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México D.F. Domingo 13 de julio de 2003
Angeles González Gamio
La fundación de Cuevas
El Centro Histórico de la ciudad de México se distingue por tener magníficos museos, la mayoría de ellos alojados en edificios de gran valor arquitectónico e histórico; para decirlo con lenguaje común, šunas bellezas! Un buen ejemplo es el museo José Luis Cuevas, que ocupa el claustro del antiguo convento de Santa Inés. Hace unos días en este recinto se creó la Fundación José Luis Cuevas Novelo AC, con el propósito de darle la personalidad jurídica y administrativa que requería el museo para existir como institución cultural y tener la posibilidad de recaudar fondos y recibir donativos de particulares.
Esta es buena ocasión para recordar la historia del convento y templo de Santa Inés, cuya fundación se debió a la generosidad del opulento hacendado don Diego Caballero y su esposa Inés de Velasco, quienes tenían el anhelo de que las mujeres humildes que no disponían de recursos para dar dote -requisito esencial para ser monja- pudieran acceder a la vida monástica. La pareja de hacendados adquirió un extenso lote ubicado en la plaza del Amor de Dios, bautizada así por su cercanía con el hospital de dicho nombre, popularmente conocido como "de las bubas", ya que estaba dedicado fundamentalmente a atender a hombres con enfermedades venéreas, muchas de las cuales se manifestaban en esa forma; desde el siglo XIX, tras una extensa remodelación, es la sede de la Academia de San Carlos.
En esa plaza don Diego y doña Inés edificaron un gran convento con su templo adjunto, realizado por el alarife Alfonso Martín. Ambas construcciones fueron remodeladas a finales del siglo XVIII, para darles su toque neoclásico y estar a la moda de los grandes conventos. Se dice que el claustro es obra de Manuel Tolsá. Tiene un amplio patio con planta cuadrangular y dos niveles por los lados norte y poniente. Las galerías se componen a base de pilastras con capiteles y basas molduradas, apoyo de gruesas zapatas de madera y techo plano de viguería.
Destaca por su elegancia y amplitud la escalera, que es la original del edificio del siglo XVII. Estructurada en tres tramos, presenta en la parte alta una doble arcada con un óculo central. Aquí se encontraron unos bellos frescos que se restauraron magníficamente.
En 1861, al igual que las demás órdenes religiosas, las monjas tuvieron que abandonar el convento para pasar primero al de Santa Teresa y posteriormente al de Santa Catalina de Siena. El convento tuvo diversos usos, para terminar en bodega de pedacería de trapo, lo que le ocasionó un severo deterioro. En ese estado se encontraba, cuando el gobierno de la ciudad lo adquirió para restaurarlo y dedicarlo al museo que se crearía con la donación del extraordinario artista José Luis Cuevas, de su colección de arte contemporáneo latinoamericano, de grabados de Picasso y su propia obra, que incluyó la escultura monumental bautizada como La Giganta.
El trabajo fue titánico y el resultado espléndido; ahora se puede apreciar la soberbia arquitectura, combinada con las obras de arte. El próximo jueves 17, a las 19.30 horas, se inaugura la exposición conmemorativa por los 50 años de que Cuevas presentó su primera exposición, en la galería Prisse de la ciudad de México; es una buena ocasión para disfrutar el bello recinto.
En el acto de creación de la fundación, los asociados, entre los que se encuentran Carlos Payán, Jorge Ruiz Dueñas, Jacobo Zabludovsky, Luis Felipe del Valle, Javier Wimer y Adolfo Castañón, tras la firma del documento notarial disfrutaron una suculenta comida en el hermoso patio, que organizaron el talentoso Salvador Vázquez Araujo, asesor operativo, y la coordinadora, Cristina Riestra, que tenía como vista la impresionante Giganta. En este mismo lugar se va a celebrar próximamente la boda de José Luis Cuevas con la encantadora Beatriz Bazán, también artista.
Algunos de los fundadores se adelantaron a festejar este acto con una de las "cenas para dos..." que organiza Renate Zeller en su rincón austriaco Los Caprichos del Emperador, que se encuentra en Citlaltépetl 9, en la colonia Condesa, donde se degusta la mejor milanesa del mundo: dorada, crujiente y sin una gota de grasa. Mmmm. Una probadita del menú de las cenas del amor, que cambia semanalmente: pimentones con paprika, chuletas de cordero con ciruela pasa envueltas con tocino, y de postre semifreddo, que es un helado suave, preparado en casa con praliné de almendras, trozos de chocolate y dátiles, acompañado con salsa de chocolate Estas suculencias van acompañadas de música vienesa en vivo. Es el inevitable principio de un romance. [email protected]
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