México D.F. Jueves 19 de junio de 2003
La legendaria Alicia Alonso abrió y cerró los aplausos en ese escenario
Veintidós doncellas-cisnes embrujaron al público en el Auditorio Nacional
Primera función de El lago de los cisnes a cargo del ballet de Cuba que dirige la prima ballerina assoluta Viengsay Valdés encarnó a Odette y Joel Carreño al príncipe Siegfried
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La prima ballerina assoluta Alicia Alonso abrió y cerró los aplausos. Noche de martes en el Auditorio Nacional. Está por comenzar El lago de los cisnes. Todavía no suena la música de Chaikovski. El Ballet Nacional de Cuba prepara los pies, los brazos aún no se convierten en alas, y Alonso ya tiene toda la atención: sale por una puerta a un lado del escenario. El público la aplaude, los ojos siguen sus pasos lentos. Se sienta en primera fila. El espectáculo se inicia.
Vestuario y escenografía son nuevos. Distintos tonos de azul, rojo, blanco, rosa, dorado y amarillo se despiertan en la ropa, guirnaldas verdes se enroscan alrededor del cuello de los bailarines. Es el primero de tres actos y un epílogo cuya coreografía preparó Alicia Alonso, directora general del Ballet Nacional de Cuba, sobre la original de Marius Petipa y Lev Ivanov que se estrenó en el Teatro Bolshoi de Moscú, en 1877.
Traición y engaño
Los campesinos ofrecen una fiesta al príncipe Siegfred. Por momentos la sincronía falla, pero conforme avanzan las notas tocadas por la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez, los bailarines en escena toman su ritmo y unifican sus pasos.
(Un niño golpea con los pies el respaldo de una silla. Un celular suena. ''šNo hay que ser!", reclama el murmullo de una mujer.)
La fiesta en el escenario termina. Siegfred ve a lo lejos una parvada de cisnes. Se despierta su instinto de cazador. Sigue a las aves hasta un lago. Encuentra a Odette, princesa-cisne.
La historia se hace más vertiginosa, los pies de las 22 doncellas-cisnes embrujan al público. Siegfred jura amor a Odette. Amanece, la doncella es cisne de nuevo. El hechicero, hombre vestido de negro, engaña al príncipe, le da a Odile. Hay traición. El engaño se descubre. Siguen el arrepentimiento, la reconciliación, la muerte y la felicidad. Ya todo termina.
El público, todavía en sus asientos, aplaude la actuación del ballet cubano. Odette (Viengsay Valdés) y el príncipe Siegfred (Joel Carreño) agradecen la ovación.
De pronto el príncipe desaparece a un lado del escenario. Cuando sale de nuevo no está solo. Alicia Alonso camina despacio a su lado. Ahora sí los asientos son insuficientes. El público, de pie, aplaude y grita šbravos! a la bailarina cubana, a la prima ballerina assoluta.
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