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México D.F. Lunes 30 de junio de 2003
LA SENSATEZ DE LOS TERRORISTAS
En
respuesta a una gestión del gobierno egipcio, los grupos fundamentalistas
palestinos Hamas y Jihad Islámica decretaron una tregua unilateral
de tres meses en sus ataques contra Israel. Al cese del fuego se unió
unas horas más tardes Al Fatah, la organización política
del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat.
A cambio, esas agrupaciones demandan a las autoridades de Tel Aviv que
"cesen sus agresiones", que liberen a los palestinos detenidos y que levanten
"el asedio impuesto al pueblo palestino" y el confinamiento de Arafat en
sus destruidas oficinas de Ramallah. Debe quedar constancia, pues, que
el primer paso para desactivar la espiral de violencia entre ambos bandos
ha sido dado por los que son calificados de "fanáticos", "criminales"
y "terroristas" por los gobiernos de Washington y Tel Aviv, y no por las
tropas israelíes, que aunque constituyen las fuerzas regulares de
un Estado constituido, se comportan en Gaza y Cisjordania con fanatismo,
espíritu criminal y lógica terrorista análogos a los
de Jihad y Hamas.
El gesto de paz y distensión ha sido recibido de
manera ambigua por el gobierno de Ariel Sharon: por una parte ha empezado
a retirar algunos de sus efectivos de ocupación del norte de Gaza
y tiene previsto sacar a sus soldados de Belén, en Cisjordania;
por la otra, los voceros del gobernante informan que éste "ignorará
la tregua" de Hamas y la Jihad, mientras que el viceministro de Exteriores
de Tel Aviv, Giden Meir, califica la suspensión de hostilidades
de "bomba de tiempo". La oficina de Sharon aduce que su único interlocutor
válido es la ANP, pero omite el hecho de que durante los últimos
dos años Sharon se ha dedicado a destruir esa instancia y a fortalecer,
en consecuencia, a los grupos del radicalismo islámico.
Otros datos para atenuar el optimismo son, por un lado,
que los colonos judíos implantados en Gaza por el régimen
de Tel Aviv han anunciado su rechazo al incipiente repliegue militar israelí
y han amenazado con impedir el libre tránsito de los palestinos
por su propio territorio; por el otro, que las organizaciones radicales
laicas del bando palestino -los frentes Popular y Democrático para
la Liberación de Palestina, FPLP y FDLP- han optado por mantenerse
al margen de la tregua.
Por desgracia, y a la luz de los antecedentes, este cese
al fuego tiene pocas perspectivas de transformarse en un nuevo proceso
de paz, que es lo que menos desean los halcones de Tel Aviv, quienes, en
ausencia de una presión internacional sostenida y categórica,
no tardarán mucho tiempo en montar una nueva provocación
para dar al traste con el paréntesis de esperanza abierto ayer por
los supuestos extremistas. Para que la tregua se consolidara y diera lugar
a una negociación seria y comprometida entre ambas partes, sería
necesario que Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y las máximas
instancias de la ONU obligaran a Sharon -el enterrador del proceso de paz
de Oslo- a suspender indefinidamente sus agresiones contra los palestinos.
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