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P O L I T I C A
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México D.F. Sábado 5 de julio de 2003

Néstor de Buen

La estrategia Volkswagen

No deja de ser preocupante el anuncio de la empresa Volkswagen de reducir 20 por ciento de trabajadores (no se indica que la misma proporción deba afectar a los representantes del patrón y a algunos rangos de confianza), al parecer porque su mercado natural, Estados Unidos, que está a punto de la recesión y con cifras preocupantes de desempleo creciente, ha dejado de comprar o al menos ha reducido considerablemente las adquisiciones del famoso escarabajo.

No hay que olvidar que Volkswagen ha sido la pionera en soluciones al margen de la ley, como son, sin la menor duda, los famosos paros técnicos mediante los cuales se suspenden las labores por términos más o menos breves: una o dos semanas, a cambio del pago de 50 por ciento del salario. Una situación de ese tipo exige el permiso previo de una junta de conciliación y arbitraje, y ese requisito nunca se cumplió, ya que fueron acuerdos directos con el sindicato. En mi concepto, ilegítimos.

Por lo visto el sindicato ha acordado proponer a la empresa que en lugar del despido se reduzcan el tiempo de trabajo y el salario, por un lapso razonable, hasta en tanto se recupera la venta al exterior.

Todo indica, sin embargo, que estamos en los preliminares de la discusión de la revisión anual del contrato colectivo de trabajo (CCT) y que la amenaza de la empresa forma parte de su estrategia para lograr en ella que, por lo menos, no se aumenten sus costos, y si los reduce, mucho mejor.

Habría que recordar algunas cosas:

La primera y más importante es que tratándose de trabajadores con más de un año de antigüedad, que no sean de confianza, las empresas no pueden despedirlos sin causa justificada. De hacerlo, la fracción XXII del hoy apartado A del artículo 123 constitucional otorga a los trabajadores el derecho de exigir la reinstalación que, acordada por la Junta de Conciliación y Arbitraje, la empresa no tiene más remedio que acatar con una buena cifra de salarios caídos. Eso significa que una separación de trabajadores no podría hacerse sin su consentimiento expreso y, por supuesto, mediante el pago de indemnizaciones si estas son aceptadas. De esa manera, la amenaza de la separación tiene mucho de cuento.

Es cierto, por otra parte, que un CCT puede ser revisado hacia arriba o hacia abajo. La Ley Federal del Trabajo (LFT) faculta tanto a los sindicatos de trabajadores como a los patrones a presentar pliegos de peticiones, en los plazos previstos en la ley, lo que es absolutamente lógico porque el CCT tiene una vocación esencial de ser instrumento de equilibrio entre los factores de la producción. Eso significa que su estructura puede variar hacia arriba o hacia abajo de acuerdo con la realidad económica de las empresas y su entorno.

Ahora bien: cuando el sindicato reclama la revisión, si ésta no se produce o no se produce en los términos que acepte el sindicato, la ley autoriza el ejercicio del derecho de huelga (fraccción II del artículo 450 de la LFT). Si el patrón no obtiene lo que quiere en la revisión, no podrá ejercer derecho al paro.

Los tiempos han demostrado, sin embargo, y la historia de Volkswagen lo comprueba (1987), que si el tema principal es un exceso de producción que obliga a dejar de producir hasta vaciar almacenes, lo estratégico es dejar que estalle la huelga y no llegar a acuerdos durante el tiempo que a la empresa convenga. En 1987 la huelga duró cerca de tres meses, tiempo que permitió a sus funcionarios jugar al golf con calma y entusiasmo, que es como hay que jugarlo. Quiero recordar que no pagó más de 50 por ciento de salarios caídos. En aquellos tiempos el sindicato cayó en esa trampa, se desesperó y bloqueó calles y carreteras hasta que finalmente entendió que le estaba haciendo el juego a la empresa.

En mi concepto el sindicato no debe aceptar despidos ni la reducción de la jornada ni de los salarios. Por el contrario, debe preparar con todo cuidado la revisión (no sé si salarial o integral). Lo peor que le podría pasar es que no se alcancen aumentos -y lo dudo- y que se queden las cosas como están, sin reducciones de salarios y jornadas. De otro modo, antes de la batalla se rendiría la parte trabajadora. Eso no se vale.

El sindicato tiene buena fama. El año pasado contó con el apoyo de la Unión Nacional de Trabajadores. Hoy debe también buscar la solidaridad de los sindicatos independientes. Hay mucho en esta batalla.

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