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México D.F. Jueves 19 de junio de 2003
Olga Harmony
Puerta de las Américas
Desde hace tiempo lo bueno del teatro mexicano tiene pocos contactos con el extranjero, a excepción de lo que los teatristas en lo individual logren (y que no siempre es lo mejor de nuestra escena, sino lo que mejor se promueva). Por ello es bueno que se hagan esfuerzos como el de Puerta de las Américas con la llegada de 450 visitantes de diferentes partes y, aunque en el momento en que esto escribo se desconozcan los resultados totales, ha propiciado contactos de diversos productores y promotores con la oferta que se presentó y parece que algunas escenificaciones ya quedaron apalabradas. Por supuesto, sólo hablo de teatro, que es lo que me concierne.
Para muchos, entre los que me cuento, hubiera sido preferible que el proyecto de apoyo a los grupos, es decir, reforzar en lo posible el mercado interno, se hubiera presentado antes de Puerta de las Américas, pero se entiende que cada propuesta institucional se irá presentando en la medida en que esté afinada y en que fluyan los recursos económicos. Esto último es lo que presenta mayores escollos.
Puerta de las Américas se había plan-teado con recursos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Secretaría de Relaciones Exteriores, antes de que el canciller Luis Ernesto Derbez decidiera retirarse del proyecto y se negara a entregar el dinero comprometido, que representa la tercera parte del total presupuestado.
La bendita autonomía permitió que las autoridades de Difusión Cultural de la UNAM se expresaran con extraordinaria dureza en declaraciones a un diario, dureza a la que nadie hizo eco. Quizá Sari Bermúdez no creyó oportuno en este momento mostrar mayores fisuras en un equipo del que forma parte, pero sorprende que los medios y los artistas comprometidos no hayan exigido, como sí lo hizo Antonio Crestani, que el señor Derbez ofrezca una explicación pública. Y si es malo que un funcionario tan importante no responda a sus compromisos, posiblemente sea peor que exista un hoyo de varios millones que se deba cubrir en estos tiempos de vacas tan flacas.
El proyecto Puerta de las Américas es en sí mismo noble, tanto como sea abrir caminos para las artes escénicas. La selección de las obras a presentar pasó por jurados que dictaminaron. Puede o no haber dudas, yo las tengo respecto a la ausencia de montajes de los estados (pienso en uno muy reciente, que no hubiera necesitado remontarse, como es la versión de Abraham Oceransky al guión cinematográfico de Hugo Argüelles, Las pirañas aman en cuaresma, que en la pasada Muestra Nacional de Teatro tuvo unánime y cálida acogida, y que hubiera podido quedar en lugar de alguna escenificación centrista mucho menos lograda), pero ninguna duda descalifica los posibles resultados.
El proyecto se puede ir afinando y ya Mario Espinosa hizo algunas declaraciones en ese sentido. Lo que me resulta absurdo, desde el pasado Mercartes, es que se tema que el arte se comercialice, porque entonces habría que cerrar taquilla y los artistas vivir del aire. De lo que se trata, a mi entender, es que las artes escénicas se difundan dentro y fuera de nuestras fronteras.
Si bien existen productores privados, como Carlos López, que apuestan por el buen teatro, es evidente que éste no puede subsistir sin apoyos institucionales. Arthur Miller en un ensayo de 2000, El teatro subvencionado, escribe de la necesidad de que en esa meca de la libre empresa que es Estados Unidos existan subvenciones para las escenificaciones importantes, ya que ni el mercantilismo de Broadway ni los espacios acotados del off Broadway cumplen con esta tarea. El gran dramaturgo afirma que le place ver el subvencionado teatro inglés que llega a Estados Unidos y agrega con sorna que lo interesante que puede presenciar es pagado por los impuestos de los súbditos de Gran Bretaña.
Entre nosotros la situación es tan difícil que algunos que decían en otros tiempos que no había que recurrir para todo a ''papá gobierno" hoy claman por algún tipo de ayuda. Pienso que no hay que prejuzgar los esfuerzos que se hagan para fomentar el teatro -uno de los deberes del Estado- y que este proyecto debe analizarse cuando se conozcan los resultados.
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