México D.F. Viernes 11 de julio de 2003
Hay tensión en la comunidad y conatos de violencia
Riesgo de un estallido más grande en Atenco
Un factor de fricción, el grupo parapoliciaco Vivo 5
MARIA RIVERA ENVIADA
A un año del enfrentamiento entre los campesinos de San Salvador Atenco y la fuerza pública del estado de México, que dejó un saldo de decenas de ejidatarios lesionados, uno de los cuales moriría más tarde, así como de tres agentes estatales heridos, los signos de que se avecina una nueva tormenta por el oriente del estado de México son cada día más evidentes. La derogación del decreto expropiatorio que afectaba 13 ejidos, el primero de agosto de 2002, lejos de cerrar las heridas, marcó el inicio de una nueva etapa que amenaza con tornarse aún más violenta que la anterior.
La ríspida jornada electoral del pasado 6 de julio, plagada de confrontaciones entre militantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, priístas y miembros del Vivo 5 (para algunos una especie de policía municipal, pero para otros un grupo de choque financiado por el gobierno estatal) son una muestra de lo que podría avecinarse. Las batallas cuerpo a cuerpo entre simpatizantes de uno y otro grupo han proseguido durante esta semana a lo largo y ancho de este pequeño poblado, sin que surja una instancia mediadora que apague el fuego.
El miércoles la pelea corrió a cargo de los hermanos Ricardo y Jorge López, por parte del movimiento campesino, y de Reyes Pedroza, por la policía voluntaria. El roce comenzó durante la movilización del domingo pasado, cuando priístas y policías arremetieron a golpes contra los labriegos. La agresión cesó pero los ánimos continuaron caldeados y en cuanto los oponentes volvieron a encontrarse en las calles del pueblo estalló de nuevo la pelea. De manera paralela una campesina y una priísta también se liaron a golpes.
Los campesinos del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra rechazan que sean enemigos del orden institucional y los derechos ciudadanos, como sostiene la clase política estatal, con los priístas locales a la cabeza. "Lo que pasa es que pretenden que olvidemos por qué estuvimos a punto de perder lo nuestro y todo lo que pasamos para retenerlo, pero eso no lo van a lograr", advierte el dirigente campesino Adán Espinoza.
"Durante el año transcurrido se han sentado con nosotros numerosos negociadores oficiales y ninguno estuvo dispuesto a resolver nuestra principal demanda: ser exonerados de toda responsabilidad penal. Sin embargo seguiremos resistiendo el tiempo que sea necesario, aferrados a la demanda de nuestra liberación total, porque no somos delincuentes sino campesinos que luchamos por nuestra tierra. Años atrás, cuando alguien defendía lo suyo era reprimido o incluso desaparecido, pero ahora, de otra manera, sigue la intolerancia. El sistema sigue señalando como delincuentes a todos aquellos que defienden su dignidad y su patrimonio."
La tensión estuvo presente durante las jornadas del miércoles y el jueves. Cada grupo se la pasó vigilando los movimientos del otro con suma atención. Cuando se venció el plazo que los priístas habían dado a las autoridades para que respondieran por la suspensión del proceso electoral, los labriegos redoblaron los rondines al acecho de alguna movilización de sus oponentes. Temían que procedieran al desmantelamiento de su plantón permanente. El templete frente al auditorio municipal es el símbolo principal de su resistencia y nadie está dispuesto a perderlo.
Es más que una tribuna, indican, porque desde ahí decidieron que la tierra que les habían legado sus abuelos no tenía precio. Porque desde ahí partieron innumerables veces al DF para manifestar su dolor, su rabia y su exigencia de justicia.
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