Se muestra en la galería Felguérez; concluye el 25 de julio

En Muros con memoria, Teresa Cito evoca sus pininos en la pintura

MERRY MAC MASTERS

A Teresa Cito (Bengasi, Libia, 1939) le quedó pendiente una asignatura en sus pininos pictóricos, de la que no se acordaba hasta hace poco: el muro. Es por eso que su exposición en la galería Manuel Felguérez de la rectoría de la Universidad Autónoma Metropolitana, que se puede visitar hasta el 25 de julio, se titula: Muros con memoria.

Llegada a México en 1962, con el tiempo ingresó a la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, donde estuvo en el taller del pintor Ricardo Rocha. Recuerda: ''éramos un grupo de seis o siete compañeros, entre los que estaban Santiago Rebolledo, José Barboso y Gabriel Macotela, que nos vimos a la cara y dijimos: ''qué vamos a hacer''. Ir de los estudios a la galería o al museo nos pareció muy elitista.

''José Barboso propuso que sábados y domingos, con nuestro dinero y nuestra pintura, fuéramos a pintar bardas. No éramos políticos, sino que teníamos la necesidad de comunicarnos directamente con la gente sin pasar por toda esa burocracia que a veces resulta incomprensible, lejana, difícil. A la calle nos fuimos arbitrariamente, sin pedir permiso ni nada.

''Acudí como cuatro o cinco veces. Pinté un muro en Miguel Angel de Quevedo. Pasó Tamayo y dijo: ''muchachos, cómo pintan eso, se va a tirar''. Ni siquiera firmábamos. No era cosa de protagonismo sino de contacto con la gente".

Aunque haya sido una ''experiencia deliciosa'', la joven no pudo seguir porque "venían los policías, la persecución". Sus compañeros eran solteros, pero ella tenía cinco hijos. Rocha, que ya era profesional, "se empezó a interesar y le puso grupo Suma".

La Casa del Lago, entonces dirigida por Hugo Gutiérrez Vega, fue de los primeros recintos que le abrieron las puertas a Cito en 1975. Ya se había adentrado en el mundo de las galerías, los museos, aquí y en el extranjero. Pintar bardas estaba lejos de su pensamiento pero, con el tiempo, volvió, aunque con la diferencia de que "como no puedo pintar los muros de ninguna parte, me acordé de mi escuela de Florencia -a los cuatro años de edad se había traslado a esa ciudad, ya que Italia era el país de sus padres- , y de una manera de pintar muros transportables y ligeros".

En la muestra de la galería Felguérez se incluye el fresco Muros con memoria, que viene a ser una pared que Cito veía todos los días al ir a la escuela, y al que ha incorporado elementos referentes al tiempo de su infancia y al de ahora. ''La sensación del tiempo me encanta, y los grafittis y los muros tienen esa característica''.

Agrega: "Prácticamente esta obra es grafitti. Me da una libertad porque me salí del marco de la tela que es otordoxo. Estos muros pueden ir al aire libre. Uno se vuelve irreverente. Trabajo con materia de albañil. Aplasto el yeso con una cuchara. Trabajo con lijas de diferentes grosor para respar".

Al mismo tiempo a Cito le nació "hacer recuentos de mi vida", por medio de incorporar fotocopias de fotografías viejas suyas y ajenas, apenas visibles. Lo ve como un grito de protesta. Explica: "Hoy día la imagen visual está muy explotada en la televisión, en los espectaculares. Lo que el público ve es mi preocupación porque está mal acostumbrado. Con una mirada en el Periférico de medio segundo ya se vio todo. Entonces, no va a detenerse ante un cuadro mío para ver qué quiero decir. Se trata de radicalizar eso. Si te interesa, te tienes que acercar. No es para fastidiar, sino para recuperar la visión que tenían los antiguos que con base en observar sabían todo".