madurez, el conocimiento adquirido no solamente a partir
de la experiencia o de una base empírica, sino por la formación,
preparación y actualización en las diversas áreas
de la ciencia de la criminalística y la investigación penal,
en las que no hay lugar a improvisar o hacer ensayos".
En ese aspecto, asegura que la preparación del
personal del Ministerio Público "no es adecuada, combinándose
una falta de conocimiento profundo del ordenamiento jurídico vigente
y desidia en el trabajo, que imposibilitan que el rendimiento en términos
generales sea satisfactorio".
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