México D.F. Viernes 11 de julio de 2003
José Cueli
Escribir tiene que ver con el deseo
"Escribir tiene que ver con el deseo." Esta y muchas otras interesantes ideas en torno del acto de escribir aparecen plasmadas en el espléndido texto de Julieta Campos, ''Los escritores y la crítica'', publicado en el número 33 de la revista Los Universitarios.
Inspirada por un texto de Marguerite Duras, Campos emprende una aguda reflexión sobre la escritura y sus motivaciones. Para ella, el acto de escribir ''siempre tiene algo de impúdico, ya que exhibe a otras miradas el resultado de esta inclinación que nunca pierde del todo el aura de los deseos secretos e inconfesables".
A su manera de ver, la escritura requiere de dos tiempos: el de recogimiento o aislamiento y otro que demanda compañía. Así, en la producción literaria, se hace evidente que la relación del escritor con el texto se establece como un ''vínculo elemental y arcaico".
Al hablar de la vocación de escribir expresa: ''La vocación de escribir tiene que ver, por supuesto, con el deseo. Hay algo insaciable en el que lee y en el que escribe: un apetito que no alcanza a colmarse con objetos reales y tiene que recurrir, una y otra vez, a objetos imaginarios". Entonces, por mediación de la escritura, nos acercamos, según la autora, al sueño más placentero, el de la omnipotencia y la inmortalidad. Los libros serían como ''criaturas vivientes que convocan otros múltiples deseos, un haz que podríamos suponer infinito de lecturas posibles sin más límite que el número de lectores, incluyendo los críticos que logre atrapar en sus redes".
Julieta Campos encuentra que la escritura, vista como intensidad suprema de la vida, está atravesada tanto por el amor como por la sombra de la muerte. Vislumbra la escritura como un destino, como una fatalidad.
La riqueza y profundidad de estas reflexiones me lleva a pensar acerca del quehacer sicoanalítico y encuentro cierto paralelismo. Sicoanalizar es el intento de lectura de la escritura inconsciente. Texto inconsciente que se nos presenta como un jeroglífico a descifrar. Texto que comprende, como el sueño, un contenido manifiesto y otro contenido latente cuya lectura y desciframiento conducen (a analista y analizando) a saber del deseo inconsciente, a vincularnos con lo más primario y más arcaico que desde allí plasma su huella en todos los actos conscientes del individuo. El analizante con su discurso nos habla de su deseo. Discurso, escritura que pretende dar cuenta de ''ese saber que no se sabe", pero que está allí almacenado en forma de huellas mnémicas y de representaciones síquicas en movimiento constante.
El texto busca una rescrituración en ese espacio privilegiado e idóneo que representa el encuentro de dos textos inconscientes: el del analista y el del analizando. Texto a descifrar que mediante nuevas articulaciones de representaciones, con el levantamiento de la represión, la modificación de las defensas y el debilitamiento de las resistencias pueda ser traducido, transcrito y en ocasiones transliterado para librar al analizando de su dolor. Texto abierto a múltiples lecturas que nos habla del deseo que busca expresarse de una y mil formas.
Así, vemos cómo la vocación literaria tiene mucho que ver con la vocación sicoanalítica. Fue por ello que Freud insistió una y otra vez en que debíamos abrevar en las riquísimas y esclarecedoras fuentes de la literatura.
Pienso que el estupendo ensayo de Julieta Campos está abierto también a múltiples lecturas que abren caminos para una enriquecedora reflexión en torno de otras disciplinas.
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