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México D.F. Sábado 28 de junio de 2003
Sugiere a partidos no temer ninguna competencia de jerarcas
No ambicionamos poder político, social o económico: Felipe Arizmendi
ALMA E. MUÑOZ
A una semana de la jornada electoral, el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, pidió a las autoridades, partidos, candidatos y "enemigos" no temer competencia alguna de parte de jerarcas católicos porque "no ambicionamos poder político, social o económico".
En su mensaje, que dará a conocer mañana en la liturgia dominical, reiteró su llamado a la grey para que al momento de emitir su voto "tengan presentes los mandamientos de la ley de Dios y no sean corresponsables de una degradación de la sociedad mexicana". A los futuros legisladores los instó a trabajar por normas en favor de pobres, campesinos, migrantes, indígenas, mujeres, trabajadores y niños aún no nacidos.
Sostuvo, en alusión a la controversia desatada por los mensajes de algunos prelados en ocasión de los próximos comicios, que los obispos están lejos de pretender el poder. "Somos continuadores de la misión de los apóstoles" y a partir de ese rol, pidió a los políticos cristianos ser quienes "lleven la delantera en la construcción de la democracia, la justicia y la paz, promoviendo la unidad, dentro de la legítima pluralidad.
Les insistió a políticos y autoridades: "en nosotros no van a encontrar competencia. Si tuviéramos esa ambición ya habríamos renunciado a nuestra vocación, que es continuar la tarea que nos confió Jesucristo, de predicar y celebrar el amor de Dios a la hora de votar, para no hacerse corresponsables de una degradación de la sociedad mexicana, no porque intentamos adquirir poder político".
Arizmendi Esquivel pidió orar, además, para que la jornada electoral de la semana próxima transcurra en paz y serenidad. "Que los ciudadanos sean conscientes de su responsabilidad al votar, y se derrote el abstencionismo. Que los elegidos sean legisladores y gobernantes que no se sirvan del puesto para intereses menos dignos, sino que elaboren las leyes que el país requiere para una vida digna para todos, en particular para los pobres, los campesinos, los migrantes, los indígenas, las mujeres, los trabajadores y los niños no nacidos", pero que también sean sensibles a la necesidad de una norma "más respetuosa del derecho a la libertad religiosa".
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