México D.F. Viernes 11 de julio de 2003
Fuentes cercanas a la Presidencia de la República analizan causas de la imprevisión
Los Pinos no estaba preparado para el panorama que arrojó el 6 de julio
La magnitud de la confusión fue tal que pasaron más de 48 horas para romper el silencio
DE LA REDACCION
Carentes de estrategia para enfrentar la calamidad electoral, los integrantes del war room presidencial en los comicios del 6 de julio se sumieron en el desconcierto al recibir las primeras informaciones adversas sobre la votación.
Según fuentes cercanas a la Presidencia de la República, el pasado domingo, reunidos en el comedor de la casa Miguel Alemán, en Los Pinos, el Presidente y su esposa; Santiago Creel, Juan Molinar, Francisco Ortiz y el director de Opinión Pública de la Presidencia se enteraron del colapso del PAN entre la una y las dos de la tarde. No eran -como reconoció el secretario de Gobernación dos días después de los comicios- los resultados que el gobierno esperaba, y los operadores no contaban con un plan para enfrentarlos. La confusión se apoderó entonces de los miembros del primer círculo presidencial.
El 6 de julio había comenzado en Los Pinos de otra manera. Las primeras informaciones que los integrantes del war room obtuvieron, inmediatamente después de que el presidente Vicente Fox votó, alrededor de las 10 de la mañana, daban pie para ser optimistas. El PAN llevaba la delantera en los comicios. Juan Molinar, especialista en análisis de tendencias electorales, quien gustaba de decir, días antes de las votaciones, que en México quedarían vivos solamente dos partidos políticos y medio, aseguró entonces al resto de sus compañeros que las tendencias marchaban conforme a las encuestas del blanquiazul. Presidencia no tuvo durante la jornada un sistema de conteo rápido propio, y aunque estaban a su disposición todas las encuestas de salida que se elaboraron para la coyuntura, se apoyó básicamente en las contratadas por el PAN.
El beneplácito inicial duró, sin embargo, poco tiempo. Muy pronto se hizo evidente que los datos que llegaban provenían de zonas urbanas y que el margen de ventaja de Acción Nacional era muy estrecho. Entre la una y las dos de la tarde ese margen se acabó y la situación dio un vuelco. El PRI tomó la delantera. A partir de ese momento las noticias negativas se sucedieron una tras otra. Aunque la ventaja de casi nueve puntos porcentuales que el tricolor llegó a tener en los resultados previos se redujo, ya nunca perdería el primer lugar. La estrategia presidencial había fracasado y nadie se había preparado para ese escenario. El rostro de Rodolfo Elizondo, quien se había incorporado al equipo después de votar en su tierra, así lo mostraba.
ƑPor qué hubo en el equipo presidencial un cálculo tan equivocado sobre el comportamiento de los votantes? Fuentes cercanas a Los Pinos reconocen dos fallas.
La primera es que las encuestas del PAN distribuyeron los sufragios de los indecisos o bien conforme al patrón seguido en las elecciones del año 2000 o bien de acuerdo con las intenciones iniciales de voto detectadas al comienzo de la contienda. Sin embargo, en esta ocasión muchos indecisos no salieron a votar y se sumaron a las filas del abstencionismo, y quienes lo hicieron no votaron por el PAN en la misma proporción en que habían manifestado originalmente que lo harían.
La segunda tiene que ver con la estrategia electoral que descansó, fundamentalmente, en la campaña de comunicación de la Presidencia. La acción del Instituto Federal Electoral presionando al Ejecutivo para que retirara sus espots antes del 6 de julio colapsó la línea de acción presidencial, pues, como muestran diversos estudios sobre comportamiento electoral, el voto de los indecisos se define fundamentalmente durante los últimos cuatro días previos a los comicios, en mucho a partir de la propaganda de los medios electrónicos de comunicación. Parchando la situación, en Los Pinos se decidió entonces emitir espots televisados celebrando el triunfo del 2 de julio de 2000, en los que se prometió el cambio. Se provocó con ello un verdadero cortocircuito mediático, al presentar a la opinión pública imágenes de un gobierno simultáneamente débil y abusivo, generoso en las ofertas y limitado en el cumplimiento de ellas.
El desconcierto ante el descalabro político dentro de las filas del Ejecutivo fue de tal magnitud que tuvieron que pasar más de 48 horas para que un funcionario público de nivel -en este caso Santiago Creel- reconociera que la realidad caminaba por rutas diferentes a las que el gobierno esperaba.
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